Fragmento del libro “Astrología, karma y
transformación” (Las dimensiones interiores del mapa natal), de Stephen Arroyo.
El planeta regente del Ascendente, junto con su
posición de casa y signo, es otro factor que debe considerarse simultáneamente
con cualquier análisis del signo ascendente un individuo. De hecho, podríamos
decir que, por ejemplo, hay doce tipos básicos de Aries ascendente (dependiendo
de la posición del signo de Marte), doce tipos de Tauro ascendente (dependiendo
de la posición del signo de Venus), etc.
Tanto la posición del signo como la de la casa
del planeta regente son factores extremadamente importantes en cualquier mapa,
aunque la posición de la casa es mucho más importante que la posición del signo
si el regente considerado es Urano, Neptuno o Plutón.
La posición del planeta regente significa la
energía y el sector primordiales de experiencia de vida que nos motiva para que
actuemos en el mundo. Además, el elemento de la posición de signo del planeta
regente es índice, a menudo, del nivel de experiencia que obtiene nuestra
corriente de energía física. Y, puesto que el Ascendente mismo representa la
experiencia generalizada de ser nosotros mismos y comprender muy
espontáneamente nuestra naturaleza individual, la posición de casa del planeta
regente puede decirse que representa el campo específico de la
actividad de vida en el que podemos experimentar muy inmediatamente nuestra
naturaleza esencial.
Una vez armonizados en el campo de experiencia
y el tipo de energía representada por el planeta regente y su casa y signo,
empezamos a sentirnos más vivos, más motivados para expresarnos y más
interiormente seguros y auténticos.
Los aspectos que incluyen al regente del
Ascendente son también especialmente importantes, a la par de los aspectos que
incluyen al Sol o a la Luna
o al Ascendente mismo. Tales aspectos son tan significativos porque indican una
dinámica específica que afecta la corriente total o la inhibición total de
nuestra expresión personal. La conexión del regente del Ascendente con la
corriente de energía física y con nuestro estado de salud difícilmente puede
sobreestimarse, y su importancia a este respecto puede fácilmente verse
observando los tránsitos al planeta regente. Tan a menudo, tales tránsitos se
correlacionan con marcados cambios en nuestra salud, vitalidad o apariencia.
Por ejemplo, una clienta (mujer de 34 años con Virgo ascendente) experimentó
una crisis nerviosa total cuando Urano estuvo en cuadratura con su Mercurio
natal. Concedido que Urano en tránsito, estando en cuadratura con Mercurio
natal de alguien, pudiera correlacionarse con un período de tensión nerviosa,
tal tránsito, no obstante, no sería una fuerza tan dominante para quienes no
tienen a Mercurio como el regente del Ascendente.
Podría preguntarse por qué el regente del
Ascendente es tan importante, más importante en las vidas de la mayoría que el
regente del signo del Sol en términos de experiencias inmediatas profundas y
cambios completos en nuestra actitud hacia la vida. Para responder esta
pregunta, me parece que es necesario volver a un concepto muy antiguo: a saber,
la idea del planeta regente que es el “Señor” que preside no sólo nuestro
nacimiento sino también toda nuestra vida. En varios conceptos antiguos de factores
astrológicos, el planeta regente del Ascendente se consideraba la deidad o el
poder cósmico designado por el Señor Supremo para que presidiera toda la
encarnación de un individuo. En términos más modernos, podríamos decir que la
naturaleza del planeta regente presta un tono total a toda la vida de la
persona, tanto a sus experiencias como a su enfoque para interactuar con el
mundo externo. La posición específica del signo de este planeta regente es, por
tanto, de gran importancia como símbolo de la cualidad de la experiencia, de la
corriente de energía, y de la orientación general de la vida que dominará el
modo de ser del individuo durante esta encarnación.
Aunque no puedo afirmar que yo tenga bastante
experiencia directa que me permita confirmar de algún modo específico el
antiguo concepto antes mencionado, efectué una experiencia que me impresionó
poderosamente y que podría ser significativa a este respecto. Hace pocos años,
estuve presente en un nacimiento en una casa, y yo había dado instrucciones específicas
a otra persona de allí para que tomara constancia de la hora exacta del
nacimiento. En consecuencia, sé que el niño que a la sazón nació tiene un mapa
natal extremadamente preciso. Cuando pareció que el parto era inminente,
mentalmente calculé un Ascendente aproximado y supuse que la criatura tendría a
Acuario ascendente. Cuando nació el bebé, la habitación se llenó con una
presencia poderosa y casi tangible. La intensidad de la presión que se sentía
en esa habitación en ese momento sólo podía describirse como una energía y una
vibración saturninas, y a uno de los otros presentes le observé que la
atmósfera estaba cargada con esta fuerza poderosa. Esa noche, más tarde, luego
de que las cosas se calmaron y el bebé recién nacido se durmió, calculé su mapa
con precisión y descubrí, para mi asombro, que tenía 28° de Capricornio
ascendente. Por tanto, su planeta regente era Saturno, y yo no podía haber
imaginado una experiencia natal más saturnina ni una vibración más saturnina en
el aire que la que acompañó a la llegada de la criatura.
Puesto que el nacimiento en el mundo material
es, por supuesto, un acontecimiento más bien saturnino, no puedo decir si la
misma experiencia habría ocurrido o no si la criatura, por ejemplo, hubiera
sido regida por Venus o Júpiter. Pero creo que este ejemplo es digno de mención
para animar a la gente a que preste atención a las vibraciones que pueden
sentirse durante el nacimiento de otras almas en el plano físico.
Ahora debería ser evidente que ninguna
consideración del Ascendente es completa sin incluir simultáneamente toda la
suma de factores que se relacionan estrechamente con el Ascendente. En otras
palabras, las cualidades del signo ascendente y de su planeta regente (incluído
su signo y casa), lo mismo que cualquier planeta de la casa uno, todos muestran
deseos, necesidades y orientaciones que forman una de las más cruciales
combinaciones de energía de nuestra vida. Todos estos factores juntos
constituyen un punto de apoyo clave sobre el cual se equilibra toda la estructura
de la personalidad, y revelan un tema que matiza cómo se proyecta la totalidad
de nuestro yo. Si no podemos expresar estas energías con facilidad, se
desarrolla una tensión generalizada y, en muchos casos, un sentimiento de estar
aburrido, sin vida y carente de dirección y finalidad.
Para dar un ejemplo de cuántos factores podrían
combinarse en la interpretación, tomemos el caso de la criatura antes
mencionada cuyo “complejo Ascendente” contiene los siguientes factores:
1)
Capricornio
Ascendente
2)
Planeta
regente: Saturno en Géminis y en la casa cinco, en conjunción con Venus y
Mercurio.
3)
Júpiter
en Acuario en la casa uno.
Esta combinación la podríamos describir así:
Necesidad de enfocar la vida con cautela
(Capricornio Ascendente) y con creatividad profunda (Saturno en casa cinco),
tanto mental como emocionalmente (Mercurio y Venus en conjunción con Saturno);
necesidad de pensar profundamente y comunicar sus pensamientos de modo serio
(Saturno en Geminis, en conjunción con Mercurio); necesidad de ver resultados
tangibles de sus esfuerzos organizados y autodisciplinados (Capricornio
Ascendente y Saturno en casa cinco), imbuído todo de fe independiente y
generosidad expansiva y optimista hacia los demás (Júpiter en Acuario).