jueves, 24 de enero de 2019

Reflexiones sobre el Acto de Prestar Atención


Suelo afirmar, porque estoy realmente convencida, que lo único que podemos mover en la vida es la conciencia.

Mediante el acto de enfocar nuestra atención, llegamos a un nuevo punto de vista respecto a una cuestión determinada, iniciando una transformación en nuestra realidad.

En el libro “Pide y se te dará”, se explica magistralmente lo siguiente sobre el tema:

Puesto que este es un Universo basado en la atracción, no existe la exclusión. Todo se basa en la inclusión. Así, cuando contemplas algo que desearías experimentar, te concentras en ello y gritas ¡sí!, lo incluyes en tu experiencia. Pero cuando contemplas algo que no deseas experimentar, te concentras en ello y gritas ¡no!, también lo incluyes en tu experiencia. No lo invitas a entrar con tu ‘sí’ y lo excluyes con tu ‘no’, porque en este Universo basado en la atracción no existe la exclusión. La invitación reside en el hecho de centrarte en ello. Lo invitas a entrar prestándole atención.
Cuando prestas atención a un tema, la Ley de Atracción te proporciona circunstancias, condiciones, experiencias, personas y toda suerte de elementos que se corresponden con la vibración que practicas habitualmente. Y a medida que comienzan a manifestarse a tu alrededor cosas que coinciden con los pensamientos en los que te has centrado, desarrollas unos hábitos vibratorios, o tendencias, más poderosos. Así, ese pensamiento anteriormente pequeño e insignificante se convierte en una poderosa creencia, y tus poderosas creencias siempre juegan un importante papel en tu experiencia.

Prestar atención es siempre un acto consciente.

Describo el proceso, en sus etapas, tal como yo misma lo he venido observando en mi experiencia, desde hace mucho tiempo:

Llega un estímulo externo o interno (insight) que nos despierta (Urano).  Nuestra conciencia es movilizada y la atención se enfoca en el mismo, registrándolo; esto produce un darse cuenta acerca de la calidad y naturaleza del estímulo (Sol). Inmediatamente, y luego del registro de la conciencia, ésta se expande (Júpiter) porque contempla aspectos que antes no había considerado, conduciendo de inmediato a la necesidad –más o menos urgente- de dar forma y estructura a lo que acaba de ser descubierto, lo que nos da la opción de construir algo propio y de mantenerlo durante un tiempo determinado en nuestra vida (Saturno). Este ciclo se cierra y el proceso comienza nuevamente, tantas veces como estímulos lleguen y nosotros decidamos prestarles atención.

Es la oportunidad de transformar nuestras circunstancias y a nosotros por medio de ellas, si permanecemos abiertos y receptivos para que ingrese lo que tenga que ingresar, sin intentar controlar el proceso.

Pero también es importante saber que no basta con que nos abramos. Después de responder a los estímulos que irrumpen en nuestra vida inesperadamente, hay que hacer el trabajo. Y nuevamente necesitaremos la energía simbolizada por Saturno y sus dones: responsabilidad, dedicación, resistencia y persistencia, sumados a la aceptación del tiempo que requiere el proceso.   

La vida es una proveedora permanente de estímulos: en lo cotidiano, representados por los planetas personales; en lo extraordinario, por los planetas transpersonales. La respuesta (o la reacción) a los mismos y lo que hagamos con ellos, depende de nosotros.  

Podemos darles forma y estructura, resistirnos a ellos, fluir con ellos, darles un lugar en nuestra realidad para modificarla y modificarnos, excluirlos, negarlos, reprimir lo que despiertan en nosotros, en fin, también somos libres de dejar pasar las oportunidades que nos traen.

Pero una cosa es segura: hagamos algo o no, el Universo seguirá enviándonos todo aquello que esté en absoluta sintonía con nuestra nuestra naturaleza interior, acorde a nuestra vibración. En esto podemos confiar, porque es una Ley inmutable y justa.

1 comentario:

Andrea Serna dijo...

Es algo muy importante y nunca nos tomamos el tiempo para hacerlo.