martes, 29 de octubre de 2013

La Astrología como Ciencia Oculta

Fragmento de la Sexta Conferencia del libro “La Astrología como Ciencia Oculta”, de Oscar Adler.


Los antiguos egipcios poseían una ley astrológica que en cierto sentido permite apreciar cómo veían ellos el momento cósmico del nacimiento del niño, en relación con las condiciones terrestres de la concepción. Esta ley, conocida bajo el nombre de “ley de Hermes” es como sigue: “El punto del zodíaco en que, en el momento de la concepción, está la Luna, estará al nacer el niño exactamente en el horizonte del este o del oeste, y el punto del zodíaco en que está la Luna en el momento de nacer el niño es, a la vez, el mismo punto del zodíaco que, en el momento de la concepción, estaba en el horizonte, es decir que en ese momento salía o se ponía”. Es así que la Luna se convirtió en una especie de control de nacimientos (recordemos que, entre los griegos, la diosa lunar Artemisa era a la vez la diosa del nacimiento). Ya estamos en condiciones de darnos cuenta de que en este ley de Hermes, de la que nos ocuparemos en el curso de nuestras diservaciones, se anuncian conocimientos de muy profundo alcance.

El principio lunar, el semicírculo, era el principio femenino, el principio de la función memorística, de carácter pasivo, conservador, vuelto hacia el pasado, el principio reproductivo vuelto hacia la fase nocturna. El horizonte o frontera entre el día y la noche está, por así decir, en el cruce entre el pasado y el futuro. Es el principio de la memoria hereditaria el que en cierta medida se halla bajo el horizonte, en el ámbito de la noche. Por el nacimiento, dicho principio es sacado de este ámbito, y traspone la frontera que separa el pasado del futuro, pasando a integrar el reino del dia. De modo que no debemos considerar casual el momento del nacimiento. Tampoco la ciencia exotérica lo considera casual. Es por eso que las ciencias naturales, teniendo en cuenta precisamente que el momento del nacimiento no es más que la finalización de la fase de vida intrauterina del ser humano, de modo que en manera alguna es ese el momento en que se configura el ser humano individual, preguntan por qué la astrología considera tan importante el momento del nacimiento, al extremo de tomarlo como punto de partida para la concepción astrológica del individuo humano.

Y bien, en cierto sentido ya hemos respondido a esta pregunta; pero no lo bastante. La pregunta que a continuación surge, como consecuencia de aquella otra, nos muestra la dificultad íntegra de este problema.

Veamos esa pregunta: si el ser humano no se origina en el momento de nacer, ¿por qué no se elige más bien como punto de partida de la horoscopía el momento de la fecundación?

Pero: ¿Acaso el hombre se origina en el momento de la fecundación? El huevo y la célula espermática que se unen en la fecundación existían ya antes de tal fecundación, y su historia, la historia del plasma germen del ser humano, se remonta a un pasado eónicamente remoto, hasta el “seno de Adán”, tan lejos que no hay fantasía que lo pueda pensar hasta el fin, de modo que, si quisiéramos retroceder hasta el momento del “origen” del ser humano, tendríamos que llegar a la conclusión de que todos los hombres tienen la misma edad. Es decir que ninguno de nosotros llega a esta vida sin la carga de un pasado tremendamente largo, que se remonta a tiempos eónicamente remotos y configura su prehistoria, hasta llegar a aquella última etapa de su historia que comienza con el momento del nacimiento.

Y a continuación, profundizaremos esta noción, la que, por lo pronto nos permite conocer bastante de cerca las ciencias naturales.

Desde el punto de vista de estas ciencias, la historia del individuo humano puede remontarse hasta un grado determinado, al investigarse las ramificaciones de su árbol genealógico; es así que dicha historia se convierte en historia familiar e historia de la especie, desembocando finalmente de alguna manera en la oscuridad del pasado histórico, oscuridad imposible de aclarar.

Cada uno de nosotros trae algo de este pasado, algo que debemos considerar como herencia de esta serie de antepasados; cada uno de nosotros trae sus predisposiciones hereditarias, las buenas y las malas, tanto en lo físico como en lo psíquico mental; y las traemos como heredad que nos transfirieron nuestros padres; pero los padres no son más que los antepasados recientes dentro de dicha transmisión, son los últimos en conferirnos la heredad, modificada por la propia heredad de ellos, una heredad proveniente de un pasado histórico remotísimo que confluye en el cuerpo y en sus disposiciones, tal y como el hombre las encuentra al nacer.

Y este pasado del hombre halla su correspondencia en la constelación del momento de su nacimiento.

Pues también esto tiene su historia preliminar, su premisa, a saber: las constelaciones que se unen en el levantamiento de su horóscopo han llegado a través de peregrinaciones de siglos, milenarios, millones de años, por los espacios, al lugar en que se encuentran “el día que te dio a este mundo”.

Estas constelaciones han andado por los espacios durante millones de años, esperando pacientemente el momento en que tú aparecieras para brindarse en una constelación que ni antes ni después sería igual, para configurar tu horóscopo!  Millones de seres humanos vivieron antes de ti, formando la cadena de tus antepasados, vivieron y amaron, haciendo posible con su vida el que tú aparecieras sobre esta Tierra, el que tú debieras aparecer sobre esta Tierra.

No nos cabe duda de que un singular sentimiento se apoderará de todo aquel que piense esto por primera vez, que comience a conocerse por primera vez en su horóscopo. Un singular sentimiento, lleno de contradicciones que, por un lado, lo pondrá frente a la idea de la importancia de su existencia, mientras que por otro lado, le expondrá la insignificancia de tal existencia, en su calidad de fase perecedera del curso cósmico, del discurrir del universo que irá más allá que él, que concluirá por ignorarlo, como si jamás hubiese existido o somo si, en el mejor de los casos, hubiese llegado a ser miembro de una serie de antepasados de futuros herederos abocados a la misma ilusoria situación que él.

Por lo tanto, ¿qué soy en realidad? ¿Qué significa el hecho de que yo haya sido puesto en el final provisorio de una serie evolutiva que, habiendo comenzado con el principio arquetípico de la humanidad, me ha tomado a mí en este momento como punto de mira? ¿Acaso fui yo especialmente ennoblecido por aquella remotísima serie genealógica, ennoblecido por el hecho de que la multitud de seres humanos que me precedieron como miembro de tal serie, como miembros ya desaparecidos de tal serie, vieran en mí el cumplimiento del sentido de sus vidas, vieran en mí al heredero universal del cosmos? ¿Acaso sea al revés, es decir que, en presencia de las miríadas de comarcas solares que me miran de lo alto, mi nobleza no significa nada? ¿Soy una pobre “nada”, a despecho de mi aparente dignidad?

Por más que yo crea ser el punto de mira de una tan antigua serie evolutiva, de una serie que me confirió este cuerpo con todos sus atributos –cuerpo en el que confluyen los rayos cósmicos, en la forma anteriormente caracterizada, o sea, en forma “única”, jamás repetida-, sucederá que las mismas fuerzas que contribuyeron a crearme, continuarán obrando dentro de mí según las mismas leyes. ¿Qué importancia tiene, pues, el que sea yo quien pueda seguir asistiendo conscientemente a la obra futura de las fuerzas cósmicas, y qué importancia tiene el hecho de que haya sido encendida esta pequeña chispa que es mi conciencia?

En el mejor de los casos, ¿qué puede aportar mi vida a las inmutables leyes cósmicas a las que estoy sometido? ¿Cuál puede ser el contenido de esta mi vida, sino el de cumplir coercitivamente las necesidades, de las cuales estoy destinado a ser simplemente un espectador, mientras dure el breve período de tiempo que es mi existencia? En otras palabras: ¿Acaso el horóscopo, tal y como lo encuentra el hombre en el momento de nacer, no determina de antemano la línea que seguirá en lo futuro la existencia, con la totalidad que hace a su contenido? ¿No determina el horóscopo de antemano, inexorablemente, la obligación de aceptarlo todo, todo suceso, todo pensamiento, todo sentimiento, y aún toda acción, siendo pues, yo mismo nada más que un esclavo indefenso de tal inexorable exigencia, un esclavo cuya máxima sabiduría no puede residir más que en aceptar todo esto? ¿Queda, al cabo de todas estas exigencias, algo así como un resto de “libertad” para mí?

Es fundamentalmente importante que hoy respondamos a estas preguntas: si ellas quedan sin respuesta, ¿qué sentido tendría para nosotros el estudio de la astrología?

lunes, 14 de octubre de 2013

Reflexiones para Comprender la Vida

Fragmentos extraídos del libro “La medicina del alma”, de Eric Rolf


La comida (los alimentos) son metáforas emocionales.
Nosotros comemos, básicamente, por motivos emocionales.

Los hijos vienen a criar a los padres espiritualmente.
Los padres verdaderos son los abuelos.
Las enfermedades de los niños son un reflejo de aspectos en los padres.

El amor es para dar.
No existe el dar y el recibir. Sólo el dar activo y el dar pasivo.

La vida externa, el mundo material, tiene más sentido como metáfora que como algo “real”.

El idioma creativo interior se compone de todas las palabras, imágenes, olores, sonidos u otros símbolos que tienen algún sentido para ti.
La vida responde a tus preguntas a través de tu idioma creativo interior.
Esa información metafórica siempre está correcta. La cosa es cómo está correcta, ¿mental, física o emocionalmente?

La risa siempre es nueva.
La risa calma y tranquiliza la mente.
En el momento en que reímos entramos en el estado de alpha.
El ego puede resistir cualquier desafío menos la risa.
El humor y la risa son espirituales y sanadores.
La vida tiene mucho humor negro.

El miedo es fuerza creativa en estado bruto.
Enfrentar o huir no son las únicas herramientas para relacionarse con el miedo.
El miedo no es malo, pero hay que transmutarlo.
Hay que encontrar el miedo en el cuerpo para empezar a transmutarlo.
La atención consciente es el elemento catalizador, alquímico, de esa transmutación a través de la respiración consciente.
El miedo viene del futuro. No hay miedo en el presente.
Las cosas en tu pasado no te pasaron a ti. Tú eres realmente nuevo. Tu pasado es sólo una información que tú posees.

Hay marcos de percepción que llamo las enfermedades originales.
Hay doce enfermedades originales y corresponden a la metáfora de los cuatro elementos.
Las enfermedades originales no son enfermedades. Son más como campos de cultivo donde pueden crecer una o más enfermedades.
Las doce enfermedades originales son:

- Elemento Fuego: la seriedad, la culpabilidad, el controlar.
- Elemento  Aire: el apego, el juzgar, el pensar.
- Elemento Tierra: La resistenci al cambio, la soledad, el materialismo.
- Elemento Agua: la depresión, lástima/importancia personal, la inconsciencia.

El alma no enferma, pero sí hay que alimentarla. Entre los alimentos del alma se incluyen los siguientes:

- Respiración consciente.
- Meditación.
- Oración.
- Creatividad consciente.
- Humor y risa.
- Movimiento corporal consciente.
- Espacios claros y limpios.
- Consciencia de metáforas.
- Usar y arriesgar la intuición.
- Actos de poder, de intento.
- Beber y usar agua pura.
- Sonido, música y canto.
- Viajar por el mundo.
- Atender a lo que la vida te pone delante.
- Aceptar desafíos y tomar riesgos, sobre todo arriesgar el ego.
- Dar conscientemente, ser generosos.
- Elegir, comprometerse y tomar acción.
- Atreverse y arriesgarse.

Antes de nacer elegimos una serie de cualidades que vamos a desarrollar en esta vida. Estas cualidades son distintas para cada persona y para su desarrollo elegimos aquellas circunstancias que las vayan a apoyar, es decir, elegimos los padres, la fecha de nacimiento, el lugar y una serie de escenarios donde empezará a desarrollarse nuestra vida.

A partir de ahí empieza la función.

La vida es un arte y nosotros somos los artistas, los creadores, sin necesidad de sombras de culpabilidad. La vida no hay que ganarla, la vida es el premio. Todo lo que te trae la vida te está apoyando para desarrollar las cualidades que has elegido. Tus padres, el lugar del nacimiento y el resto de circunstancias de tu vida que te parece que te han sido impuestas, te pueden dar una pista acerca de las cualidades que has elegido desarrollar.

domingo, 6 de octubre de 2013

El Desarrollo de la Astrología como Herramienta Psicológica

Fragmento del Capítulo V del libro “Guía de asesoramiento astrológico” (Astrología y Psicoterapia), del Dr. Bernard Rosenblum (médico psiquiatra y astrólogo). Ediciones Kier, Argentina.

Por varias razones es evidente que el consejo astrológico no está completamente separado del campo de la salud mental. Muchos son los astrólogos que estudian el modo de dar consejo, y psicología, en universidades de todo el país; en sus disertaciones y clases, los astrólogos usan muchos vocablos psicológicos modernos que no son de origen astrológico, como por ejemplo, ego, super-ego, proyección, identificación, inconsciente, etc.; los astrólogos se enfrentan con situaciones en las que deben ser capaces de evaluar en un cliente estados emotivos graves y de trasladar a esa persona a otra forma de curación; una mayor proporción de público en general empieza a considerar seriamente a la astrología y a situarla, en un contexto, con las demás filosofías y psicologías aceptadas; algunos astrólogos empiezan a trabajar con psicoterapeutas.

Es necesario que cada disciplina evolucione para que no se pongan de manifiesto la rigidez y la estrechez de miras. Opino que los astrólogos pueden evolucionar si siguen sendas diferentes pero relacionadas entre sí: a) la investigación científica de personas como Gauquelin y otros; b) la orientación hacia la psicología profunda por parte de astrólogos como Stephen Arroyo, Liz Greene, Robert Hand, Richard Idemon y otros; c) el hecho de que se disponga de vastos programas de enseñanza astrológica; y d) la asimilación de la teoría y la técnica correspondientes al consejo no astrológico y a la psicoterapia.

Este último aspecto es particularmente relevante.

Es evidente la necesidad de semejante fertilización recíproca. Ambas formas de consejo – la astrológica  y la no astrológica – tienen algo que a la otra le falta. El consejo astrológico proporciona un esquema simbólico para comprender las pautas psicológicas básicas del individuo, al igual que los ciclos evolutivos que la persona tiene que pasar. Tal cuadro total ayuda porque da perspectiva y conocimiento personal para resolver la lucha por la vida. Pero la astrología carece de un conjunto de técnicas específicas para ayudar a las personas a que resuelvan los conflictos y problemas que aquélla describe tan claramente. En contraposición, el consejo no astrológico posee la interacción viva entre cliente y consejero a fin de que ambos trabajen. Debido a esto, el consejero deberá ser afecto al uso de eficaces técnicas de exploración y entrevista. El consejero no astrológico está preparado para buscar: cuál es la necesidad inmediata y la capacidad emotiva de su cliente; los conflictos subyacentes, las motivaciones, los bloqueos y las defensas y “roles” confusos; la dinámica de interacción de consejero y cliente; y el concepto personal básico en cuanto se relaciona con la situación total de vida del cliente.

Estos y otros métodos de consejo podrían aprenderse, en alguna medida, en un buen curso de consejo o psicología. ¿Cómo serviría esto al astrólogo? Primero, mediante el uso de alguna exploración inicial de la vida y las actitudes del cliente antes de la parte astrológica de la consulta, el astrólogo estaría más capacitado para evaluar las necesidades de su cliente. A su vez, esto estimularía la participación del cliente durante la “lectura”, haciendo que el intercambio sea más dinámico, más vivo y potencialmente más útil.

Luego, en consultas complementarias, el astrólogo tendría algunos modos prácticos de ayudar al cliente a que resuelva los complejos y tensiones que el mapa natal, las progresiones y los tránsitos revelen. En el caso no común de que haya alguna psicopatología grave, el astrólogo estaría mejor capacitado para evaluarla y, de esta manera, tratarla más inteligentemente.

A su vez, en la medida en que se acreciente la destreza consultiva y psicológica del astrólogo, podría empezar a brindar una clase especial de trabajo de evolución astro-terapéutica.

Con bastante instrucción complementaria, todo esto se halla dentro de lo posible, puesto que las herramientas astrológicas requieren una exploración psicológica profunda que no está al alcance del consejero no astrológico.
El astrólogo que procuró para sí experiencia en consejo y terapia, tiene oportunidad de una mayor evolución. Somos pocos los que no nos beneficaríamos con alguna clase de desarrollo psicológico, y la terapia es una senda importante que conduce a eso. Además, no hay aprendizaje tan eficaz como algo que uno mismo experimentó.

Creo que los astrólogos podrán desarrollarse más profesionalmente mediante la lectura y el cambio de ideas con otros grandes escritores modernos, especializados en psicología, como Jung, Freud y Reich, entre otros. Esto podrá hacerse dentro de un marco universitario, o en el propio ámbito. La bibliografía de estos autores es vasta, pero incluso una mínima familiarización con aquélla es indispensable para quienquiera que incursione las artes asistenciales y curativas.

Finalmente, los astrólogos podrán desarrollar su destreza y su ojo clínico congregando regulares “grupos participativos”. Mucho más que las conferencias, estos grupos ayudan al astrólogo a que éste se sienta menos aislado y proporcionan una muy necesaria salida para la formulación de preguntas y una fuente de apoyo y aprendizaje mutuos.