Fragmento del libro “Urano en la carta natal”, de Liz Greene, Ediciones
Kier.
Los tránsitos como
teleología
Los tránsitos describen un proceso que puede
llevarse a cabo en varios niveles diferentes, internos y externos. A los fines
de la claridad, usaré un agrupamiento general en tres niveles. Descubrí que
considerar los tránsitos de esta manera puede resultar una herramienta muy útil
para empezar la interpretación de un cuadro planetario determinado. Cada uno de
nosotros tiende a privilegiar uno de estos niveles de interpretación por sobre
los otros, lo que dependerá de la orientación astrológica y del enfoque
psicológico de cada astrólogo en particular. Muchos interpretan los tránsitos
fundamentalmente desde la perspectiva de lo que podríamos llamar significado último. En otras palabras,
los tránsitos tienen que ver con el despliegue de un patrón o diseño superior y
reflejan una realidad espiritual que apuntala los acontecimientos externos.
Jung utilizaba el término teleología
para describir ese propósito último de una experiencia o símbolo psicológico en
particular. Nosotros podemos aplicarlo a los tránsitos también.
Podríamos preguntarnos qué se “supone” que debe
enseñarnos un tránsito: qué puede ofrecernos potencialmente en términos de
nuestro crecimiento. Este enfoque implica que hay un significado inherente más
profundo en un tránsito, una meta espiritual o psicológica inteligente
simbolizada por el tránsito. En esencia, este es un enfoque positivo y
constructivo (aunque, a menudo, lamentablemente sin fundamentos), porque la
teleología suele suponer una benignidad cósmica preexistente. No percibimos la
teleología en términos de un propósito maligno –a menos que seamos muy
paranoicos y padezcamos de una severa perturbación-, porque de otra manera no
podríamos soportar la vida. Si el significado que percibimos está realmente
implícito o es inyectado en la experiencia por el poder de la imaginación
humana, atribuir una teleología a las experiencias simbolizadas por los
tránsitos nos da un fuerte “recipiente” en el cual podemos “contener” la
injusticia y sufrimiento de la vida, que en apariencia son fortuitos. Se puede
lograr una gran sanación al comprender los tránsitos desde una perspectiva
teleológica, aunque también existirán serios problemas si utilizamos este
enfoque para excluir otros.
Los tránsitos como
patrones psicológicos
Si nos enfocamos exclusivamente en el
significado último de un tránsito, tal vez pasemos por alto el modo en que el
individuo se siente en verdad y cómo es la experiencia para él en ese momento.
Entonces podemos no llegar a comprender al cliente que viene a nosotros en
busca de ayuda y a no comunicarnos con él. Cualquiera que sea la teleología de
un tránsito, también debemos entender el patrón psicológico que representa y
las emociones y asociaciones que probablemente son invocadas cuando ese patrón
entra en acción. Aunque podamos definir la “intención” última de un tránsito,
quizás no logremos apreciar que la experiencia emocional puede ser justo lo
opuesto. Por ejemplo, un tránsito de Urano por la Luna natal puede reflejar un
potencial del individuo para liberarse de antiguos patrones emocionales
familiares y expresar sus sentimientos e imaginación más amplia y libremente.
También podemos interpretarlo como una oportunidad para extender el sentido de
familia hacia la humanidad como un todo, y hablar de la posibilidad de un nuevo
entorno y una nueva relación con el cuerpo.
En el papel, eso parece fantástico. Pero,
mientras el tránsito está transcurriendo, tal vez el individuo se sienta
bastante desdichado. Puede experimentar una terrible ansiedad y la espantosa
sensación de que le están quitando todos los mejores mojones familiares. Es
probable que surja en él una gran inseguridad y que sea lanzado a recuerdos y sentimientos
de la infancia que son sumamente dolorosos y perturbadores. Hablar del
significado primordial del tránsito Urano-Luna puede resultar muy útil. Pero,
de todos modos, quizás no lo sea más que en retrospectiva, y necesite
combinarse con una genuina empatía por lo que la persona está pasando en ese
preciso momento. Esto puede llegar a ser particularmente importante para los
que están arraigados en el sentimiento más que en el pensamiento, y no se
desapegan con facilidad ni ven la vida desde las frías alturas del éter
uraniano. Esas personas desean oír hablar de todo menos de significados últimos, porque el proceso mismo es sentido como algo
muy terrible. A todos nos gusta el sonido de la palabra libertad, pero a veces olvidamos no sólo el precio que debemos
pagar por ella, sino también la profunda reticencia que podemos sentir a nivel
inconsciente con relación a tener que crecer y asumir la responsabilidad por
las consecuencias de nuestras elecciones.
Más allá del significado positivo de un
tránsito, el individuo quizás esté sujeto a reacciones emocionales y somáticas
aparentemente inexplicables, que parecen tener poca semejanza con nuestra idea
de la teleología. Un tránsito de Neptuno en cuadratura con la Luna podrá sugerir una
maravillosa oportunidad para moverse más allá de las necesidades personales y
lograr una relación más profunda y compasiva con la vida en su conjunto.
También puede llegar a describir un proceso necesario de separación respecto
del trasfondo parental. Pero, a nivel emocional y físico, el individuo quizás
experimente extrañas compulsionres que desafían la explicación racional y
causan considerable dolor y angustia. Tales compulsiones probablemente reflejen
el urgente anhelo de fusionarse, y también la soledad y el aislamiento que se
sienten al abandonar el vientre materno, y podrán desconcertar a un astrólogo
inclinado más por lo espiritual que no esté equipado para darle sentido a la
compulsión por la comida, al súbito horror ante el contacto físico o a las
fantasías sobre la muerte que invaden el sueño en medio de la noche.
O quizás podemos decirle al cliente: “Saturno
está acercándose a la oposición con su Sol natal, y eso le da la oportunidad de
cristalizar su identidad. Qué maravilloso!” Pero, por maravillosa que sea la
oportunidad, la persona tal vez está tan deprimida que lo último que le
interesa son conceptos abstractos como cristalizar
la identidad. Quizás se sienta cansada, agotada, desanimada, fea y
necesitada de amor, y se encuentre tan atrapada en las responsabilidades
mundanas y los complejos relativos a sus padres, que los árboles no le permitan
ver el bosque. Hablar del desarrollo interior puede parecer un montón de basura
en ese momento, por el doloroso sentido de inferioridad y fracaso que suele
acompañar a las primeras etapas del autodescubrimiento.
Debemos estar en condiciones de responder al
sufimiento actual de la persona y hacerle ver el modo en que se siente en
términos que ofrezcan percepción psicológica y empatía humana, además de
interpretaciones esclarecidas de lo que puede obtener de esos tránsitos en el
plano espiritual. Mucha gente experimenta los tránsitos a través de
perturbaciones en sus relaciones más cercanas, y la manera en que se siente
importa tanto como cualquier propósito último trascendente. La gama de
experiencias emocionales varía muchísimo y cada una de tales experiencias
emocionales varía muchísimo y cada una de tales experiencias puede ser
diametralmente opuesta a su significado implícito. Depende de nosotros, los
astrólogos, estar en condiciones de unir ambos y ayudar al cliente a reconocer
el tipo de respuestas que pueden ocurrir en la vida cotidiana, además de los
patrones arquetípicos más profundos que entran en juego y del potencial
intrínseco de lo que está experimentando.
Estos dos niveles fundamentales de interpretar
los tránsitos son vitalmente necesarios. Si tratamos de escapar de nuestro
sufrimiento y conflicto emocionales mediante un énfasis exagerado en la
teleología, sólo estaremos guardando efectos emocionales peores para más
adelante. Hasta los tránsitos “buenos” pueden tener un precio alto. Para poder
aprovechar las oportunidades que ofrecen, tal vez debamos dejar algo atrás o
enfrentar algo que no queremos enfrentar. Si tratamos de evitar un diálogo
honesto con el cliente, empleando el significado último como una especie de
escudo contra la incomodidad emocional, nos estamos engañando en nuestro
trabajo.
Comprender los posibles patrones emocionales de
respuesta que acompañan a un tránsito en particular, no nos ahorrará esa
experiencia, pero sí impedirá que hagamos elecciones poco inteligentes que se
hubieran podido evitar de haber tenido una mejor comprensión psicológica.
Entender la teleología de un tránsito, como ya dije, puede darnos un
“recipiente” en el cual “contener” los aspectos más difíciles de la vida,
porque el sentido del significado es una poderosa herramienta para sanar y
crecer. Pero debemos arraigarlo en cómo nos sentimos ahora, en este
encarnación, para hacer de la teleología algo que pueda insertarse en la vida
real.
Los tránsitos como
acontecimientos
Los tránsitos también pueden reflejar
acontecimientos, tanto físicos como psicológicos. Aquí estoy diferenciando
entre respuestas emocionales (que describía más arriba) y un cambio psicológico
de algún tipo: un “suceso” que afecta definitivamente la perspectiva que el
individuo tiene de la vida. Los sucesos internos de este tipo no siempre son
idénticos a los externos que los provocaron e, incluso, pueden suceder
independientemente de todo suceso físico. Por ejemplo, el hecho psicológico de
la separación –la toma de conciencia solitaria de que uno es una entidad
independiente en el mundo- puede ocurrir bajo un tránsito de Saturno, pero
quizás no esté acompañado por una separación externa, como irse de la casa de
los padres o divorciarse. O puede reflejarse en un suceso concreto que parece
diametralmente opuesto, como el nacimiento de un hijo, que para mucha gente es
el disparador de una inesperada toma de conciencia del envejecimiento y del
paso del tiempo, y el reconocimiento de que uno mismo ya no es un niño.
Los hechos, tanto los del tipo interno como los
del externo, son el tercer nivel básico en el que se expresan los tránsitos.
Parece que necesitamos encuentros con el mundo exterior de una especie concreta,
para reconocer y procesar el cambio y desarrollo internos. En definitiva, los
hechos que nos ocurren son los que, en cierta forma reflejan lo que sucede en
nuestro interior. Pero sería un error desestimar el nivel de la manifestación y
sólo ocuparse de las dimensiones espirituales y psicológicas de un tránsito. La
manifestación es también parte de nuestra realidad espiritual y, a menudo, es
imposible comprendernos sin este espejo de la encarnación.
Aún si no logramos ser precisos con respecto a
qué tipo de acontecimientos concretos probablemente sucedan, igual es posible
hacer algunas conjeturas fundamentadas acerca del tipo de sucesos psicológicos
que tendrán lugar, además de las respuestas emocionales que podrían acompañar a
un determinado tránsito. Es necesario reconocer y respetar el hecho de que
probablemente los tránsitos, de alguna manera, se manifestarán en nuestra vida.
No pasan simplemente y, por algún astuto pase de manos o “de psique”, dejan de
hacer impacto en nuestra realidad material sólo porque los hemos
“psicologizado” o “espiritualizado”.
Si las expresiones de los tránsitos son
puramente internas, no significa que fuimos extremadamente inteligentes. He
conocido gente involucrada en psicología profunda que tiene la extraña idea de
que, si realiza el suficiente trabajo interior, los movimientos reflejados en
sus horóscopos dejarán de tener relación con su vida exterior. Como mínimo,
esto es una hybris desmedida, pues
implica que el ego consciente puede controlar el cosmos. Podremos hacer elecciones
más inteligentes y evitar decisiones tontas que nos acarreen problemas. Pero
eso no es lo mismo que “psicologizar” un tránsito hasta quitarle efectividad.
A veces los astrólogos dicen “Se produjo tal y
tal tránsito y no pasó nada!” Pero ¿qué significa pasar? Por lo general, con cosas como esta la gente quiere decir
que ninguna ocurrencia concreta específica coincidió con el día en que el
tránsito fue exacto. Pero nunca ví un tránsito donde no ocurriera nada, en
términos de las respuestas psicológicas del individuo. Más todavía, el
acontecimiento psicológico puede tener lugar mucho antes o mucho después del
hecho físico. En otras palabras, el impacto del suceso en el individuo puede
demorarse porque no se involucró emocionalmente; o el hecho psicológico puede
anticiparse al acontecimiento concreto, e incluso causarlo.
Por ejemplo, tomemos la situación de un
divorcio. ¿Cuándo termina un matrimonio? ¿ Al firmar la sentencia de divorcio?
¿O cuando los dos deciden que la relación ya no va más? Pero ¿qué sucede si el
matrimonio está terminado para uno pero no para el otro? A veces, el
acontecimiento del divorcio no ocurre para uno de los dos miembros hasta
pasados varios años después de la verdadera separación legal y, a menudo,
depende de que se forme una nueva relación. A veces, podemos ver esto con toda
claridad en los tránsitos sobre la carta compuesta. A veces el tránsito
poderoso que señala el verdadero fin de la relación (como Plutón en tránsito en
conjunción con el Sol o el Ascendente compuestos) coincide, no con la
separación de la pareja, sino con el nuevo casamiento de uno de sus miembros.
El cuadro de un tránsito que con claridad
sugiere la ruptura de una relación puede ocurrir años antes de que la pareja se
disuelva, pero las responsabildiades familiares o los asuntos financieros
mantienen físicamente juntos a sus integrantes cuando, desde lo emocional,
ambos saben que el matrimonio ha muerto. No tengo duda de que los tránsitos
reflejan los acontecimientos. Si bien se me conoce como “astróloga psicológica”,
no me parece que la realidad física sea menos importante que la psique del
individuo. Sin embargo, a menudo pienso que nuestra división arbitraria entre
psique y materia es sólo eso, arbitraria, y no un exacto reflejo de la
verdadera naturaleza de la realidad. Es probable que nuestra definición de acontecimiento deba ser más sutil, más
profunda e integral, y abarcar tanto el mundo interior como el exterior.
Hay escuelas de pensamiento astrológico que se
enfocan casi exclusivamente en hechos concretos, y hay otras que se enfocan
casi exclusivamente en el significado. También hay escuelas de pensamiento que
se enfocan casi exclusivamente en las respuestas emocionales del individuo,
pero son más psicológicas que astrológicas, y es triste decirlo, a menudo no
aprovechan los conocimientos que la astrología podría ofrecerles. Ese enfoque
es necesario y válido, porque todos tenemos distintas áreas de interés y
distintas aptitudes como astrólogos. Pero los clientes tienen necesidades
diferentes, en términos de qué nivel les importa más. Algunos quieren saber qué
es lo que va a “suceder”, para poder planear de manera sensata; otros quieren
saber el significado de aquello por lo que están pasando. Y están los que
quieren comprender por qué sienten del modo en que lo hacen. No es nuestra
tarea decidir cuál de estos niveles es superior o el más concreto para la
aplicación del conocimiento astrológico, aunque tendremos que ser honestos en
cuanto a cuál de ellos comprendemos mejor y manejamos con mayor eficacia.
Necesitamos, al menos, apreciar la importancia de los tres niveles, aún cuando
elijamos dedicar nuestro tiempo a hablar fundamentalmente de uno solo.
Orbes en tránsito
El último punto general que quiero comentar
sobre los tránsitos es que tienen orbes.
Los tránsitos muestran un proceso que, en
esencia, es cíclico. Tienen un tiempo de
desarrollo subterráneo secreto, un tiempo de expresión exterior y un tiempo de
digestión e integración. Los tránsitos sucesivos del mismo planeta, como
los que ocurren bajo el ciclo de Saturno, fluyen uno en el otro, de modo que la
conjunción fluye y refluye en el semisextil, la semicuadratura y el sextil,
que, a su vez, conducen a la cuadratura, al trígono y así sucesivamente.
Podemos observar el mismo flujo y reflujo cuando
un planeta en tránsito se mueve por las casas. A medida que se aproxima a la
cúspide de la casa siguiente, empieza a enviar su energía a esa casa, mientras
sigue afectando los asuntos de la casa que está dejando. No es tan simple como
decir: “Bueno, cuando tengas catorce años y pico, Saturno estará en oposición
con Saturno durante diez días exactamente y, entonces, hasta que tengas
veintiuno no vuelve a pasar nada”. Los mismos orbes que usamos en la
interpretación natal se aplican para los tránsitos, y yo tomaría 10° para los
aspectos principales. Esto significa que el tránsito de Saturno puede aspectar
a un planeta natal por un período de hasta dos años y medio, y no sólo por los
pocos días en que el aspecto es exacto.
Urano en tránsito puede aspectar a un planeta
natal durante varios años si consideramos un orbe de 10°. Es probable que todo este período esté lleno
de energía uraniana, aunque la mayor parte del tiempo el proceso trabaja en
silencio debajo de la superficie de la conciencia. Los denominados hechos “repentinos” que suelen
acompañar a los tránsitos de Urano en realidad no son nada repentinos cuando se
los considera en este contexto. Son las erupciones de un proceso subterráneo
que, de manera periódica durante el curso del tránsito, suben a la superficie y
se reflejan en los característicos “acontecimientos” uranianos. Durante el
curso del tránsito puede haber puntos en los que nos enfrentamos con el planeta
en tránsito en todo su poder arquetípico. Pero lo más probable es que lo
encontremos en nuestros sueños, nuestro humor y en las corrientes de nuestros
sentimientos y fantasías, hasta que algo madura como una fruta y está listo
para ser arrancado.
Reconocer la importancia de los orbes ayuda a
clarificar por qué tantos de los cambios importantes relacionados con el
proceso interior del tránsito ocuren antes de que el aspecto planetario sea
exacto, y no mientras lo es. No tiene mucho sentido pensar en términos de un
tránsito exacto de Urano en oposición a nuestro Sol natal dentro de dos años,
cuando el planeta ya está dentro de los 8° de orbe. El tránsito ya está
ocuriendo, mientras estamos ocupados haciendo una nota en nuestro diario que
prevé un trastorno de aquí a dos años. Un poco de retrospección nos revelará
que los sentimientos asociados al tránsito ya empezaron a influir en nuestra
vida, si bien, como ya dije antes, esos sentimientos tal vez no guardan mucha
semejanza con lo que entendemos como la teleología de Urano en oposición al
Sol. Quizás adopten la forma de una ansiedad creciente, una sensación de que
algo amenazante se avecina y una fuerte necesidad de atar todo para que quede
asegurado. Es probable que nos sintamos de muchas maneras menos uranianos
durante el período de acumulación. Si tratamos de entender el significado de este
tránsito cuando está dentro de los 8° de orbe, no tenemos que espiar en el
futuro, porque ya está aquí, en el umbral, en este preciso instante.
Cualquiera que trabaje con la psicoterapia de
profundidad es probable que se encuentre familiarizado con el modo en que los
tránsitos arrojan su sombra ante sí, a veces años antes de que el aspecto sea
exacto. En los sueños aparecen imágenes que de manera inequívoca se relacionan
con el tránsito, como los túneles subterráneos y las figuras oscuras,
siniestras, asociadas a Plutón, o los pesados y esclavizantes temas terrenos
conectados con Saturno, o los motivos de fusión oceánica asociados a Neptuno.
Los tránsitos también se muestran en el desarrollo de la transferencia, que
empieza a revelar cualidades vinculadas al planeta en tránsito, mucho antes de
que el aspecto sea exacto.
Una de las cosas que aprendí al hacer trabajo
analítico a lo largo de los años, es que el tránsito ha empezado su gestación
en el inconsciente desde que entra en un rango de 10° u 11° de distancia
respecto del planeta natal. Podremos suponer que no tenemos nada en qué pensar
hasta que alcanza 1° de orbe. Pero no es así como funciona. Es un proceso
gradual, un segmento de un ciclo permanente, y cuanta más comprensión tengamos
durante el período de acumulación, más creatividad podremos emplear en el
trabajo con las energías que funcionan dentro. Entonces, lo que estamos
haciendo es obtener una percepción inteligente de nuestros propios patrones
psíquicos: cooperar con ellos, participar en ellos y crear relaciones entre el
ego y la psique mayor que tiene efectos determinados en el resultado del
tránsito.
Dado que manejamos orbes, también descubriremos
que es muy raro que un tránsito no esté acompañado. Esto se aplica en
particular a aquellos tránsitos cuyos ciclos están vinculados por una relación
particular en el tiempo. Por ejemplo, sabemos que el ciclo de Urano y el de
Saturno están conectados mediante múltiplos de siete años aproximadamente.
Neptuno también está enganchado en este marco temporal. Cuando tenemos a Urano en tránsito en
oposición a Urano natal, también tendremos a Saturno en tránsito en oposición a
Saturno natal dentro de un par de años y, debido al factor de orbe, estos
tránsitos suelen superponerse y conectarse psicológicamente. Neptuno en
tránsito también estará en cuadratura con Neptuno natal alrededor de la misma
época. Cuando tenemos a Saturno en tránsito en su segunda cuadratura con
Saturno natal, también tendremos a Urano en tránsito en cuadratura con Urano
natal casi al mismo tiempo. Quienquiera que haya sido el que orquestó las
órbitas planetarias, tiene un agudo sentido del ritmo.
Si pensamos en esta inevitable coincidencia de
los aspectos en tránsito, también nos daremos cuenta de que todo planeta natal
involucrado por aspecto con Saturno, Urano o Neptuno, tendrá a los tres
activándolo por tránsito a intervalos regulares. En la primera mitad de la
vida, la Luna
progresada también podrá unirse a la diversión, dado que regresa a su lugar
natal no mucho antes del retorno de Saturno. Es casi como una orgía cósmica.
Las coyunturas importantes en que estos tránsitos se agrupan son las épocas en
las que atravesamos las famosas etapas críticas de la vida: la pubertad, la
crisis de la mediana edad, la jubilación, etc. debemos tomar en cuenta el
cuadro general, aún cuando empecemos por explorar los ciclos uno por uno.
Por ejemplo, una persona que tiene a Saturno
natal en cuadratura con el Sol, siempre experimentará un tránsito de Saturno al
Sol al mismo tiempo que Saturno transita a su Saturno natal. En ciertas coyunturas,
particularmente en la primera mitad de la vida, también tendrá a Urano en
tránsito activando tanto al Sol natal como a Saturno natal, un poco antes del
tránsito de Saturno. Y a veces, Neptuno en tránsito y la Luna progresada activarán al
Sol natal y a Saturno natal al mismo tiempo que Saturno en tránsito y Urano en
tránsito. Si bien los aspectos exactos no ocurren en el mismo preciso momento,
la importancia de los orbes significa que habrá una superposición. Los dos
planetas natales están “casados” y todo tránsito siempre involucrará a ambos,
aunque sea por aspecto menor.