miércoles, 1 de mayo de 2013

Establecer marcos de referencia más amplios para las cartas individuales

Fragmento del libro "La Práctica de la Astrología", de Dane Rudhyar

Ningún individuo existe en el vacío. Está relacionado con otros individuos, con grupos de diversas clases, con grandes colectividades de hombres organizados en sociedades, naciones, agrupaciones culturales y religiosas. Es uno con la humanidad, está enraizado con ella. Es un átomo de conciencia en el vasto océano de la inteligencia, de donde nacen las irradiaciones de luz que se transforman en toda una grandiosa cohorte de estrellas, cuando las olas de este océano vienen a romper en las playas de nuestro mundo de espacio y tiempo. ¿Cómo podría estar el destino del individuo separado de la gran trama de los destinos universales? ¿Cómo podría el fugaz momento de su primer saludo al universo -su llanto al nacer- permanecer aislado de los ciclos universales que, sin tregua, se suceden en el tiempo? Al igual que cada fuerza y cada masa se interrelacionan con las otras fuerzas y las otras masas, así también la individualidad de un hombre se interrelaciona con las demás unidades individuales de conciencia. No puede haber separación, ni siquiera donde haya aislamiento temporal.

Quizá contemplamos las formas coloreadas del tapiz del ser y admiramos los diminutos hilos rizados que componen estas formas, pero no somos capaces de ver que estos hilos son unidades concretas entretejidas, enlazadas en la trama del universo.

El astrólogo de mente filosófica ha reconocido siempre estas verdades y muchos han buscado la manera de descubrir métodos para concretarlas en la práctica astrológica. En la actualidad se presta bastante atención a la comparación de cartas pertenecientes a personas de la misma familia o que pretenden unir sus vidas con fines privados o públicos. Se estudia la «herencia astrológica» para intentar demostrar cómo las cartas natales de hijos, padres y antecesores más lejanos presentan unos patrones similares, y el campo que se ha abierto con tales estudios es amplio y está aún casi sin explorar. Quizá sea posible de esta forma aislar ciertos factores que sirvan para definir las características típicas de una familia; especialmente en familias que presentan una constante histórica de marcada individualidad a través de varias generaciones de personalidades importantes. El estudio de familias reales o aristocráticas, en las que ciertos rasgos culturales se conservan durante un tiempo (por ejemplo, la familia Bach), revelaría, sin duda, un gran número de factores importantes. Nos preguntamos si los astrólogos chinos habrán realizado un estudio de este tipo con la familia de Confucio, descendientes por línea directa de aquél que aún permanece vivo tras más de setenta generaciones.

Otro campo de estudio abarca las correlaciones entre las cartas natales de personas que han sido socios o compañeros, o que se han sucedido el uno al otro en alguna empresa pública de gran envergadura. Se han analizado las cartas de aquellos que firmaron la Declaración de Independencia y de los presidentes americanos, obteniéndose algunos datos interesantes. Al estudiante de astrología le resulta más familiar y más práctica la comparación de cartas entre personas que van a contraer matrimonio o que van a asociarse de cara a negocios comunes. Todo astrólogo ha tenido que responder alguna vez a la pregunta de algún amigo o cliente sobre si tal y cuál persona harían una «buena pareja». Para ello no sólo se deben analizar ciertos elementos de la carta natal, sino también contar con la valiosa ayuda de una carta horaria y, a ser posible, de un estudio del patrón celeste para el día del primer encuentro o del primer contacto personal significativo.

Los factores a considerar ante el planteamiento de un matrimonio o una sociedad pueden reunirse en una pregunta al consultante: ¿Cuál es el propósito de su relación? Algunas veces es dificil contestar a esta pregunta, especialmente cuando se trata de amor y matrimonio. Pero la respuesta puede ser muy reveladora, si es sincera, ya que siempre es un factor necesario para el juicio astrológico.

Si el propósito del consultante fuera simplemente «ser feliz», se podría tomar a ciertas interrelaciones entre las dos cartas como índice de que el propósito puede lograrse fácilmente, siempre que las cartas natales de ambos, las progresiones, los tránsitos y las indicaciones horarias coincidan a su vez sobre este punto. Pero también puede que el consultante busque una unión de carácter más excitante, creativo o regenerativo. Quizás el mismo consultante lo establezca así; o quizá sea el astrólogo quien perciba que, bajo unas afirmaciones o metas más convencionales, hay un propósito más profundo. En este caso se debe buscar otra clase de relación astrológica entre las dos cartas, una relación que no excluya el conflicto, la crisis o la oposición entre puntos de vista complementarios. Una relación personal fácil y tranquila puede ser sinónimo de adormecimiento espiritual, y si el individuo busca una más plena realización como alma y mente creativa, ¿no debería advertírsele de los posibles resultados deuna relación en que aparecen ciertos elementos contrarios a su propósito, aunque favorecerían una unión de tipo más banal?

Con esto queremos indicar que la astrología debe siempre incluir el factor del propósito individual, así como la función dentro del conjunto total. Una carta natal es en esencia una «declaración de propósito», el propósito de Dios, podríamos decir, al crear las condiciones del nacimiento y al alma que va a encontrarse con ellas. También es la declaración de cuál debería ser la meta del individuo en la vida de acuerdo con la Idea creativa de la Mente universal. En el caso de la carta horaria, ésta es una declaración de la solución, expresada simbólicamente, que la inteligencia universal da como respuesta a la necesidad vital de un individuo, siempre en términos de su propósito esencial.

Cuando el astrólogo va a aconsejar a su cliente sobre una asociación de cualquier clase, basándose en una comparación de  cartas natales, debe analizar en primer lugar cuál es el propósito del destino individual del cliente, o sea, su carta natal. Debería, además, averiguar hasta qué punto el cliente comprende su propósito básico, y cuáles son sus pretensiones conscientes en el caso particular de que se trate. Aconsejar astrológicamente, no significa mirar una o dos cartas y transmitir lo que uno ve, así sin más. Significa ayudar al cliente a comprender cómo puede alcanzar el verdadero propósito de su destino. Y la forma de hacerlo no es siempre a través de la felicidad convencional.

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