A continuación comparto con ustedes algunos fragmentos extraídos del prólogo del libro "Espejos del yo: imágenes arquetípicas que dan forma a nuestras vidas" de Christine Downing, que ofrece un excelente material para abordar la teoría de los arquetipos de Jung.
Pueden solicitarme este libro en formato .pdf enviando un e-mail a: astrologiaparacomprenderlavida@gmail.com
… Jung denominó a las imágenes a través de las cuales se manifiesta el inconsciente «imágenes arquetípicas». Empleó la palabra arquetípico a fin de comunicar el poder que tienen ciertas imágenes para conectarnos con lo que se muestra como la fuente misma de nuestro ser. La palabra griega "arjé" indica principio, origen; "tipo" deriva de un verbo griego que significa «modelar» y del correspondiente sustantivo que indica una imagen o modelo. Así arquetipo significa el modelo a partir del cual se configuran las copias, el patrón subyacente, el punto inicial a partir del cual algo se despliega. Aunque Jung a veces menciona los arquetipos como algo impreso en nuestras psiques, también emplea esta etimología de forma más dinámica cuando define las imágenes arquetípicas como aquellas que pueden impresionarnos: «Estas asociaciones e imágenes típicas... nos impresionan, influyen y fascinan».
Jung distinguía entre arquetipos e imágenes arquetípicas. Reconoció que lo que llega a nuestra conciencia son siempre imágenes arquetípicas -manifestaciones concretas y particulares que están influidas por factores socioculturales e individuales. Sin embargo, los arquetipos mismos carecen de forma y son irrepresentables; hablando con propiedad son más psicoides que psíquicos: «El arquetipo como tal es un factor psicoide que pertenece, por así decir, al extremo invisible y ultravioleta del espectro psíquico... No debemos olvidar que lo que denominamos “arquetipo” es en sí mismo irrepresentable, pero podemos visualizarlo a través de sus efectos, es decir, las imágenes arquetípicas». Los arquetipos mismos, dice Jung, son vacíos y carentes de forma, nunca podemos verlos excepto cuando se vuelven conscientes, cuando se llenan de contenido individual…
Jung distinguía entre arquetipos e imágenes arquetípicas. Reconoció que lo que llega a nuestra conciencia son siempre imágenes arquetípicas -manifestaciones concretas y particulares que están influidas por factores socioculturales e individuales. Sin embargo, los arquetipos mismos carecen de forma y son irrepresentables; hablando con propiedad son más psicoides que psíquicos: «El arquetipo como tal es un factor psicoide que pertenece, por así decir, al extremo invisible y ultravioleta del espectro psíquico... No debemos olvidar que lo que denominamos “arquetipo” es en sí mismo irrepresentable, pero podemos visualizarlo a través de sus efectos, es decir, las imágenes arquetípicas». Los arquetipos mismos, dice Jung, son vacíos y carentes de forma, nunca podemos verlos excepto cuando se vuelven conscientes, cuando se llenan de contenido individual…
… El interés de Jung por las imágenes arquetípicas refleja más énfasis en la forma del pensamiento inconsciente que en su contenido. Nuestra capacidad para responder a la experiencia como criaturas creadoras de imágenes es heredada, se nos da con nuestra humanidad. Las imágenes arquetípicas no son restos de pensamiento arcaico ni un depósito muerto, sino parte de un sistema viviente de interacciones entre la psique humana y el mundo exterior. Las imágenes arquetípicas que aparecen en mis sueños brotan de la misma capacidad humana que dio lugar a las antiguas mitologías de nuestros remotos antepasados. Los mitos no son causas de las manifestaciones contemporáneas e individuales, sino que existen en el mismo plano como analogías…
… Cuando hablamos de imágenes arquetípicas no sólo nos referimos a imágenes oníricas o a imágenes mitológicas o literarias. En realidad nos referimos a un modo de responder a nuestra vida cotidiana con nuestra imaginación, en vez de hacerlo sólo de modo pragmático o lógico. Estamos hablando de una forma de ser en el mundo que está abierta a muchas dimensiones de significado, abierta a resonancias, ecos y conexiones asociativas y sincrónicas, no sólo causales. Estamos hablando del descubrimiento de un mundo que se muestra lleno de significación -de signos, símbolos, metáforas, imágenes-…
… Que una imagen sea arquetípica o no depende principalmente de la actitud de la conciencia que observa, de nuestra respuesta a la imagen, más que de ninguna cualidad inherente. También creo que hay ciertas circunstancias de la vida humana, como el nacimiento de un primer niño o la aparición de un arco iris tras una tormenta, que parecen evocar o desencadenar este tipo de respuesta. Hay situaciones en las que es difícil responder de modo racional o pragmático, situaciones que nos conmueven en toda nuestra condición de seres humanos. Aunque a menudo se afirma que las imágenes arquetípicas se forman en respuesta a experiencias típicas y recurrentes y a aspectos de la experiencia humana habituales, importantes y relativamente constantes, Hillman le da la vuelta a esta teoría: las imágenes que merecen nuestra renovada atención son arquetípicas. La repetición no forma parte de lo que crea la imagen sino de lo que ella engendra.
Cuando nos centramos en la imagen arquetípica, vemos claramente que no hay una distinción tajante entre lo personal y lo colectivo, pues la imagen arquetípica señala la articulación donde se encuentran lo interior y lo exterior, lo personal y lo colectivo. Representa la interacción dinámica y continua entre lo consciente y lo inconsciente, lo personal y lo colectivo. Jacobi sugiere que las imágenes arquetípicas están en un continuo que va de lo más particularizado a lo más general: «Cuanto más personal y actual es un problema, más intrincada, detallada y claramente definida es la figura arquetípica con la que se expresa; cuanto más impersonal y universal es la situación, más simple o borroso será el arquetipo»…
… Estas imágenes son sentidas como numinosas, mágicas, fascinantes, demoníacas o divinas. Parecen tener una fuente trascendente y autónoma más allá de la conciencia individual, más allá de nosotros. Aquí hay un aspecto peligroso: la inflación o el sentirnos poseídos, el peligro de creer que estas imágenes son sagradas y por tanto inviolables, inmutables, dotadas de una aprobación cósmica.
Todas las imágenes arquetípicas parecen evocar ambivalencia en nosotros. A la vez nos atraen y nos repelen; tienen aspectos oscuros, temibles y destructivos así como un lado benigno y creativo. A menudo intentamos rechazar este hecho para recalcar únicamente su aspecto creativo, o para moralizar y dividir el arquetipo en partes buenas y malas -la madre positiva y la madre negativa, por ejemplo- y así perdemos parte de la energía dinámica intrínseca a estas imágenes…
… Lo valioso de las imágenes arquetípicas, como lo valioso de los mitos, no es la resolución de problemas sino el «imaginar, cuestionar, profundizar». Las imágenes arquetípicas nos liberan de identificarnos con nuestros éxitos y fracasos como tales y de contemplar nuestras vidas como vulgares o triviales. La finalidad de prestar atención a estas imágenes es despertarnos a un sentido de nuestras posibilidades latentes todavía no realizadas, salvarnos de nuestra sensación de aislamiento y falta de sentido. Abrir nuestras vidas para renovarlas y rehacerlas…
1 comentario:
Hola Carlos: muchas gracias por tu mensaje. Ya descargué el libro. ME será grato escribirte cuando lo haya leído. Un abrazo! Ana
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