domingo, 1 de julio de 2012

Los signos y las casas como expresión de un proceso evolutivo


Fragmento del libro “La dinámica del inconsciente” (seminarios de astrología psicológica), de Liz Greene y Howard Sasportas, Ediciones Urano.


Tanto el signo de Piscis como la casa doce describen la vivencia de ser parte de algo mayor que uno mismo, o de estar a merced de algo mayor que uno mismo. De hecho, en ocasiones se describe la casa doce como el mar colectivo del cual emergemos todos, comparándola con las aguas indiferenciadas del útero. Iniciamos la vida inmersos en una totalidad líquida; es lo que Wilber llama el estado prepersonal o previo a la diferenciación sujeto-objeto.

Después de Piscis y la casa doce, llegamos a Aries, el ascendente y la casa uno. El ascendente se relaciona con el nacimiento, que nos saca bruscamente de ese estado de totalidad primordial. Nacer significa asumir un cuerpo y cuando se asume un cuerpo se asume una forma física específica y un límite específico. Uno termina en alguna parte y lo demás comienza en alguna parte. El trayecto de Aries a Virgo y de la primera casa a la sexta define los procesos mediante los cuales uno establece progresivamente su sentimiento de ser un individuo aparte. Para cuando se llega a Virgo (el signo del detalle, la discriminación y el establecimiento de distinciones) y a la casa sexta (la de la precisión técnica y la atención a la forma y al límite), uno ya se ha diferenciado plenamente. Quedó atrás la unidad con todo lo que lo rodeaba; ahora, con una mente, un cuerpo y unos sentimientos propios, uno es una entidad concreta y distinta que cumple con sus tareas particulares en el lugar preciso que se ha creado para sí en el mundo. Está firmemente atrincherado en el ámbito de lo personal.

Cuando damos la vuelta a la esquina y pasamos de Virgo a Libra, y de la casa sexta a la séptima, se pone en marcha un proceso nuevo: la necesidad de trascender ese recién hallado sentimiento de ser un individuo aparte para volver a fundirse con algo distinto de uno mismo. De la primera casa a la sexta, de Aries a Virgo, nos esforzamos por construir una identidad basada en el yo y por definirnos como entidad diferenciada. Pero de Libra a Piscis, y de la casa siete a la doce, lo que se nos pide es que disolvamos los límites del yo adquirido y reconozcamos que somos efectivamente parte de algo mayor. En las casas siete y ocho, y por mediación de Libra y Escorpio, intentamos fundirnos y unirnos con diversas personas significativas en nuestra vida; en la novena y la décima, con ayuda de Sagitario y Capricornio, reconocemos que somos parte de una unidad aún mayor que nos influye y nos define: la sociedad, y en las casas once y doce, por mediación de Acuario y Piscis, llegamos a comprender nuestra interconexión con el resto de la vida y la totalidad de la creación. Es decir que una vez hemos regresado a Piscis y la casa doce, somos de nuevo parte de algo mucho más vasto que nosotros mismos. Estamos ahora en el dominio de lo transpersonal. Realmente, el yo no ha desaparecido; se ha expandido para ir incluyendo cada vez más.

Los trayectos de Aries (primera) a Virgo (sexta) y de Libra (séptima) a Piscis (duodécima) describen dos procesos muy distintos y sin embargo relacionados. Por una parte, tenemos la necesidad de construir una identidad basada en un yo diferenciado mientras que por la otra necesitamos trascender ese apartamiento para volver a conectarnos con el todo, con algo mayor que nosotros mismos. Si uno tiene a Saturno en una de las primeras casas o signos, es probable que se le planteen temores o problemas que afectan a su propia definición como individuo. Sin embargo, si Saturno se encuentra en alguna de las seis últimas casas o signos, los problemas que se plantean no tienen que ver con la definición de uno mismo como individuo, sino que se originan en el miedo de fundirse con los otros y de renunciar a la propia individualidad. Algunas personas tienen dificultades para establecer su autonomía, para diferenciarse, y alegremente se dejan llevar con la multitud o por la corriente. A otras les cuesta conectarse y fundirse con los demás o reconocerse como parte de un todo.


3 comentarios:

Avanzando dijo...

Hermoso tu blog, y hermosas tus obras. Ojalá y algún dia pueda pintar como tú.
Yo necesito aprender de astrología, y astronomía y demás, pero mi conocimiento en la materia es nulo (en esta vida), tu podrías según tu experiencia sugerirme por donde empezar, que libro es básico básico como para poder entender.

Bendiciones
Mónica

Ana dijo...

Hola Mónica! Gracias por visitar el blog y por tus palabras.
Te recomiendo especialmente la obra de Stephen Arroyo. Para comenzar puedes leer "Astrología, Psicología y los Cuatro Elementos", en donde encontrarás las bases de la Astrología centrada en el desarrollo de la conciencia.
En mi experiencia, es el mejor autor. Es astrólogo y psicólogo.
Un abrazo! Ana

Anónimo dijo...


todo lo leido, no ha sido suficiente para lograr entender lo intrinseco y la profundidad que quieres describir pero de veras que me ha sido muy interesante y me ha servido para profundizar en temas espirituales que hace falta
para vivir esta época de tanta confusion