El siguiente es un texto de Stephen Arroyo.
Quiero definir qué quiero decir con el término
“compatibilidad”.
El vocablo deriva del latin cum passus, que significa “pasear con”
o “pasear juntos”. Es una palabra dinámica que significa que nos movemos juntos, paseamos junto con otra
persona. También debo mencionar que un vocablo latino posterior, compati, vino a significar
“compadecer”. De allí que un significado secundario de la palabra sea un estado
en el que la energía armoniosa con otra persona tiene eco. Y tengan a bien
advertir el parecido de estas palabras con nuestro vocablo compasión. En consecuencia, ¿qué tenemos implícito en la palabra
“compatibilidad”? ¿Usar a otra persona? No. ¿Extraer goce de la otra persona?
No. ¿Encontrar en la otra persona a alguien que esté siempre de acuerdo con
nosotros y nos sirva? No. El significado puede resumirse como: un estado del
ser en el que fluimos con alguien, moviéndonos juntos mutua y armoniosamente,
mientras mantenemos algún grado de simpatía hacia la naturaleza de la otra
persona y la dirección corriente del movimiento.
Una cosa acerca de las relaciones que ustedes
deben tener especialmente presente, si su labor es la de aconsejar, es la
importancia de definir el alcance de la
relación en estudio. No debemos hablar de relaciones con demasiada amplitud
ni formular conjeturas sin respaldo acerca de las intenciones de alguna persona
en una relación dada. En otras palabras, ¿qué clase de relación quiere la
persona en una situación particular? Si no definen eso, es posible que siempre
traten de relacionar la personalidad
integral de ustedes con la personalidad integral de la otra persona
(incluso inconscientemente). Y si hacen esto, tal vez les sea imposible estar
con alguien durante muy largo tiempo. Definiendo aquello detrás de lo cual
ustedes están en una relación dada, ya sea una relación amorosa, sexual,
comercial o lo que fuera, entonces, de inmediato, por el punto de vista de un
comparación de mapas sabrán que ciertos factores astrológicos serán
especialmente cruciales. Definiendo el alcance de la relación y qué límites son
apropiados, podrán usar sólo algunos
de los factores astrológicos de modo más determinado, sin perderse ni
dispersarse en los infinitos pormenores del mapa.
Una cosa que aprendí al realizar muchos
centenares de comparaciones de mapas y de mi propia experiencia personal en
cuanto a relaciones es: ¡tienen que asumir riesgos! Jamás “lo resolverán todo”.
Aunque uno sea un gran astrólogo, con un fantástico dominio del arte, empero no
tendrá el conocimiento último solamente mediante el análisis. El conocimiento
más profundo de una relación de nuestra vida no llegará hasta que nos
entreguemos a ella sin reservas. Entonces el mapa se abrirá realmente, entonces
la comparación nos dará muchísimo. No nos llevará demasiado lejos aproximarnos
a una relación nosotros solos, personalmente, sólo desde una distancia cauta y
de estudio, y manejando su experiencia mediante nuestras ecuaciones
astrológicas por adelantado. Evidentemente, incluso al comienzo de una
relación, una comparación de mapas puede decirnos muchas cosas feas, pero somos
tan motivados por cosas inconscientes –algunas personas dirían que por el
karma- que no lo vemos todo. A menudo, no queremos verlo, y en otros casos no
podemos verlo hasta que el tiempo está maduro. No hay modo de conocer de
inmedito toda esa sustancia que está muy profundamente,y antes de que estemos
listos para experimentarla. Estoy
seguro de que muchos de nosotros hemos visto astrólogos que tratan febrilmente
de resolver todos los pormenores latentes de una nueva relación potencial sin
brindarse para nada a ella (y, de esa manera, arriesgando algún perjuicio). Y
cuando terminaron de cavilar al respecto, ¡tal vez la persona se marchó!
El místico persa Rumi escribió: “El amor es el
astrolabio de Dios”. Esa es una cita que realmente me gusta. Piensen en ella… a
través del amor podrán ver más acerca de los misterios de Dios, más acerca de
la realidad cósmica o más acerca de la ley divina, o como quieran llamar a esto.
A través del amor, dice Rumi, podrán experimentar
algo de estas realidades últimas, no a través de un análisis interminable. No
podrán explicar el amor. Es un
misterio divino. La astrología es mejor en su explicación de “seguir juntos”
que en su explicación del “amor”.
Al investigar el tema de la compatibilidad, en
especial al hacerlo mediante el establecimiento de ciertas reglas de la
interpretación de mapas, es necesaria muchísima cautela. Cada astrólogo tendrá
su propia tendencia, basada en sus particulares gustos, en su experiencia y en
su afinidad. No hay modo de que puedan evitar eso.
Asimismo, cuando hablamos de compatiblidad,
tenemos que hablar de los diversos niveles
de compatibilidad. En toda comparación completa de mapas, aunque nunca ví que esto
se mencionara específicamente en ningún libro sobre sinastrías, tenemos que
reconocer qué niveles de trueque de energías son más importantes para las
personas particularmente involucradas. Aunque las siguientes verdades son
evidentes, con frecuencia se las pasa por alto: la compatibilidad sexual es
importantísima para las personas especialmente sexuales; la compatibilidad
emocional es especialmente importante para las personas particularmente
emocionales, como los tipos de agua o los tipos lunares. La compatibilidad
mental es importantísima para quienes son especialmente mercurianos, con un
Mercurio fuertemente ubicado o con un énfasis potente en Geminis o Virgo. Otro
ejemplo sería un tipo venusino de persona con fuerte énfasis sobre Libra o
Tauro; este tipo de persona necesita energías compatibles de Venus con otra
persona más que energía compatible de Marte o Mercurio, y Venus en cuadratura
con Venus entre los dos mapas, por ejemplo, sería mucho más problemático para
esa persona de lo que podría serlo para una clase diferente de persona. Sí,
estas son observaciones evidentes pero ¿con frecuencia no tendemos a suponer:
“Caramba, todo el mundo es realmente como yo; como yo soy de este modo, aquella
persona deberá parecerse a eso también”? Quizás neguemos que pensamos así
conscientemente, pero con frecuencia esa clase de suposición o tendencia está
muy arraigada.
Lo que es la
vida misma para una persona puede carecer completamente de interés o
importancia para la otra; es por eso que cualquier comparación de mapas debe
empezar, en primer lugar, con la evaluación de los mapas por separado.
Luego de realizar tantas comparaciones, se me
ocurrió que se pueden clasificar las relaciones íntimas de diversos modos, y
cada una tiene sus indicadores astrológicos. Para realizar la labor en la que
se brinda consejo, tal vez sea útil categorizar la relación que se está
considerando (al menos en nuestra propia mente) a fin de aclarar qué está
sintiendo esa persona.
La persona de tipo Uno es ésta: “Me gustas (te
amo) pero muchas cosas tuyas no me gustan”. Esto equivale a decir que el
centro, el yo, está muy bien, pero lo periférico no. Traducido a lenguaje
astrológico, puede haber algunos aspectos muy agradables Sol, Luna, Ascendente,
y tal vez Jupiter o Venus también, algo muy positivo que revela un aprecio
recíproco, pero también están todos estos pequeños aspectos irritantes de los
dos mapas, como Marte en cuadratura con la Luna , Mercurio en cuadratura con Saturno, etc. En
un caso como éste, es probable que uno no deba tratar de vivir con esa persona.
La persona de tipo Dos es ésta: “Me gustan
(amo) muchas cosas referidas a ti, pero realmente, tú no me gustas, no te amo”.
Desde luego, esto llega a ser muy apabullante cuando finalmente se descubre,
después de haber mantenido con alguien una relación durante mucho tiempo. Raras
veces las personas admiten esto a los demás; ni siquiera lo hacen consigo
mismas; pero, en realidad, esto es muy común, en especial en esas relaciones de
conveniencia sexual, o de manejo sexual de la otra parte, en las que
concretamente a uno le gusta el cuerpo, o el modo de ser, o la manera de gastar
dinero en uno, por parte de la otra persona, pero en lo concreto, a uno no le
gusta. Esta clase de situacion la afrontan también a menudo las personas de
tipo mercuriano, que se interesan fácilmente por lo periférico de una persona
hasta que, a su tiempo, se aburren y descubren que la persona en sí ya no les
atrae para nada. Sabemos que se produjo esta clase de relación cuando de
repente alguien que nos amó largo tiempo nos grita: “Estoy tan hastiada de ti!”
Astrológicamente, en esta clase de relaciones encontramos numerosas
incompatibilidades entre Sol, Luna y/o Ascendente, aunque numerosos factores
menos centrales tal vez armonicen muy bien.
La persona de tipo Tres es sencilla: “No me
gustas ni me gustan muchas cosas tuyas”. Evidentemente, uno no quiere mayores
tratos con esa persona. El lenguaje astrológico revelará inevitablemente, en
esta clase de comparación, muchas tensiones y muchos conflictos evidentes, o
algunos aspectos extremadamente inmediatos que abarcan a Saturno o Plutón; o
tal vez uno tenga a ambos.
La persona de tipo Cuatro es rarísima, y aunque
la astrología reflejará semejante
compatibilidad si uno tiene tal relación, en realidad no la explicará por completo. La persona de
tipo Cuatro es ésta: “Me gustas (te amo) Y
me gustan (amo) muchas cosas tuyas”. En estos casos, tenemos el centro y la
totalidad; tenemos dos sistemas de relación, enteramente solares. No digo que
esas personas estén de acuerdo en todas las minucias; invariablemente, hay
diferencias, pero esas dos totalidades se funden con una especie de magia
extraordinaria. La comparación de los mapas reflejará inevitablemente muchísima
corriente de energía positiva y armoniosa, pero es el único modo de que esas
dos personas interactúen y “marchen juntas” por la vida,lo cual hace que todo
funcione. Y yo diría que nadie podría predecir
semejante resultado valiéndose solamente de un estudio de comparación. En la
vida hay factores mayores que tienden a ser inexplicables, como el karma, la magia, el dharma, un sentido
del deber, un sentido de misión, etc. Debe ser por esto que es más fácil
predecir en la vida las cosas difíciles que predecir las cosas verdaderamente
extraordinarias, grandes y bellas.
Por eso, como dije, la principal razón de que
haya mencionado estos cuatro tipos es que, al brindar consejo, puede ser de
utilidad obtener bastante información del cliente para que podamos evaluar qué
clase de relación es. Por ejemplo, ¿a la otra persona realmente le gustan
algunas cosas respecto de su pareja, pero sin embargo, es descuidado el yo real
del individuo? Si podemos categorizar cosas como esa, ello nos da alguna base
como para apoyarnos en lo que a menudo es utilísimo para que obtengamos una
dirección. En realidad, preguntas como esa logran, a veces, que la persona
ponga de inmediato todas sus frustraciones al descubierto; es como si se
abriera una puerta trampa y cayera a través de ella. Entonces, ustedes tendrán
muchísimo trabajo por hacer!!