domingo, 11 de marzo de 2012

Problemas claves de la Astrología actual



El siguiente es un texto de Stephen Arroyo.


Los astrólogos son consejeros de facto, puesto que casi todos sus clientes quieren ser aconsejados o que por lo menos se les brinde otra perspectiva, aunque esos clientes proclamen que “meramente sienten curiosidad”. Por tanto, los astrólogos tienen muchas ocasiones para aconsejar, pero si no saben qué hacer al respecto, pierden estas oportunidades para usar la que juzgo es la herramienta más valiosa de todas para comprender los problemas de la gente y darle a ésta un sentido de orden y direcciónen la vida: eso es la astrología.

En la astrología tenemos un mapa de todo el territorio psíquico del individuo, pautas permanentes y tendencias corrientes. Es importante que los astrólogos no abusen de la confianza que la gente tiene en ellos, incluso la de aquellos que declaran no tener confianza en la astrología.

Pienso que a veces los astrólogos tienen en sus mentes demasiada instrucción o demasiados criterios y eso les impide concentrarse en tratar de comprender a las personas y sus respuestas. Por ejemplo, jamás tendremos la idea o el tema principal de la vida de alguien si nos fijamos demasiado en los pormenores insignificantes de un mapa. Ustedes tienen que dejar que el mapa se abra y esté abierto para ustedes, y dejar que la persona se abra a ustedes y ustedes tienen que estar abiertos a la realidad de esa persona, aunque esa realidad no “encaje” siempre en las preconcebidas teorías astrológicas que ustedes tengan.

Los consejeros, psicólogos, psiquiatras y otros terapeutas, en su mayoría y por su educación, hacen excesivo hincapié en el análisis prolijísimo, hacen excesivo hincapié en la perspicacia. La aptitud de muchas de esas personas para reaccionar simplemente desde el nivel visceral a menudo se ha perjudicado. No digo que muchos consejeros y terapeutas no sean realmente buenos; muchos de ellos son excelentes y muy eficaces.  Mis principales críticas a la psicología moderna se dirigen más bien hacia la instrucción y la teoría que domina en esa disciplina que hacia las personas que en ella participan. Empero, en la psicología moderna falta claramente una teoría veraz y válida sobre el funcionamiento psicológico y la naturaleza de la psiquis misma. Por supuesto, la astrología es, precisamente, la teoría que tan desesperadamente se necesita. Si practicamos el asesoramiento o la terapia, no teniendo un sistema válido que nos permita comprender, entonces sólo estamos conjeturando y andando a tientas en la oscuridad, siempre.

También creo que los astrólogos, igual que los psicólogos, deben guardarse de estar demasiado orientados hacia los problemas. Si nos especializamos en identificar y rotular “problemas”, que por definición abarcan tensión, estamos acrecentando el nivel de tensión del cliente. Es mucho mejor usar el mapa para concentrarse en la pauta de toda una vida y estimular a la gente a que en ella encuentre un significado: una referencia más amplia para las situaciones y conflictos de la propia vida. Esta clase de enfoque totalizador, holístico, tiene un efecto mucho más terapéutico que las sesiones interminables que se encuentran en la rotulación y la disección de los componentes de la psiquis de la persona.

“Clasificar las motivaciones” involucradas en diversas luchas íntimas, interiores, es precisamente uno de los máximos usos de la astrología. Especialmente, en el ámbito de la motivación, la astrología es una herramienta tan fuerte y poderosa. Ningún otro método, ninguna otra técnica, ninguna otra teoría puede entrar en contacto con ese ámbito. Hay toda clase de pruebas: pruebas de inventario de la personalidad, pruebas motivacionales, de aptitud vocacional; disponemos de todas ellas pero ninguna llega tan rápidamente al meollo de la motivación individual. Y si empezamos a comprender la motivación, llegamos a las raíces de la naturaleza psíquica de la persona: llegamos a ver detrás de qué están realmente, qué quieren en realidad, o hacia qué son impulsadas. Y muy a menudo eso es inconsciente, pero la astrología lo muestra claramente.

En consecuencia, el tipo y la calidad de la motivación es, con frecuencia, accesible a la intelección de un astrólogo experimentado, de un modo que ni siquiera lo es para los consejeros experimentados que no cuentan con la ayuda de un sistema cósmico como es la astrología. Y la calidad de la experiencia humana en general puede aclararse mejor a través de la astrología que de cualquier otro método que yo conozca. Y muy frecuentemente podremos alcanzar esa claridad sin usar un millón de técnicas abstractas diferentes: basta mirar el énfasis de los signos básicos y los elementos dominantes, y allí tendremos tanto para trabajar con lo que a la mente la hace vacilar.

Si nos ocupamos de las energías básicas y, de esta manera, de las motivaciones básicas de la persona, podremos hacer otro tanto; muy a menudo, podremos efectuar una eficaz sesión de consejo con sólo remitirnos a las posiciones de los signos y a los elementos de los planetas. Muy a menudo, los problemas de alguien se relacionan principalmente con el signo del Sol, por ejemplo, esa persona nunca aceptó enteramente esa parte de su naturaleza. Por ejemplo, si alguien nació con Saturno en oposición al Sol o algo parecido, tal vez jamás se aceptó relmente. Y quizás se beneficie muchísimo con un diálogo útil que aclare sus necesidades de identidad y las motivaciones de su ego. Por supuesto, esto no sería una “lectura amplia”, pero podría ser extremadamente adecuada en algunos casos. Aquí hablo de lo que es eficaz en los intercambios de uno-con-otro, mantenidos con los clientes.

Debo aclarar que mi principal propósito al formular tantas afirmaciones críticas sobre las teorías y las pretensiones psicológicas circulantes no es humillarlas como un alegre ejercicio de negarlo todo. Lo que en gran medida trato es de ayudarnos a todos los que estamos en el campo de la astrología a tener más confianza en lo que hacemos. Creo que una práctica astrológica puede ser mucho más valiosa que la mayoría de las clases de prácticas psicológicas, y son muchos los que, entre el público en general, están de acuerdo con esto. En consecuencia, si no sólo nos damos cuenta de nuestros defectos y necesidades para mejorar nuestras actitudes y nuestro enfoque sino también de las limitaciones de las demás profesiones que sirven de ayuda, tal vez empecemos a valorizar más nuestros propios servicios y aptitudes. Y tal vez estemos todos un poco menos a la defensiva.

Muchos terapeutas y consejeros experimentados admitirán que su función es, a menudo, dar solamente a las personas el derecho a tener las sensaciones que sienten y ¡a ser lo que ellas son!  Con frecuencia, nada saben y nada hacen, pero, porque son una autoridad en la sociedad, pueden limitarse a decir: “Está muy bien sentirse así”. Y la otra persona a menudo se sorprende al oír eso. Por ejemplo, personas que tienen fuertes cuadraturas de Saturno con planetas personales, quizá nunca recibieron permiso para ser lo que son. Muchos terapeutas también admitirán que su terapia realmente consiste, con frecuencia, en juegos de suposiciones, partidas en falso, puntos muertos, y que, de hecho, andan a tientas en la oscuridad. En la actualidad, haya una enorme brecha en la teoría de la psicología y la psicoterapia; virtualmente, no conocen las diferencias, sintonías y motivaciones individuales, y esta brecha es llenada luego por la gimnasia y la especulación intelectuales. A causa de que siempre se necesita alguna teoría predominante al prestar asesoramiento o terapia de alguna índole, y porque muchos profesionales no pueden aceptar la validez de la astrología –que es una verdadera ciencia de la singularidad individual- queda un vacío que tironea en toda clase de especulaciones. Esa es una razón de por qué cada pocos minutos se populariza un nuevo método o una nueva teoría de carácter psicológico que rápidamente cuenta con un enorme número de seguidores y, a los pocos años, resulta ser un fiasco. Numerosos estudios demostraron que los sistemas terapéuticos son, en su mayoría, mucho más eficaces, en sus escasos primeros años, y luego su eficacia parece declinar.

En un artículo titulado “Recientes descubrimientos norteamericanos en psiquiatría”, publicado en el Manual Norteamericano de Psiquiatría, George Mora expresaba lo siguiente: “Advertimos que cada vez se reconoce más el hecho de que los resultados psicoterapeúticos son notablemente parecidos, independientemente del sistema teórico seguido por cada terapeuta, y que la personalidad del terapeuta es más importante que la adhesión de éste a una particular escuela de pensamiento.”

¿Creen ustedes que esto sería cierto si los terapeutas trabajaran con una verdadera ciencia de la psiquis, dotada de una inherente fuerza curativa, sintonizada con el mismo cosmos? Esta cita es idéntica a lo que Jung declaró hace muchos años: que la personalidad del médico, del terapeuta o del consejero es la dueña del impacto curativo sobre su cliente. Tal vez sólo alrededor de un tercio de cualquier grupo de consejeros o terapeutas (incluídos astrólogos) tiene mucha aptitud real para relacionarse eficazmente con las personas. O quizás, sólo una tercera parte de las personas que acuden a ver  consejeros o terapeutas sean capaces de ser ayudadas por cualquier medio. ¡Y para que los astrólogos no se ufanen de estos hechos, debo decir que un examen de los clientes de los astrólogos bien puede revelar resultados parecidos!  La diferencia entre cómo el astrólogo usa la astrología y cómo el psicólogo o el psiquiatra usa alguna teoría es, según creo, que la astrología misma tiene un poder curativo inherente si se la puede comunicar eficazmente al cliente. En otras palabras, el astrólogo tiene que ser capaz de salirse del camino, de hacer que su ego salga del diálogo curativo, a fin de permitir que afluya la real eficacia de la astrología: la aptitud de volver a sintonizar la consciencia de la persona con la verdadera naturaleza de ésta.



1 comentario:

Verónica Mikailov dijo...

Cuando una persona comienza a estudiar su carta, se da cuenta (si quiere y es el momento) que esa carta habla de ella misma, se reconoce en ese mapa. A partir de ese momento, comienza a sincronizarse con el cosmos y con su propia energía. Es necesario que alguien, con perspectiva, le ayude.