sábado, 19 de diciembre de 2009

Saturno en Libra


Saturno transitando por Libra nos invita a hacernos cargo de construir relaciones maduras y responsables. En tal sentido, quiero compartir una nota que escribí hace un tiempo, que se basa en la visión de lo vincular desarrollada por Carl Rogers. Espero que la disfruten!

En su libro “El proceso de convertirse en persona”, Rogers se plantea preguntas para descubrir cómo crear lo que él llama “una relación de ayuda”. Si bien se trata de crear un vínculo que promueva el desarrollo personal en el ámbito terapéutico, estas preguntas constituyen una guía de aplicación universal para revisar cómo nos vinculamos en todo tipo de relaciones.

Algunas de esas preguntas ayudarán al lector a revisar su manera de vincularse:
“¿Puedo ser lo suficientemente expresivo como persona, de manera tal que pueda comunicar lo que soy sin ambigüedades?
¿Puedo permitirme experimentar actitudes positivas hacia otra persona, como ser, calidez, cuidado, agrado, interés, respeto, sin experimentar el temor de quedar atrapado? ¿Puedo ser suficientemente fuerte como persona como para distinguirme del otro?
¿Es mi individualidad lo bastante fuerte como para no sentirme atemorizado por su miedo o absorbido por su dependencia?
¿ Estoy suficientemente seguro de mí mismo como para admitir la individualidad del otro? ¿ Puedo permitirle ser lo que es, otorgarle la libertad de ser?
¿Puedo ingresar en su mundo privado de modo tan pleno que pierda todo deseo de evaluarlo o juzgarlo?”

Rogers sostiene que las relaciones que ayudan al desarrollo humano se estructuran de acuerdo a tres actitudes: éstas constituyen una guía de aplicación universal en todo tipo de relaciones humanas. Si nos proponemos convertirlas en un estilo de vida nos conducirán a vincularnos, con nosotros mismos y con los demás, de un modo diferente, mucho más sano y maduro.     Estas actitudes son: 1.- Congruencia, que quiere decir ser auténtico, transparente, ser uno mismo. 2.- Aceptación positiva incondicional, que se interpreta como no juzgar. 3.- Empatía, que significa ver el mundo como el otro lo ve, ser capaz de ponerse en el lugar del otro.

¿Es habitual que nos relacionemos así?  En general juzgamos al otro y lo hacemos basados en nuestros propios valores. De la misma forma, tampoco es habitual que hayamos sido o seamos frecuentemente aceptados de esta manera por los demás.

Estas tres actitudes generan un ámbito que promueve el crecimiento personal en un clima de seguridad y calidez en todo tipo de relaciones. Además al relacionarnos de esta manera, también le estamos enseñando al otro a ser así consigo mismo, es decir, a ser empático, aceptante y congruente primero consigo mismo y, en consecuencia, con los demás.

Carl Rogers habla también de una noción que constituye una condición inherente al ser humano: él la llamó “tendencia actualizante”, que podemos entender como “potencialidad para el desarrollo pleno” y explicar diciendo que todo individuo tiene las herramientas y el potencial necesarios para crecer y desarrollarse en la dirección que le indica su ser. Esto lo convertirá en un individuo autónomo, capaz de experimentar la vida en plenitud, permaneciendo abierto a la experiencia. En definitiva, un individuo libre, sano y creativo.

A través de esta imagen intentaremos comprender el sentido de un vínculo sano:  “En un jardín las diferentes plantas van creciendo, cada una según su ritmo. En este proceso, algunas se doblarán hacia adelante, otras caerán sobre otras plantas. Entonces el jardinero colocará un tutor. ¿Cuál es su función? Acompañar el crecimiento de la planta sin interferir en él. Estar junto a ella, sosteniéndola. Pero es la planta la que crecerá en la dirección que le indica su esencia.”

Si los seres humanos pudiéramos sentirnos tutores unos de otros, crearíamos relaciones exentas de manipulación, control y luchas de poder, dejando que el otro sea él mismo, no interfiriendo en su crecimiento, no intentando dirigir, invadir o colonizar su vida.
Llegaríamos a ser a ser quienes somos, viviendo en plenitud.



Carl Rogers (1902-1987). Psicólogo estadounidence, perteneciente a la escuela de la Psicología Humanística, corriente que prioriza la experiencia subjetiva del individuo, centrándose en su potencial y sus ideales. Los psicólogos humanistas se ocuparon principalmente de las necesidades de amor, autoexpresión, autorrealización, creatividad y espiritualidad del ser humano.
Desarrolló  el Enfoque Centrado en la Persona (ECP), un estilo de terapia no directiva cuyas teorías abarcan las interacciones entre terapeuta y consultante, pudiendo ser aplicadas también a todas las interrelaciones humanas. Habiendo investigado las leyes que regulan la dinámica de los vínculos es, en definitiva, el diseñador de una filosofía de lo vincular.
Bibliografía sugerida: “El proceso de convertirse en persona” y “El camino del ser” (ambos de Carl Rogers).

viernes, 16 de octubre de 2009

Hoy hablamos de Astrología


En el día de la fecha, fui invitada a participar en "El Programa de Uno y los Demás", que se transmite los viernes, de 21 a 22 hs., por AM1010 Radio Onda Latina. Con la conducción de Leonardo Greco y producción general de Daniel Altieri. El siguiente texto es transcripción de la entrevista.


1) Pregunta: ¿De qué hablamos cuando hablamos de Astrología hoy?

La Astrología ha recorrido un largo camino desde sus orígenes, que se remontan a Babilonia, Egipto, Grecia y Roma.

Hoy, hablar de Astrología es hablar de una disciplina metafísica en cuya formación se utilizan recursos de la Mitología y de la Psicología Humanística (principalmente la de orientación Junguiana).

La Astrología medieval se centraba en las predicciones mientras que la Astrología hoy busca y facilita el desarrollo personal.
A mí me gusta decir que "comprender es mejor que predecir". Con esto quiero enfatizar que los aspectos más relevantes de la Astrología son aquellos que ayudan al individuo en su proceso de apertura a la experiencia y para eso la comprensión es fundamental.

Muchos psicólogos hoy se forman en Astrología para utilizar la carta natal en la atención de sus pacientes.

2) Pregunta: ¿Con qué elementos cuenta la Astrología para facilitar este proceso de desarrollo?

El primer elemento es el Zodíaco: me refiero a los doce signos que todos conocemos. El Zodíaco es el recorrido que sigue el fluir de la energía vital, en doce fases o etapas. El significado de los signos zodiacales responde a un orden secuencial: cada signo toma su significado del que lo precede y da significado al que le sigue.

Todos los procesos –sean físicos o simbólicos- atraviesan estas doce fases, desde el arranque hasta la consumación del ciclo. Ejemplo: una relación, un emprendimiento, pasarán por las doce fases o etapas simbolizadas en el Zodíaco.

También están los planetas, en los que están representadas todas las funciones psíquicas del individuo. Y las doce casas, que son los sectores de la carta natal en los que se hallan incluídas todas las áreas de la experiencia humana.

Estos componentes: signos zodiacales, planetas y casas, son los elementos principales que integran la carta natal. Hay otros, pero estos son los principales.

3) Pregunta: ¿Qué es una carta natal? ¿Cómo se hace?

Es un mapa de energías que muestra la cualidad de un momento del tiempo que coincide con el nacimiento de una persona. Para hacerla se precisan la fecha, hora exacta y lugar geográfico del nacimiento.

Como es un gráfico de energías, en una carta natal no existe nada que en sí mismo sea bueno o malo, positivo o negativo, benéfico o maléfico. En realidad solemos ver como negativo todo aquello que nos causa dolor o nos saca de nuestros lugares de comodidad o protección. Y como positivo, lo que nos da placer o nos permite permanecer en esos sitios de comodidad o protección: esto después se transforma fácilmente en encierro o estancamiento.

No hay nada predeterminado: la carta natal como mapa de energías muestra predisposiciones y tendencias, que son a la vez herencias y desafíos. Pero es el individuo quien con su conciencia y voluntad puede intervenir para modificar la realidad o dejarla como está.

Lo que no aparece en la carta natal es hasta qué punto un individuo, que es único e irrepetible, modificará sus circunstancias ejerciendo su libertad personal.

Teniendo en cuenta esto: ¿cuál sería el lugar de las predicciones?

Y otra pregunta, desde este enfoque, podría ser: ¿somos realmente predecibles?

4) Pregunta: Entonces ¿qué pasa con los horóscopos que aparecen en los medios, por ejemplo? ¿Y las webs que te ofrecen cartas natales con informes enviados por mail?

Yo veo a los horóscopos como un entretenimiento que distorsiona la verdadera Astrología. El horóscopo se refiere sólo al signo solar (el del día del cumpleaños), pero la carta natal nos enseña que todos tenemos los doce signos zodiacales en nosotros.

En cuanto a las webs que ofrecen cartas natales, quizás podrían servir para despertar el interés por la Astrología. Pero si inicialmente actúan como disparadores, después hay que profundizar y esto requiere individualizar la consulta.

5) Pregunta: Escuché decir que en la carta natal la Luna representa a la madre. Como el domingo es el día de la madre… ¿podrías hablarnos de este tema?

Ante todo, hay que destacar que la Astrología llama “planetas” al Sol y a la Luna. O también “luminarias”. Y que los planetas tienen diversos significados en cuanto a lo que representan o simbolizan. En el caso de la Luna, el arquetipo de la madre es sólo uno de esos significados.

La Luna no representa a la madre real o física. Cuando en una entrevista astrológica hablamos de las características de la Luna en una carta natal (tomando su posición por casa, signo y aspectos a otros planetas), vemos que describe la vivencia que la persona tuvo de su madre. En otras palabras, la Luna es la imagen internalizada de la madre o de la persona que haya desempeñado la función materna.

En los primeros siete años, además del cuerpo físico, se forman las estructuras psíquicas básicas del ser humano. Las circunstancias y condicionamientos de esos años marcan profundamente, dejando huellas que nos acompañan por el resto de la vida. En esos primeros años se aprenden las conductas que van a quedar incorporadas como hábitos: comer, jugar, caminar, hablar, leer y escribir. La Luna también simboliza el mundo de las emociones y nuestra capacidad de respuesta emocional: la empatía.

Todo esto está íntimamente vinculado con los cuidados de nutrición, seguridad y protección que hemos recibido siendo bebés y niños. Y esto depende de la manera en que nuestra madre –o quien haya desempeñado la función materna- ha respondido para satisfacer o no nuestras necesidades. Repito esto porque es importante: la Luna no describe a la madre tal como ella es en realidad, sino a la vivencia que el individuo ha tenido, es decir que es la imagen que ha internalizado.

Esta es una imagen muy difícil de desarraigar: de esta vivencia dependen la actitud que tendremos para confiar y abrirnos a la experiencia como también el mayor o menor grado de dependencia emocional que desarrollaremos en lo vincular. Aquí agregaría que la Luna tiene un rol preponderante en Sinastría, que es la Astrología de las relaciones, y es la rama de la Astrología a la que recurrimos cuando queremos estudiar el grado de compatibilidad entre las personas.

Si bien decimos que la Luna influencia los primeros siete años de la vida, esta influencia siempre está presente porque la Luna representa nuestra naturaleza primaria, instintiva, indicando nuestra manera de reaccionar. Por eso también describirá al niño interior: cuando actuamos desde ese niño interior insatisfecho podemos ser caprichosos, peleadores o encerrarnos en nosotros mismos, buscando refugio o auto protección si nos sentimos amenazados: esto hace que levantemos defensas y nos cerremos a la experiencia. En cambio si actuamos desde el sano niño interior, será más fácil mantener un sentido lúdico de la vida.

La Luna también está relacionada con la concepción, la gestación y el nacimiento. Si queremos descubrir cómo es el vínculo de una persona con su madre, tenemos que mirar en la carta natal la posición de la Luna por signo, casa y aspectos, el signo de Cancer y la casa 4. Hay quienes dicen que la madre puede estar relacionada a la casa 10, sin embargo para mí la casa 10 muestra al padre porque simboliza la salida al mundo y el lugar que uno ocupa en el mundo. Y es el padre quien habilita la salida al mundo.

Para terminar, en Astrología se dice que “hay que vencer la Luna para alcanzar el Sol”. Estas palabras sugieren que intentemos vencer la naturaleza primaria, no actuando desde las reacciones emocionales para poder alcanzar la naturaleza esencial o conciente simbolizada por el signo del Sol: un enorme desafío, porque ante cada situación nos veremos enfrentados a elegir entre seguir reaccionando como niños o responder como individuos maduros.


domingo, 5 de julio de 2009

Richard Idemon y la Astrología



En el texto siguiente, perteneciente al libro “El Hilo Mágico - Seminarios de Astrología Psicológica” (Ediciones Urano), Richard Idemon (fallecido en 1987) comparte algunas reflexiones sumamente iluminadoras partiendo de su propia experiencia. Imperdible para astrólogos, estudiantes y amantes de la astrología. Que lo disfruten!

Pregunta: ¿Cómo te las arreglaste con el precio que hay que pagar para ser astrólogo? ¿Cómo te enfrentaste con la soledad y por sentirte excluído, o por ser motivo de risa, o que los demás te tomaran por tonto o chiflado?

Respuesta: En mi condición de principiante en el estudio de la astrología, y es así como considero mis primeros diez años, para mí fue importantísimo ganar adeptos. Hacerlo forma parte de esa peculiar época de la vida en que tu fe en algo es tan poderosa y eso en lo que crees ha tenido tanto impacto en ti que, por otra parte, te deja también bastante inestable. Como todavía no has llegado a arraigar en un conocimiento auténtico del fondo de tu alma, tienes que esforzarte por lograrlo. Por eso yo solía enzarzarme en continuas discusiones; más aún, las provocaba. Cuando me presentaba a alguien diciendo que era astrólogo, eso implicaba un: “¿Quieres que lo discutamos?”, algo que era importante para mí entonces porque estaba usando a la gente como un niño usa un mordedor cuando le están saliendo los dientes. Al ir refinando mi pensamiento mediante la discusión, refutando argumentos y enfrentándome con los escépticos, me afirmaba más auténticamente en mi creencia. Ahora, si me encuentro con alguien que cree que la astrología es un disparate, no le hago caso, porque no quiero discutir con nadie de mentalidad tan cerrada. Sin embargo, es interesante que también haya astrólogos que afirman que no son capaces de discutir con espíritu abierto. La cerrazón mental les gusta; son como la polilla que se precipita en la llama. E incluso hay entre nosotros personas (y no quiero decir que eso tenga nada de malo) a quienes les divierte discutir con aquellos a quienes la astrología los pone histéricos, y es probable que en esa actitud haya un problema secreto con la sombra.

En cuanto a la segunda parte de lo que me has preguntado, yo provengo de una de esas familias “heridas” que tantos tenemos, y en estos casos la cuestión está en cómo te las arreglas tú para cuidar de ti mismo. Cuando eres un pararrayos, ya sea porque eres muy conocido o porque representas algo que constituye un reto para la “mentalidad del mínimo común denominador” del colectivo que te rodea, eso te pone en cierto sentido en un lugar solitario. Pero la clave de lo que te permite enfrentarte con ello se halla en que tú mismo te brindes tu propio alimento y sepas cuidarte solo. Se trata de no caer en la trampa de pensar: “Soy un servidor del Universo, un canal, y sólo existo en el nivel transpersonal, porque el personal es simplemente demasiado para mí”. Adentrarte en tu propio trabajo, por cualquier camino que te haya llevado a él, alimentar a tu niño interior, cuidar de tu vida, asegurarte de que tu necesidad de seguridad emocional esté satisfecha, de que estás bien contigo mismo, todo eso te permite ocupar con relativa tranquilidad ese lugar tan expuesto, porque los vientos que soplen no te sacudirán tanto si tus raíces se hunden firmemente en la tierra.

Creo que lo fundamental es el cuidado afectuoso de la persona interior, para afirmarse y centrarse en ella. Por eso insisto constantemente en que hay que descender por el laberinto, porque mediante la curación que se obtiene en ese ámbito, nos vamos creando un territorio para nosotros mismos; allí es donde están nuestras raíces. Si éstas son fuertes, el árbol será capaz de resistir muchísimo viento; si las raíces son superficiales, un fuerte golpe de viento lo derribará. Por eso, al crecer debemos tener presente que somos a la vez raíz y rama, y que no podemos estar preocupados sólo por estirarnos hacia el cielo. Debemos recordar que tenemos raíces que descienden hacia el mundo subterráneo, y que hay que hacerlas crecer de tal manera que sirvan de contrapeso a las ramas que elevamos hacia el cielo.

Pregunta: ¿Podrías hablarnos de cómo ves tú el futuro papel de la astrología? ¿Crees que irá siendo gradualmente más aceptada? ¿Y cuál es la parte que nos cabe en su enseñanza?


Respuesta: Odio hacer predicciones, porque lo más fácil es que no acierte, como veinte años atrás, cuando pronostiqué que al cabo de veinte años se enseñaría astrología en todas las universidades. Pero así y todo, creo que el proceso está en marcha. Pienso en la astrología simplemente como una más de tantas cosas que la gente hace, como la cestería o la meditación, el tipo de cosas que todos hicimos en los años sesenta y setenta, cuando también en la astrología se produjo un gran despertar. Ahora eso ha cambiado, el campo es más estrecho, pero se profundiza más en él. La gente que hoy se interesa por la astrología se centra en ella con más seriedad y más sinceridad. El movimiento que veo en marcha, y que me fascina, es el matrimonio entre la astrología y todas las variantes de la psicología. Un seminario como este no se habría podido realizar quince años atrás. ¿Por qué? Porque entonces no habría tenido público, pero se ha producido un cambio de conciencia, y eso es lo que me estimula y me entusiasma. En cierto sentido somos todos misioneros, somos modelos. Cada uno de nosotros, en la medida en que va profundizando su propia visión intuitiva, en que celebra el matrimonio entre la astrología y otras disciplinas, se constituye en modelo para otras personas y muestra el camino a los que vienen detrás.


Pregunta: Me parece importante tener presente que llegaremos a un momento en la vida en que ya no sintamos necesidad de contemplarla por mediación de la astrología, que no es más que uno de los instrumentos de una manera de enfocarla. He conocido a algunos astrólogos muy ancianos que terminaron por renunciar a ella.


Respuesta: Lo que me pregunto es a qué tipo de astrología renunciaron. ¡Porque hay algunas que yo recomendaría a todo el mundo que las deje atrás!
Por ejemplo, con frecuencia la gente me pregunta si no llevo mi carta natal a todas partes, o una tabla de efemérides, o dónde tengo tal o cual planeta progresado. Y se escandalizan cuando les digo que no estoy seguro del grado. Pues ese es precisamente el tipo de astrología al cual ansío renunciar. Conozco mi propia carta y sé exactamente cómo es, pero no tengo por qué ser una efemérides ambulante. A este tipo de astrología ya he renunciado. Preferiría más bien seguir profundizando en mi propia alma. Eso, para mí, es una pasión, y no quiero renunciar a una pasión. A lo que he renunciado ya es a ese tipo de astrología que me limita, a la astrología de la dependencia, a la astrología umbilical, y quisiera animaros a hacer lo mismo tan pronto como os sintáis preparados para hacerlo. Muchos astrólogos siguen llevando su carta a todas partes, como la palma de la mano, para mostrarla. No es que eso esté mal; es una fase, una fase natural por la que todos hemos pasado. Lo primero que yo hacía cada mañana, y lo último que hacía cada noche, era mirar mi carta: “Ah, Neptuno se ha desplazado un minuto más de arco. ¿Qué deberé hacer mañana?” Es una fase natural que ya pasará, pero cuidad de no tirar el grano junto con la paja, porque el grano os dará una excelente cosecha.

martes, 23 de junio de 2009

La Teosofía y la Sociedad Teosófica



Aquí comparto un texto difundido por la Sociedad Teosófica de Buenos Aires, en el cual se explica claramente el propósito de la Teosofía y los objetivos de la Sociedad Teosófica. Espero que sea del agrado de los lectores de este blog.

TEOSOFIA


En la actualidad, muchos psicólogos reconocen que una de las necesidades básicas del hombre es conocer, comprender, encontrar significados. Para sentirse completo, integrado, debe tener respuestas – especialmente para las cuestiones fundamentales de la vida-. ¿Hay un diseño y un propósito en la naturaleza? ¿Tiene la vida del hombre algún significado en sí misma, aparte de los significados que él mismo le impone? ¿Hay valores incluídos en el esquema de las cosas, valores inherentes a la naturaleza y no sólo a una cultura humana en particular? ¿Se sobrevive a la muerte? Durante siglos el hombre se ha preguntado cosas como éstas, y aún hoy se las pregunta.


En Occidente se encuentran hoy día muchas respuestas conflictivas en diferentes grupos filosóficos y religiosos, sin nada que ayude a discriminar entre ellas. En culturas anteriores, los estudiosos coincidieron en los principios básicos sobre los que se halla establecido el universo, principios que han sido a veces parte integral de la cultura como un todo, entretejidos en la trama de la vida cotidiana.


Rastros de verdad han aparecido repetidamente a través de la historia, enseñados a veces abiertamente y dominando una cultura, como en el caso de la antigua Grecia; otras veces, enseñados en secreto a aquellos que buscaban. Los principios han sido expresados de manera diferente y, en diferentes épocas, se han enfatizado varios aspectos; pero los fundamentos han permanecido sin cambio. El núcleo de comprensión, o tradición imperecedera, se conoce como Teosofía – “sabiduría divina” -, un término que se remonta a la era Alejandrina de grandeza. A menudo se la llama oculta o esotérica porque se ocupa no sólo de lo obvio o superficial sino de aquello que está escondido o esencial. Trata de los procesos y leyes invisibles de la naturaleza, de aquello que está detrás y más allá de la ciencia, implica el estudio de los principios metafísicos que sostienen el universo.


Los fundadores de todas las grandes religiones han enseñado aspectos de esta docrina, que pueden rastrearse en todas las religiones modernas, aunque a menudo se encuentran escondidas bajo malas interpretaciones que se han ido acumulando en el transcurso de las edades. Sin embargo, es especialmente moderna y se encuentra a tono con la búsqueda actual de una visión global para integrar la avasalladora explosión de conocimiento en el siglo veinte. Los nuevos adelantos de la ciencia han corroborado muchas de las ideas claves de la filosofía teosófica.


Esta tradición se basa en algunas proposiciones fundamentales:


1.- El universo y todo lo que en él existe es un todo interrelacionado e interdependiente.
2.- Todo en la existencia –desde el átomo hasta la galaxia- tiene su raíz en una Realidad primordial y eterna. Esta Realidad lo penetra todo, pero no puede ser jamás limitada a sus partes, puesto que trasciende todas sus expresiones. Se revela en los procesos determinados, ordenados y manifiestos de la naturaleza, así como en los recintos más profundos de la mente y del espíritu.
3.- La Ley fundamental universal es la del equilibrio, retribución y compensación de toda energía. Con flexibilidad y a su debido tiempo en la eternidad, determina el destino de los seres proporcionalmente a su responsabilidad individual.
4.- El reconocimiento del valor único de cada ser viviente se expresa en reverencia por la vida, compasión para todos, comprensión de la necesidad de cada individuo para descubrir la verdad por sí mismo y respeto por todas las tradiciones religiosas. Los caminos por los que estos ideales se convierten en realidad en la vida de cada persona son prerrogativa y responsabilidad de cada individuo.


LA SOCIEDAD TEOSOFICA


La Sociedad Teosófica es una organización internacional no sectaria de mujeres y hombres que están unidos por el reconocimiento del principio de Fraternidad entre todos los seres. Aparte de esto, no tiene ningún credo ni ninguna creencia obligatoria. Su asociación se basa en el fundamental respeto del derecho a la libre investigación, una consecuente consideración hacia todos y una preocupación general por el progreso futuro de la humanidad y de todos los seres vivientes.


A los miembros de la Sociedad Teosófica se les ofrece la oportunidad y el estímulo necesarios para que puedan estudiar las enseñanzas de la Teosofía en su presentación antigua o moderna, pero se les deja en plena libertad para aceptar, rechazar o reinterpretar estas enseñanzas de acuerdo con su propio y personal entender.


LOS TRES OBJETIVOS de la Sociedad Teosófica son:


Formar un núcleo de la Fraternidad Universal de la Humanidad, sin distinción de raza, credo, sexo, casta o color.
Fomentar el estudio comparado de las religiones, filosofías y ciencias.
Investigar las leyes no explicadas de la Naturaleza y los poderes latentes en el hombre.




El PRIMER OBJETIVO, la fraternidad universal, señala la expresión de una mente en la que no hay prejuicios de ninguna clase, ninguna barrera contra nada. Este objetivo implica una profunda revolución psicológica porque una conciencia así es completamente diferente de la conciencia ordinaria. Cuando el hombre se libere de sus prejuicios y de sus barreras, se materializará un nuevo mundo de belleza, libertad y bondad. Es la única cosa que puede cambiar a la humanidad y conducirla a un nuevo nivel de existencia.


Los otros dos objetivos están referidos a la búsqueda de la verdad, ya que ésta libera al individuo de la insensatez de una acción basada en falsos conceptos de la realidad. EL SEGUNDO OBJETIVO no se refiere simplemente al pensamiento especulativo o a discusiones académicas; está encaminado a suprimir la ignorancia, redimiendo a la mente de las irrealidades en las que vive. Está dirigido a producir una transformación interior.


El TERCER OBJETIVO implica el estudio no sólo de la naturaleza en su manifestación externa, sino de la relación de todas las cosas, porque toda ley es una afirmación de relación. Estas son sutiles y mucha gente piensa que no existen. Sin embargo, la comprensión de nosotros mismos está relacionada con la comprensión de las leyes y de las fuerzas que laboran detrás de ellas. Así pues, el estudio del ser humano, tal como realmente es, y de sus posibilidades más elevadas, las profundidades o las alturas que puede alcanzar, es importante para la humanidad. Aunque la Sociedad Teosófica tiene tres objetivos, tiene un propósito único, que es el de elevar a la humanidad desde el punto de vista moral y espiritual.


La Sociedad Teosófica no hace Teósofos. El teósofo se forma a sí mismo en el laboratorio de la vida, asimilando las experiencias que le proporcionan los acontecimientos. La Sociedad Teosófica es un vasto experimento mundial de transformación interna del ser humano.


Para que el estudiante reforme su carácter, la Sociedad Teosófica le proporciona los conocimientos elementales y le crea el ambiente adecuado para el estudio e intercambio de modos de ver y comprender. Lo demás es obra suya y en sus manos está que este proceso sea breve o dilatado, según sea que él ponga verdadero interés o que simplemente se deje llevar por los factores evolutivos que gobiernan a la generalidad de los hombres. La Teosofía contiene cierto cuerpo de enseñanzas cuya difusión es uno de los fines que la Sociedad Teosófica se propone, pero sin hacerlas obligatorias para sus miembros. Tal actitud de la Sociedad Teosófica descansa en una base muy sólida: que ninguna persona podrá realmente creer una verdad mientras no haya crecido internamente lo suficiente para verla por sí misma. El hombre que no está ciego y abre los ojos, ve la luz; no es necesario pedirle que crea en ella. Tal sucede con la verdad en nuestro plano mental: tan pronto como quedan abiertos los ojos de la naturaleza interna, los ojos del intelecto, no queda ya lugar para la argumentación: es cuestión de VER.



viernes, 29 de mayo de 2009

domingo, 24 de mayo de 2009

Los Mitos asociados a los Elementos



El texto que sigue forma parte del libro "Astrología y Mitología", de Teresa Andreu, cuya lectura recomiendo.


"En astrología hablamos siempre de cuatro elementos en los que se basa la experiencia humana: tierra, agua, aire y fuego. Son las diferentes formas en que abordamos las experiencias.


El elemento tierra nos daría el enfoque de lo pragmático, de la realidad, de la percepción y del trabajo concreto y la conexión con lo cíclico de la vida, lo más instintivo y terrenal.
En el elemento agua, la experiencia estriba en lo emocional, en el sentimiento y el trabajo con nuestros deseos y emociones.
El elemento aire, que corresponde a nuestra parte mental, se relaciona con la volatilidad, las ideas y razonamientos y los caminos opuestos que nuestra mente puede percibir.
En el elemento fuego la experiencia nos lleva a la aspiración, la intuición y la visión heroica, es el dar sentido a lo que uno vive.


Los mitos astrológicos tienen diferentes enfoques, según la cualidad del signo al que se asocian, y aunque nos hablan siempre de nuestro crecimiento y de cómo afrontar los problemas, hay muchos mitos que se parecen o que tienen la misma dirección, si bien sus historias y personajes son diferentes.


Esta unidad de dirección o de tipo de trabajo la podemos ver en los mitos que corresponden a los distintos elementos.


Si empezamos por la tierra, en el signo de Tauro el mito nos habla de pasiones e instintos y de la forma de encontrar recursos en uno mismo. En el signo de Virgo vemos un mito en el que se nos describe el proceso cíclico de las estaciones y la catástrofe que le puede sobrevenir a todo ser humano por ir a contracorriente y no aceptar lo que es necesario vivir en cada momento. En Capricornio, nos encontramos ante la evidencia de que hace falta que algo muera para que algo nuevo renazca, así como poder aprender de lo viejo para dar un empuje a lo joven.


Si miramos los mitos de los signos de agua, veremos que en el signo de Cancer afrontamos las dependencias y lastres y cómo nuestras emociones desatadas pueden destruirnos o transformarnos. En Escorpio, el mismo trabajo de Cancer se hace más manifiesto y el proceso es la regeneración de los sentimientos negativos; en cambio en Piscis tratamos de llegar con nuestras emociones a lo más alto que puede llegar el ser humano a través de la entrega, la compasión y la aceptación.


Al entrar en los mitos de los signos de aire vemos que en Geminis el trabajo es ver la dualidad, la luz y la sombra existentes en toda experiencia humana. En Libra seguimos con esa dualidad, pero tenemos que elegir un camino y comprometernos con él; y en Acuario miramos al futuro y vemos la promesa y la dificultad de ir más allá de lo puramente humano.


Por último, en los mitos de fuego vemos que en Aries se trata de recuperar el poder perdido, de volverse como un niño y encender la chispa del fuego interior. En Leo el trabajo es con el propio corazón, la gesta que supone el darle apertura, el abrirnos al amor; y en Sagitario uno debe aprender que está ligado a leyes humanas aunque pueda intuir la grandeza a la que podemos llegar.


Todo esto es una buena pista para nosotros ya que podemos ver, según la direción de nuestra carta natal o el momento que estemos atravesando, el tipo de experiencia que necesitamos vivir.


Por ejemplo, si alguien tiene destacado en su carta el elemento fuego, es natural que se tome la vida como un acto heroico y que necesite recuperar en su interior la conexión con la intuición y la apertura de corazón. Pero si la experiencia del momento, es decir, por tránsito o progresión, le está apuntando aspectos del elemento tierra, es necesario que tenga paciencia en esa heroicidad, que se tome el consabido descanso del guerrero y atienda a sus necesidades, ya que si es invierno, por ejemplo, no es un buen tiempo para emprender nada, pues la naturaleza está diciéndonos que interioricemos y esperemos a que la circunstancia de buen tiempo nos sea más propicia.”



domingo, 1 de marzo de 2009

Los Signos del Zodíaco


La Astrología es un lenguaje simbólico que ha sido utilizado por culturas muy evolucionadas.
Antiguamente, su empleo poseía una finalidad predictiva. En estos tiempos, algunos hemos elegido verla como un instrumento para refinar la conciencia y, por ende, la comprensión.
Cuanto mayor es la capacidad de comprender de un ser humano, más puede hacerse cargo de sus creaciones, tanto en el plano material como en los planos internos.
No me parece de utilidad enumerar una serie de características psicológicas que, supuestamente, posee cada signo. Pretendo reflejar la naturaleza esencial de cada energía zodiacal. He seleccionado diversas citas, pertenecientes a muchas de las conciencias más lúcidas de la humanidad, a fin de abordar el tema a la luz de esta mirada.

ARIES



- Hallaré un camino o me lo abriré. (Aníbal)
- La respuesta más rápida es la acción. (Proverbio americano)
- Todo comienzo tiene su encanto. (Goethe)
- El principio es la mitad de todo. (Pitagoras)
- No me arrepiento en absoluto de haber corrido todos los riesgos por aquello que me importaba. (Arthur Miller)


TAURO


- Estimar es crear, es convertir las cosas valoradas en tesoros y joyas (F. Nietzsche)
- El placer da lo que la sabiduría promete. (Voltaire)
- ¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes sino en disminuir tu codicia. (Epicuro de Samos)
- El que está satisfecho con su parte es rico. (Lao Tsé)
- La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la posesión. (Aristóteles)


GEMINIS


- La variedad es la madre de la diversión. (Disraeli)
- Una buena conversación debe agotar el tema, no a los interlocutores. (Winston Churchill)
- La curiosidad intelectual es la negación de todos los dogmas y la fuerza motriz de libre examen. (Jose Ingenieros)
- El hombre que no sabe callar, tampoco sabe hablar. (Publio Siro)
- La duda es uno de los nombres de la inteligencia. (Jorge Luis Borges)


CANCER


- La mano que mece la cuna rige el mundo. (Peter de Vries)
- La patria no es la tierra. Los hombres que la tierra nutre son la patria. (Rabindranath Tagore)
- Una patria es una asamblea de hogares. (Henri Bordeaux).
- La tradición te recuerda de donde vienes y adonde vas.
- El recuerdo es el perfume del alma. (George Sand)


LEO


- Pongo mi fuego en mi obra y mi obra multiplica mi fuego.
- Liderazgo es la capacidad de transformar una visión en realidad.
- La conciencia sólo puede existir de una manera, y es teniendo conciencia de que existe. (Jean Paul Sartre)
- La manera de hacer es ser. (Lao Tsé)
- El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo. (F. Nietzsche)


VIRGO


- La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando. (Pablo Ruiz Picasso).
- Ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica. (Jorge Luis Borges)
- El arte del descanso es parte del arte de trabajar. (J. E. Steinbeck)
- El orden es el placer de la razón pero el desorden es la delicia de la imaginación. (Paul Claudel)
- La salud es un estado transitorio entre dos épocas de enfermedad y que, además, no presagia nada bueno. (Winston Churchill)


LIBRA


- La diplomacia te saca de un problema en el que el tacto te hubiera evitado meterte. (Brian Bowling)
- El deseo de agradar es al espíritu lo que el adorno a la belleza. (Voltaire)
- No hay camino para la paz. La paz es el camino. (Mahatma Gandhi)
- El amor abre el paréntesis; el matrimonio lo cierra. (Víctor Hugo)
- A veces, uno se horroriza de descubrirse a sí mismo en otro. (Julian Green)


ESCORPIO


- En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra. (Eugenio Trias).
- Hay que aprender a salir limpio de los asuntos sucios y, si es preciso, a lavarse con agua sucia. (F. Nietzsche)
- Un hombre que no ha pasado a traves del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca. (Carl G. Jung)
- Sólo las pasiones, las grandes pasiones, pueden elevar el alma a las grandes cosas. (Diderot)
- Las pasiones son los viajes del corazón. (Paul Morand)


SAGITARIO


- La vía del exceso lleva al palacio de la sabiduría. (William Blake)
- La creencia no es el principio, sino el fin de todo conocimiento. (Goethe)
- Sólo comprendemos aquellas preguntas que podemos responder. (F. Nietzsche)
- La sabiduría es hija de la experiencia. (Leonardo Da Vinci)
- En filosofía son más esenciales las preguntas que las respuestas. (Karl Jaspers)


CAPRICORNIO


- Para llegar al momento de la realización es preciso atravesar el desierto de los años estériles (Rabindranath Tagore)
- Considera las contrariedades como un ejercicio. (Seneca)
- El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. (Jorge Luis Borges)
- La disciplina es la parte mas importante del éxito. (Truman Capote)
- La vida exige a todo individuo una contribución y depende del individuo descubrir en qué consiste. (Viktor Frankl)


ACUARIO


- Vivir es inventar. (F. Nietzsche)
- El cambio es la única cosa inmutable. (Schopenhauer)
- Sólo la renovación puede mantener. El que se queda parado, se retrasa. (Everhardus Johannes Potgieter)
- El hombre esta condenado a ser libre. (Jean Paul Sartre)
- La rebeldía es la virtud original del hombre. (Schopenhauer)


PISCIS


- La vida es como un soñar despierto. Cuanto mas inteligente y comprensivo es un hombre, tanto más siente la sublime contingencia de su vida, de sus propósitos; tiembla como el durmiente cuando llega un momento en que se da cuenta de que sueña. (F. Nietzsche)
- El que tiene imaginación, ¡con qué facilidad saca de la nada un mundo! (Gustavo A. Becquer)
- Las grandes elevaciones del alma no son posibles sino en la soledad y en el silencio. (Arturo Graf)
- La fantasía no es otra cosa que un modo de memoria emancipada del orden del tiempo. (Coleridge)
- Solamente una vida dedicada a los demás merece ser vivida. (A. Einstein)



martes, 17 de febrero de 2009

La carta natal y la conciencia


Dice Carl G. Jung: “La vida anímica del hombre civilizado es muy problemática; es más, sería inimaginable sin problemas. Nuestros procesos anímicos son, en gran parte, reflexiones, dudas y experimentos, es decir, cosas que el alma inconciente e instintiva del primitivo apenas conoce. La existencia de la problemática se la debemos al incremento de la conciencia, y es el *obsequio funesto* de la cultura.”

Se dice que en el reino mineral la conciencia duerme, en el reino vegetal sueña y en el reino animal despierta. El individuo es autoconciente, es decir, tiene conciencia de tener conciencia. Y esta capacidad exclusivamente humana, que puede sintetizarse en la expresión “darse cuenta”, le impone el hacerse cargo de sus palabras, acciones y/u omisiones y le impide –o tendría que impedirle- el andar a ciegas por la vida.

Los problemas que nos presenta la realidad son los desafíos que nos conducen a despertar y construir conciencia. Al resolverlos reconocemos nuestros poderes y habilidades. Utilizando la inteligencia y la voluntad podemos mejorar cada vez más nuestra manera de ser y estar en la vida.

La carta natal es una herramienta de desarrollo personal que nos da la posibilidad de incrementar la conciencia al comprender el sentido y el significado de nuestros procesos.

Al transitar las etapas cruciales de nuestra evolución, tenemos oportunidad de ver que nos movemos dentro de un orden mayor que nuestro pequeño orden cotidiano, que muchas veces las cosas no son lo que parecen, que la conciencia se identifica –hace identidad- con aquello a lo que prestamos atención, dejando en sombras el resto y que ese resto sigue actuando desde las sombras.

De esta forma excluímos partes de la realidad, valorando como positivo o negativo lo vivido, según el mayor o menor grado de placer, comodidad y/o seguridad que experimentamos. Se nos hace difícil vivenciar con paciencia los procesos para que puedan ser asimilados y trascendidos.

En la carta natal encontramos simbolizadas las “aptitudes” de un individuo: los talentos o dones que posee para afrontar la vida y sus circunstancias. A veces estos talentos son heredados pero también pueden ser adquiridos y desarrollados al vivir concientemente.

Lo que no encontraremos en la carta natal son las “actitudes” de un individuo, es decir, el modo en que habrá de hacer frente a los problemas y circunstancias. Si bien sus actitudes podrán ser deducidas de sus aptitudes, en última instancia dependerán del grado de conciencia y autoconciencia que sea capaz de desarrollar y, por lo tanto, siempre podrán ser modificadas por libre elección.

Aquí se plantea una diferencia que determinará si sus “actitudes” serán el fruto de respuestas o de reacciones. Como pauta general, toda respuesta implica el uso de la conciencia y de la voluntad mientras que toda reacción proviene de la repetición de los hábitos de siempre, por lo que es inconciente.

Si la vida fuera un teatro y nosotros actores, con un poco de humor podríamos relativizar, desdramatizar, jugar y fluir a través de los problemas, extrayendo de los mismos sus enseñanzas fundamentales. Sabiamente, en su libro *Ilusiones* Richard Bach nos recuerda que: “No existe ningún problema que no te aporte simultáneamente un don. Buscas los problemas porque necesitas sus dones”.



martes, 3 de febrero de 2009

Libertad de la voluntad y fatum



Los invito a reflexionar profundamente con el siguiente texto de Friedrich Nietzsche, cuyo título es "Libertad de la voluntad y fatum". Fue escrito en abril de 1862. (Traducción de Luis Fernando Moreno Claros, en Nietzsche F., "De mi vida, Escritos autobiográficos de juventud" (1856-1869), Valdemar, Madrid, 1997).



"La libertad de la voluntad, que en sí misma no es otra cosa que libertad del pensamiento, está limitada de la misma manera que la libertad de pensar. El pensamiento no puede ir más allá del horizonte hasta el que se extienden las ideas; sin embargo, éste se basa en las percepciones que se van adquiriendo y puede ampliarse conforme lo hace. Asimismo, la libertad de la voluntad puede expandirse también hasta ese mismo punto, si bien, dentro de tales confines, es ilimitada. Otra cosa distinta es el obrar de la voluntad; la facultad de hacerlo se nos impone de manera fatalista.



En la medida en que el fatum se le aparece al hombre en el espejo de su propia personalidad, la libre voluntad y el fatum individual son dos contrincantes de idéntico valor. Nos encontramos con que los pueblos que creen en un fatum destacan por su fortaleza y el poder de su voluntad, y que, en cambio, hombres y mujeres que dejan fluir las cosas tal y como van, ya que «lo que Dios ha hecho bien hecho está», se dejan llevar por las circunstancias de manera ignominiosa. En general, «la entrega a la voluntad de Dios» y la «humildad» no son más que las coberturas del temor de asumir con decisión el propio destino y enfrentarse a él.


Ahora bien, por más que se nos aparezca el fatum en su condición de delimitador último como más potente que la libre voluntad, no debemos olvidar dos cosas: la primera, que fatum es tan sólo un concepto abstracto, una fuerza sin materia, que para el individuo sólo hay un fatum individual, que el fatum no es otra cosa que una concatenación de acontecimientos, que el hombre determina su propio fatum en cuanto que actúa, creando con ello sus propios acontecimientos, y que éstos, tal y como conciernen al hombre, son provocados de manera consciente o inconsciente por él mismo, y a él deben adaptarse. Pero la actividad del hombre no comienza con el nacimiento, sino ya en el embrión y quizá también -quien sabe-, mucho antes en sus padres y sus antepasados. Todos vosotros, que creéis en la inmortalidad del alma, tendréis que creer primero en su preexistencia, si es que no deseáis hacer que algo inmortal surja de lo mortal; también habréis de creer en esa especie de existencia del alma si es que no queréis hacerla flotar por los espacios hasta que encuentre un cuerpo a su medida. Los hindúes dicen que el fatum no es otra cosa que los hechos que hemos llevado a cabo en una condición anterior de nuestro ser.


¿Cómo podrá refutarse el argumento de que no se haya obrado ya con conciencia desde la eternidad? ¿Desde la conciencia aún sin desarrollar del niño? Aún más, ¿no podremos afirmar que nuestra conciencia está siempre en relación con nuestras acciones? También Emerson dice: «El pensamiento siempre se halla unido a la cosa que aparece como su expresión»


¿Puede afectarnos una nota musical sin que exista en nosotros algo que le corresponda? O, dicho de otro modo: ¿podremos captar una impresión en nuestro cerebro si éste no posee ya la capacidad de recibirla?


La voluntad libre tampoco es, a su vez, mucho más que una abstracción, y significa la capacidad de actuar conscientemente, mientras que, bajo el concepto de fatum, entendemos el principio que nos dirige al actuar inconscientemente. El actuar en sí y para sí conlleva siempre una actividad del alma, una dirección de la voluntad que nosotros mismos no tenemos por qué tener ante nuestros ojos como un objeto. En el actuar consciente podemos dejarnos llevar tanto más por impresiones que en el actuar inconsciente, pero también tanto menos. Ante una acción favorable suele decirse: «me ha salido por casualidad». Lo cual no necesita en absoluto ser verdadero. La actividad psíquica prosigue su marcha siempre con la misma intensa actividad, aun cuando nosotros no la contemplamos con nuestros ojos espirituales.


Es como si, cerrando los ojos a la luz del sol, opinásemos que el astro ya no sigue brillando. Sin embargo, no cesan ni su luz vivificante ni su calor, que continúan ejerciendo sus efectos sobre nosotros, aunque no los percibamos con el sentido de la vista.


Así pues, si no asumimos el concepto de acción inconsciente como un mero dejarse llevar por impresiones anteriores, desaparece para nosotros la contraposición estricta entre fatum y libre voluntad y ambos conceptos se funden y desaparecen en la idea de individualidad.


Cuanto más se alejan las cosas de lo inorgánico y más se amplía la formación y la cultura, tanto más sobresaliente se hace la individualidad y tanto más ricas y diversas son sus características. ¿Qué son la fuerza interior y la autodeterminación para el actuar y las manifestaciones exteriores -su palanca evolutiva-, sino voluntad libre y fatum ?


En la voluntad libre se cifra para el individuo el principio de la singularización, de la separación respecto del todo, de lo ilimitado; el fatum, sin embargo, pone otra vez al hombre en estrecha relación orgánica con la evolución general y le obliga, en cuanto que ésta busca dominarle, a poner en marcha fuerzas reactivas; una voluntad absoluta y libre, carente de fatum, haría del hombre un dios; el principio fatalista, en cambio, un autómata."



miércoles, 21 de enero de 2009

El Signo de Acuario



El Sol ha ingresado en Acuario. Por eso, deseo compartir con todos ustedes algo diferente para reflexionar sobre la naturaleza esencial y más profunda de lo que simboliza el undécimo signo zodiacal. Se trata de un relato maravilloso que pertenece a Rudolf Steiner (Trad. Heinz Wilda). Ha sido extraído del libro "Las Fuerzas Zodiacales, su actuación en el alma humana", de Gudrun Burkhard, editado en Argentina por la Editorial Antroposófica. (Al pie de la página aparece la siguiente cita: Vier Mysteriendramen. GA-Nr. 14, II: Die Prufung der Seele * 4a. Ed. Dornach: Rudolf Steiner Verlag. 1981.)



El milagro de la fuente


"Había una vez un niño, hijo único de un guardabosques pobre, que crecía en la soledad del bosque. Además de sus padres conocía a pocas personas. Tenía una estructura frágil y su piel era casi transparente. Era fascinante mirar sus ojos, pues eran fuente de los más profundos milagros del espíritu, y aunque pocas personas entraban en el ámbito de su vida, al niño no le faltaban amigos.

Cuando la luz dorada del Sol relucía en las montañas de los alrededores, la mirada pensativa del niño inspiraba en su alma el oro del espíritu; la disposición de su corazón se tornaba cual aurora. Pero cuando las nubes oscuras impedían los rayos de la aurora, y un clima sombrío cubría todas las cumbres, la mirada del niño era triste y su corazón melancólico.

Estaba entregado a la vida espiritual de su pequeño mundo, que no le era más extraño que los miembros de su cuerpo. Los árboles y las flores del bosque también eran sus amigos. Desde las copas de los árboles, los pétalos de las flores y las cumbres de las montañas, le hablaban seres espirituales y él comprendía lo que ellos le susurraban. Los milagros de los mundos ocultos se le abrían cuando su alma conversaba con lo que parece inanimado para la mayoría de las personas.

Frecuentemente los padres, preocupados, sentían la falta del querido hijo. En estas ocasiones él se hallaba en otro lugar, donde nacía de la roca una fuente, salpicando las piedras con millares de gotitas. Cuando el brillo plateado de la luz lunar se reflejaba en fantasmagóricos colores en el torrente de las gotas, el niño podía permanecer durante horas al lado de la fuente. Ante su visión clarividente aparecían formas fantásticas en el juego del agua y en el titilar de la claridad lunar. Las formas se condensaban en tres imágenes de mujeres, que le hablaban de aquellas cosas ansiadas por su alma.

Una vez, una noche de verano en que el niño estaba sentado junto a la fuente, una de las mujeres golpeó en millares de pedacitos el juego colorido de gotas de agua, y las dio a la segunda mujer. Esta moldeó con las gotitas un cáliz de brillo argentino y lo entregó a la tercera mujer. Esta lo llenó de luz plateada y se lo dio al niño, que había presenciado todo con su videncia.

La noche siguiente a esta experiencia, él soñó que un dragón feroz le robaba el cáliz. Después de esa noche el niño vivenció el milagro de la fuente tres veces más. Pero luego las mujeres no aparecieron más, ni siquiera cuando él se sentara en meditación al lado de la fuente bañado por la luz de la luna.

Pasaron trescientas sesenta semanas desde la última vez en que las mujeres se le aparecieran. El niño hacía ya mucho que se había tornado hombre, y se había mudado de la casa paterna y del bosque a una ciudad extraña. Una tarde, cansado del trabajo, pensando en lo que la vida tenía para ofrecerle, se sintió de repente como el niño que fue, traspuesto a su fuente en la roca, y nuevamente vio a las mujeres del agua. Pero esta vez las escuchó hablar.

La primera le dijo:
- Recuérdame toda vez que te sientas solitario en la vida. Yo atraigo la visión anímica del hombre hacia las distancias etéricas y las amplitudes estelares. Y a quien quiera sentirme, extiendo la poción de la esperanza vital de mi copa milagrosa.

La segunda también le habló, diciéndole lo siguiente:
- No te olvides de mí en los momentos que necesites de tu coraje. Yo dirijo los instintos del corazón del hombre hacia las profundidades del alma y las alturas del espíritu. Y para quien busca sus fuerzas conmigo yo forjo la energía de la fe en la vida, con mi martillo milagroso.

Y la tercera se manifestó así:
- Alza tu mirar espiritual hacia mí cuando los enigmas de la vida te asedien. Yo tejo los hilos de los pensamientos en los laberintos de la vida y en la profundidad del alma. Y para quien tenga confianza en mí yo tejo los rayos del amor a la vida en mi telar milagroso.

En la noche que siguió a aquella experiencia el hombre soñó que un dragón feroz andaba furtivamente a su alrededor, pero no podía aproximarse a él: lo protegían las criaturas que en otro momento había vislumbrado en la fuente de la roca y que lo venían acompañando desde su tierra natal hasta ese lugar extraño."


jueves, 15 de enero de 2009

El ego, el lado conciente de la personalidad




El texto siguiente pertenece a Carl G. Jung y forma parte del libro “Espejos del Yo - Imágenes arquetípicas que dan forma a nuestra vida -", de Christine Downing. 


Los interesados en obtener la versión online de dicho libro, pueden solicitarla por mail a:  astrologiaparacomprenderlavida@gmail.com



Aunque sus fundamentos son relativamente desconocidos e inconscientes, el ego es un factor consciente por excelencia. Incluso es una adquisición empírica de la existencia individual. Parece surgir en primer lugar de la colisión entre el factor somático y el entorno, y, una vez establecido como sujeto, se desarrolla a partir de nuevas colisiones con el entorno y el mundo interior.

A pesar de la ilimitada extensión de sus fundamentos, el ego nunca es más ni menos que el conjunto de la conciencia. En tanto que factor consciente el ego podría, al menos en teoría, ser descrito completamente. Pero ello sólo daría una imagen de la personalidad consciente; faltarían todas esas facetas que son desconocidas o inconscientes para el sujeto. Una imagen completa debería incluirlas. Pero una descripción total de la personalidad es, aun en teoría, absolutamente imposible, porque su porción inconsciente no puede ser aprehendida. Esta porción inconsciente, como la experiencia ha mostrado con profusión, que de ningún modo carece de importancia. Por el contrario, las cualidades más decisivas de una persona suelen ser inconscientes y sólo pueden ser percibidas por quienes nos rodean, o han de ser laboriosamente descubiertas con ayuda exterior.

Claramente, la personalidad como fenómeno global no coincide con el ego, es decir, con el conjunto de la personalidad consciente, sino que constituye una magnitud que ha de ser distinguida del ego. Naturalmente, semejante distinción sólo es necesaria para una psicología que tiene en cuenta la existencia del inconsciente, pero para esta psicología tal distinción es de primordial importancia.

He sugerido denominar «Yo» [das Selbst] a la personalidad total que, aunque presente, no puede ser plenamente conocida. Por definición, el ego [das Ich] está subordinado al Yo y se relaciona con él como la parte con el todo.

Dentro del campo de la conciencia hay, como suele decirse, libre albedrío. Con este concepto no me refiero a nada filosófico, sino sólo al conocido hecho psicológico de la libertad de decisión correspondiente a la sensación subjetiva de libertad. Pero así como nuestro libre albedrío choca con las necesidades del entorno, también encuentra sus límites más allá de la conciencia en el mundo interior subjetivo, es decir, entra en conflicto con las realidades del Yo. Y así como las circunstancias exteriores nos acontecen y nos limitan, del mismo modo el Yo actúa sobre el ego como algo objetivamente dado que la libertad de nuestro albedrío poco puede hacer para alterar. Incluso es un hecho conocido que el ego no sólo no puede hacer nada contra el Yo, sino que en ocasiones es efectivamente asimilado por componentes inconscientes de la personalidad que están desarrollándose y se ve enormemente alterado por ellos.

Debido a su naturaleza, la única descripción general del ego que puede darse es de tipo formal. Cualquier otro modo de observación debería dar cuenta de la individualidad que se adhiere al ego como una de sus características principales.

Aunque los numerosos elementos que componen este complejo factor son en todas partes los mismos, varían infinitamente en cuanto a su claridad, su matiz emocional y su extensión. Por tanto, el resultado de su combinación -el ego- es, en la medida en que se deja esbozar, individual y único, manteniendo su identidad hasta cierto punto. Dicha estabilidad es relativa, ya que pueden ocurrir en ocasiones cambios de personalidad de gran alcance. Tales alteraciones no tienen por qué ser siempre patológicas; pueden también formar parte del desarrollo y por ello caer dentro del ámbito de lo normal.

En tanto que punto de referencia del campo de la conciencia, el ego es el sujeto de todos los movimientos adaptativos, en la medida en que son efectuados por la voluntad. Por ello el ego desempeña un papel significativo en la economía psíquica. Ahí su posición es tan importante que no carece de buenas razones el prejuicio de que el ego constituye el centro de la personalidad o de que el campo de la conciencia es la psique misma.

Dejando aparte las alusiones de Leibniz, Kant, Schelling y Schopenhauer, y los esbozos de Carus y von Hartmann, es sólo a partir de fines del siglo diecinueve cuando la psicología moderna, con sus métodos inductivos, ha descubierto los fundamentos de la conciencia y probado empíricamente la existencia de una psique exterior a la conciencia. Con este descubrimiento la posición del ego, hasta entonces absoluta, quedó relativizada; es decir, aunque continúa siendo el centro del campo de la conciencia, es dudoso que constituya el centro de la personalidad. Es parte de la personalidad, pero no el conjunto de ella.

Como he mencionado, es sencillamente imposible estimar lo grande o pequeña que es su parte, o en otras palabras, hasta qué punto es libre o dependiente de las cualidades de esta psique exterior a la conciencia. Sólo podemos decir que su libertad es limitada y que su dependencia ha sido a menudo decisivamente probada.