Texto extraído del libro El Arte de la Interpretación del
Horóscopo, de Tracy Marks. En el mismo, la autora describe cómo es una sesión
desarrollada por ella.
Cada astrólogo tiene un método diferente para llevar a
cabo una sesión. Cada uno de nosotros tiene una personalidad dinámica que es
única, su estilo de comunicación, sus habilidades y su talento que decide
emplear al máximo. Por esta razón, no es posible ofrecer pautas claras y
absolutas en relación con el aspecto interpersonal del asesoramiento
astrológico. Usted desarrollará con el tiempo su propio estilo que esté de
acuerdo con su propia naturaleza. Las sugerencias que se ofrecen en este
capítulo deben ser adaptadas a cada situación individual.
Dice Tracy Marks:
“Mi propio
procedimiento, cuando las personas me llaman para decirme que les interesa
consultarme, consiste en preguntarles sobre su experiencia en lo que atañe a la
astrología y qué propósitos específicos creen que cumple una sesión. ¿Por qué
quieren una cita y por qué en ese momento? ¿Cuáles son sus asuntos y problemas
del momento? ¿Qué se imaginan que la astrología puede hacer en su favor? Y
también les hago unas pocas preguntas sobre el conteto de sus vidas: edad,
ocupación, nivel de sus relaciones y preocupaciones principales en el presente
y en el futuro inmediato.
A esta altura, les describo cuál es mi filosofía y cómo uso la
astrología y, si lo considero apropiado, cuáles son mis títulos y cuál es mi
experiencia. Luego les explico y pormenorizo en qué consisten las consultas que
me harán, y les digo que realizo tres coases de sesiones (además de una
práctica privada como consejera-terapeuta): 1.- Natal, 2.- Tránsitos y
progresiones, 3.- Interés especial (un vívido enfoque, que incluye la carta
natal y los tránsitos pertenecientes a un solo tema, como podría serlo el de
las relaciones amorosas), y que primeramente suelo requerir una sesión natal.
Aclaro cuáles son mis honorarios, indicando que deseo un depósito del 50 por
ciento una semana antes de la consulta, y cómo deben saldar el resto; y solo
cambio ideas sobre cuáles son mis posibilidades en cuanto a honorarios, sobre
la base habitual de unos 90 minutos de sesiones grabadas magnetofónicamente.
Una vez que nos ponemos de acuerdo respecto de la hora de la sesión, anoto en
mi agenda de consultantes (en la que ya anoté la otra información que me habían
dado) su nombre y apellido, dirección, número de teléfono y fecha de
nacimiento. A fin de ser muy exacta, les repito siempre los datos de nacimiento
que me dijeron, preguntándoles sobre el origen de sus datos y si están seguros
de que la hora que tienen registrada es la de la luz del día o la estándar. La
conversación suele terminar con una confirmación de la hora y de los
honorarios, la dirección de mi consultorio y un recordatorio: que traigan una
cinta magnetofónica de 90 minutos. A menudo les sugiero que si desean
anticiparme algo antes de que yo efectúe el trabajo preliminar con su carta, me
adjunten una esquela cuando me envíen por correo su depósito. Esta conversación
inicial variará, por supuesto, y tal vez sea innecesaria si el consultante es
una persona amiga o conocida, en vez de ser una extraña. Después de esta
conversación telefónica que precede a la sesión, yo despacho por correo mi
volante o folleto en el que describo de modo más completo mis servicios y
honorarios, y confirmo la cita.
La siguiente etapa de contacto consiste en iniciar la sesión real,
después que calculé y completé mi síntesis preliminar de la carta y preparé
notas que me permitirán utilizar más eficazmente el material. Personalmente
considero que tomar esas notas es esencial a fin de captar los problemas
fundamentales de la carta y no tener que lidiar con las primeras etapas de la
interpretación mientras, al mismo tiempo, estoy dialogando con el consultante.
Al llegar el consultante, suele ser necesaria una breve plática social a
fin de establecer un neo entre ambos y ayudarlo a que se sienta cómodo. Después
de hablar sobre el tiempo o el tránsito, o de ofrecerle café o té, puede haber
temas más personales, como por ejemplo: ¿cómo se siente en mi consultorio?
Muchos consultantes están inquietos y sienten temor por lo que yo les diga.
¿Tiene el consultante ciertos temores o inquietudes, y sería útil
considerarlos? ¿Pensó en alguna otra cosa que le gustaría tratar en esta
sesión? Si al consultante nunca se le interpretó una carta, le doy una copia de
ésta, habitualmente delineada con palabras clave para describir sus factores
principales y explicarle con términos rudimentarios la naturaleza y la
interacción de los planetas, signos, casas y aspectos. Luego vuelvo a resumir
sucintamente mi enfoque astrológico y le muestro cómo procedo a llevar a cabo
la sesión: este procedimiento suele incluir breves monólogos de mi parte, un
tiempo dedicado a preguntas y respuestas, otro lapso en el que esbozo el tema,
preguntas y respuestas, etc. Este procedimiento es variable, pues aliento al consultante
para que me interrumpa cuando no entienda lo que le estoy diciendo, o tenga
preguntas para hacerme o antecedentes que pedirme. A veces, esas interrupciones
hacen que se enfoque a fondo un problema en especial, o que haya lapsos en los
que el consultante exprese prolijamente sus inquietudes o desfogue sus
emociones. Ese tiempo en el que expresa sus emociones es esencial,
especialmente si el consultante atraviesa una crisis y es incapaz de evaluar
intelectualmente su situación o de captar nuevos conocimientos hasta haber
descargado los sentimientos y tensiones que tenía encerrados en su interior.
Cada sesión es de distinta naturaleza, según el temperamento y las
necesidades del consultante, y a menudo según mi estado de ánimo de ese día en
particular. Algunos consultantes hablan continuamente y, como resultado de
esto, abarco mucho menos material que el que yo tengo planeado; a veces opto
por interrogarlos, con el mayor tacto posible, sobre cómo prefieren usar el
tiempo de su consulta. Otros consultantes se inhiben, se muestran reservados y
vacilan en brindar su información o en formular preguntas; tal vez necesiten
que se les sonsaquen las cosas o que se les permite conservar su reserva.
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