miércoles, 24 de enero de 2024

Neptuno y la idealización

Qué es idealizar?

Idealizar es convertir en perfecto algo que, quizás, nunca lo fue.

Es una forma de evadir y de postergar.

Es distorsionar la realidad.

Es vivir en un mundo de fantasía.

Es vivir detenido en el pasado, cerrando la puerta al futuro y desconectado del presente.

Veamos qué significa idealizar según el diccionario: Elevar las cosas sobre la realidad sensible por medio de la inteligencia o la fantasía // Creer o representarse la realidad como mejor y más bella de lo que es en realidad.

Son sinónimos de idealizar: sublimar, embellecer, elevar, poetizar, entre otros.

Eso implicaría hacer recortes en la realidad, que nos permitan recordar todo aquello que consideramos como bello, bueno o armonioso – conceptos cercanos a lo perfecto - pero negando o excluyendo lo que consideramos feo, malo o conflictivo – conceptos asociados a lo imperfecto -.

El planeta tradicionalmente asociado a los procesos de idealización es Neptuno. Sin embargo, la dinámica es mucho más compleja, abarcando otras energías.

Si tomamos en cuenta los enunciados del comienzo del texto, podemos reconocer la acción del eje Piscis/Virgo, de la Luna, del signo de Cáncer, preponderancia del elemento agua, por citar lo que considero principal en la interpretación desde lo general.  

Si lo vemos desde lo individual, es decir, mirando una carta natal, observaremos lo mismo pero también podrían relacionarse con este proceso Luna, Mercurio o Venus en Piscis o en aspecto a Neptuno o en casa 12, el nodo sur en Piscis o en casa 12 o en aspecto a Neptuno, muchos planetas en Piscis o en casa 12. En resumen: todos los núcleos neptunianos de energías preponderantes en la carta. Hay que evaluar en cada caso mirando cada carta natal.

Además tengamos en cuenta la existencia de polaridades transpersonales, en este caso, la polaridad neptuniana, que reconocemos en la carta natal cuando Neptuno se ubica en las casas 1, 10 o 12 o también en aspecto tenso con el Sol (conjunción, cuadratura u oposición). En algunos casos, situado en las casas 4 y 7, manifestándose más como polaridad inversa.

En mi experiencia, también he visto tendencia a la idealización durante los tránsitos de Neptuno al Sol o a la Luna, cuando la carta natal no presentaba indicios de que pudiera darse este proceso en la persona. Y también en cartas natales con Ascendente Piscis.

En la práctica, si tomamos decisiones (o si no las tomamos) a partir de una idealización, construiremos sobre bases inestables una realidad que tarde o temprano se disolverá. Nada resiste ni perdura si no está enraizado en la realidad.

Es  imprescindible comprender lo que simbolizan Saturno, Urano y Plutón, ya que hacer concientes y aprender sus lecciones puede ayudarnos a gestionar los cambios necesarios.

Saturno es la fuerza que nos lleva a construir sobre bases reales y sólidas. Urano, simboliza la energía del desapego y la desconexión, conectándonos a la vez con opciones a futuro. Plutón representa la energía que opera en el cierre de ciclos, posibilitando dejar atrás el pasado. 

Recordemos que Plutón simboliza el principio de realidad psíquica así como Saturno representa el principio de realidad material. Antídotos de Neptuno, a no dudar.

La energía de Neptuno puede ser canalizada creativamente en la expresión del arte en todas sus formas de manifestación. Esta sería una forma de utilizar la imaginación y la fantasía para construir en dirección hacia lo bello y lo armonioso sin quedar atrapados en el mundo ilusorio de la idealización, en el cual evadir la vida y/o postergarla  termina siendo inevitable. 

jueves, 18 de enero de 2024

Ciclos de Edad - Dejando un Legado

Cuando pensamos en dejar un legado vienen a la mente muchas ideas acerca de la vocación, el reconocimiento, encontrar nuestro lugar en el mundo, hacer lo que amamos o nos apasiona, mejorar la calidad de vida de los otros, en fin, es un panorama tan amplio como amplios son los campos de experiencia humana.

En general, nos enfrentamos a este tema cuando arribamos a la mediana edad. En el período de la vida comprendido entre los 38 y los 50 años aproximadamente – y siempre que este anhelo no se haya manifestado antes, cosa que puede suceder en algunos casos – despierta en nosotros la necesidad  de definirnos como individuos – individuo significa único e irrepetible entre los de su misma especie – expresando así nuestra singularidad, es decir, aquello que nos hace diferentes de todos los demás seres humanos.

Entonces aparece la urgencia de revisar y/o cuestionarnos sobre el camino recorrido hasta ahora y tomamos conciencia de estar o no haciendo “eso” que nos permite dejar nuestra propia huella en el mundo.

En caso de estar haciéndolo – lo que equivale a estar en conexión con nuestro propósito – no habrá necesidad de modificar el rumbo ni se experimentará una crisis. Simplemente, se irán haciendo los ajustes necesarios para seguir creciendo, incorporando todo aquello que nos permita renovarnos.

Pero  en el caso de no estar haciéndolo, surgirá una crisis y se deberá evaluar la necesidad de cambiar de dirección, con todo lo que eso implica. La magnitud de la sacudida será proporcional a la  medida en la que nos hayamos desviado de nuestro camino, por habernos desconectado de nosotros mismos. La insatisfación y la frustración serán los indicadores a tener en cuenta.

Durante este período de la vida atravesamos dos ciclos de edad contundentes y transformadores en nuestra evolución: la oposición de Urano – entre los 38 y los 44 años – y el retorno de Quirón – entre los 49 y 50 años -. Por eso mencioné al comienzo la etapa comprendida entre los 38 y los 50 años, pues ambos ciclos tienen puntos en común: el primero gesta el segundo, pero el segundo depende de haber concretado el aprendizaje del primero.

En el primero, el aprendizaje/desafío consiste en liberarse de todos los condicionamientos y mandatos heredados o adquiridos - familiares, sociales, culturales, relaciones no significativas, etc. - para poder dar a luz el propio ser en toda su autenticidad. 

Ante todo hay que aceptar que el condicionamiento siempre existirá, pero tenemos que aprender a discernir aquél que nos limita y empobrece – impidiendo que seamos quienes hemos venido a ser – de aquél que nos enriquece y nos facilita el acto de parir nuestra individualidad.

En el segundo, el aprendizaje/desafío consiste en el florecimiento que surge de estar en conexión con nuestro propósito. Y el descubrimiento de nuestro propósito se relaciona con la expresión de nuestros potenciales vocacionales.

Este proceso asociado a estos dos ciclos de edad nos prepara para poner nuestros dones, talentos, habilidades, es decir, todos nuestros recursos internos, al servicio de la humanidad. Es la oportunidad de conocer una manera distinta de estar en el mundo, en una actitud que resumo en estas palabras: receptividad y disponibilidad para establecer contacto con algo mayor que nuestro propio ego. Tal vez un posible camino a experimentar ese estado de conciencia conocido como amor universal, en donde nos sentimos uno con el resto de lo que existe en la vida. Por lo tanto, es un estado de inclusiva apertura.

En esto consiste el acto de dejar un legado: una elección para conectarnos con un sentido y propósito más profundos, además de constituír una fuente de genuina e inagotable plenitud. 

Una nueva forma de ser para estar en el mundo. Una nueva forma de estar en el mundo, siendo uno mismo.