jueves, 22 de marzo de 2018

El odio y la ira

Fragmento del capítulo "Sí a los sentimientos", del libro "Los cinco hechos que no podemos cambiar", de David Richo.

El odio se puede confundir con la ira. El odio tiene cinco rasgos: ira intensa, una necesidad maliciosa de herir a la otra persona, un deseo insaciable de venganza, una incapacidad de perdonar, no importa lo arrepentida que pueda estar la otra persona, y perder todas las esperanzas con respecto a ella. 

El odio es una defensa contra nuestra ira, dolor e impotencia.

No podemos soportar esos sentimientos, así que los proyectamos en otros como odio. Es un cometido peligroso y frustrante que las personas evolucionadas han dejado atrás.

¿Significa esto que no existe la ira justa? La diferencia entre la ira y el odio es que la ira trata de eliminar una injusticia. El odio, en cambio, trata de destruir al injusto. La ira involucra a alguien. El odio nos distancia. La ira se expresa y se suelta. El odio nunca se puede satisfacer o consumar, sino que permanece como resentimiento. En ese sentido, el odio es una rabia impotente. 

El odio es al lado oscuro de un individuo lo que la guerra es al lado oscuro de la colectividad. La desesperación es el origen del odio, ya que el que odia ha perdido todas las esperanzas respecto al otro. La desesperación es el origen de la guerra, ya que uno o ambos bandos han perdido la esperanza de alcanzar soluciones pacíficas.

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