domingo, 15 de agosto de 2010

El Desarrollo de la Personalidad

En su libro “La Astrología y la Psique moderna”, Dane Rudhyar cita una serie de pasajes significativos pertenecientes a declaraciones efectuadas por Carl G. Jung con relación al desarrollo de la personalidad, que forman parte del último capítulo de su libro The Integration of the Personality -obra que se ocupa en gran medida de la correspondencia entre las ideas alquímicas y psicológicas-. Veamos qué dice:


“Quien no la tenga, no podrá educar a la personalidad. Y no será el niño, sino sólo el adulto quien podrá alcanzar a la personalidad como el fruto maduro de una realización de la vida que se dirige a este fin. El logro de la personalidad significa nada menos que el mejor desarrollo posible de todo lo que yace en un solo ser particular. Es imposible prever qué infinita cantidad de condiciones deberán satisfacerse para llevar a cabo esto. Se necesita la extensión total de una vida humana en todos sus aspectos biológicos, sociales y espirituales. La personalidad es la realización suprema de la distintividad innata del ser vivo particular.

 
La personalidad es un acto de máxima valentía frente a la vida, y significa la afirmación incondicional de todo lo que constituye al individuo, la adaptación más lograda a las condiciones universales de la existencia humana, con la máxima libertad posible de decisión personal. Educar a alguien en esto me parece que no es una minucia. Con seguridad, es la tarea más pesada que se ha impuesto el mundo espiritual de hoy. Y, en realidad, es una tarea peligrosa.

 
Nadie desarrolla su personalidad porque alguien le dijo que le sería útil o aconsejable hacerlo… Nada se modifica sin necesidad, y la personalidad humana menos que todo. Es inmensamente conservadora, para no decir inerte. Sólo la necesidad más aguda es capaz de despertarla (…) El desarrollo de la personalidad desde su estado germinal hasta la conciencia plena es, a un tiempo, carisma y maldición. Su primer resultado es la consciente e inevitable separación del ser único respecto del rebaño indiferenciado e inconciente. Esto significa aislamiento, y para esto no hay un vocablo más consolador. (…) Significa también fidelidad a la ley del propio ser (…) la personalidad jamás podrá desarrollarse a menos que el individuo escoja concientemente su propio camino y con decisión conciente, moral (…) La personalidad verdadera tiene siempre vocación y cree en ella, tiene fidelidad a ella como a Dios, a pesar del hecho que, como diría el hombre corriente, es sólo un sentimiento de vocación individual. Pero esta vocación actúa como una ley de Dios de la que no hay escape. El hecho de que muchos marchen hacia su ruina por propio capricho nada significa para quien tiene vocación.

 
TENER VOCACION significa, en el sentido original, QUE UNA VOZ SE DIRIJA A UNO. (…) No son pocos aquellos a quienes les ocurre que, hasta en este inconciente estado social, la voz individual los convoca, tras lo cual se diferencian al punto de los demás y se sienten confrontados por un problema que los demás ignoran. (…) Esa voz interior es la de una vida más plena, de una conciencia más vasta, más abarcante. He ahí por qué, en mitología, el nacimiento del héroe o el renacimiento simbólico coincide con la aurora: el desarrollo de la personalidad es sinónimo de acrecentamiento del conocimiento.

 
En la medida en que todo individuo tiene su propia ley innata de vida, es teóricamente posible para todo hombre seguir esta ley antes que todos los demás y llegar a ser una personalidad, o sea, lograr la plenitud. (…) Sólo llega a ser una personalidad el hombre que es capaz CONCIENTEMENTE de afirmar el poder de la vocación que lo confronta desde dentro; quien sucumbe ante ella, cae presa de la ciega corriente de los acontecimientos y es destruído.

 
En la medida en que un hombre es infiel a su propia ley y no se pone a la altura de la personalidad, erró el significado de su vida. Por fortuna, en su bondad y paciencia, la Naturaleza jamás formuló la pregunta fatal sobre el significado de sus vidas en boca de la mayoría de la gente. Y donde nadie pregunta, nadie necesita contestar.”



“El miedo que la mayoría de los seres humanos naturales sienten ante la voz interior [la que establece la propia vocación y conduce al proceso de la educación psicológica] no es tan pueril como podría suponerse. (…) Lo que la voz interior nos acerca es, por lo general, algo que no es bueno sino malo. Esto debe ser así, primero de todo, por la razón de que, generalmente, no somos tan inconcientes de nuestras virtudes como de nuestros vicios, y luego porque sufrimos menos de lo bueno que de lo malo.

 
El carácter de la voz interior es *luciferino* en el sentido más adecuado e inequívoco del vocablo, y es por ello que pone a un hombre frente a frente con decisiones morales finales, sin las cuales jamás podría alcanzar la conciencia y convertirse en una personalidad. De modo inexplicabilísimo, lo ínfimo y lo excelso, lo mejor y lo más atroz, lo más verdadero y lo más falso se entremezclan en la voz interior, que de esta manera abre un abismo de confusión, engaño y desesperación.”

 
Sigue diciendo Dane Rudhyar:

¿Por qué estas advertencias? Porque en el proceso del despertar que sigue al contacto con un gurú verdadero, en la primera consulta con un psicoanalista o en el darse uno mismo a la “voz interior”, todas las energías oscuras del inconciente tienden a liberarse. Todo –bueno o malo- se estimula cuando tratamos de llegar a una conciencia más plena. Y, puesto que habitualmente nos las ingeniamos muy bien para ignorar los recuerdos de los fracasos o tal vez los pensamientos o acciones malos dentro de nuestra personalidad total (empujándolos de vuelta dentro de nuestro inconciente), por lo común son los primeros en hacerse patentes. Esto puede conducir a una sensación de pánico, incluso a la confrontación con el horrible “Habitante del Umbral” descripto vívidamente en el Zanoni de Bulwer Lytton. ¡Pero ay de quien retroceda horrorizado y trate de invertir el proceso de crecimiento! Ningún hombre puede seguramente “des-educarse”. Una vez que se abrió deliberadamente la puerte del inconciente, una vez que se contestó a la llamada de la “vocación” interior, el único camino está adelante.

Este no es asunto de los psicólogos únicamente. En realidad, es hora de que los astrólogos comprendan que ellos también, concientemente o no, se ocupan de energías vitales y poderes inconcientes CUANDO CADA UNO EMPIEZA A ENFRENTAR SU PROPIA VIDA EN LOS TERMINOS DEL MAPA NATAL; y, de modo parecido, cuando asumen la responsabilidad de dar consejo psicológico a otras personas –clientes o amigos-.

 
Desde el punto de vista junguiano, el mapa natal puede considerarse un “arquetipo del inconciente”. Es un registro visible de la voz interior, de lo que Dios nos elaboró como esquema de lo que podríamos (o sea, deberíamos) llegar a ser. Considerar entusiastamente este esquema – este Nombre simbólico de nuestra personalidad realizada- darle una importancia determinante en nuestra vida cotidiana; conocernos como una incorporación concreta de su armonía estructural, esto constituye en realidad un paso muy serio, muy vital, e irreversible.

 
Dando este paso, nos precipitamos sobre nosotros mismos como sombras individuales, lo mismo que como luz. Cuanto se indica en nuestro mapa natal, se recalca más vigorosamente que antes en nuestra vida real. Sufrimos más. Experimentamos estratos más profundos de nosotros mismos. Afrontamos el miedo de un modo nuevo. Llegamos a ser más lo que potencialmente somos en todas direcciones. Esto no debe olvidarlo jamás nadie que procure recorrer el camino astrológico (o el psicológico) de la educación de la personalidad. Hacerlo sin estar dispuesto o siquiera conciente de lo que está en juego es cortejar la posibilidad de una catástrofe interior, al igual que de un fracaso externo.

 

Como Jung empleaba este término, PERSONALIDAD significa “realización, totalidad, vocación realizada, comienzo y fin y conocimiento completo del significado de la existencia innata en las cosas”. Y comprender este innato “significado de la existencia” exige que seamos objetivos con ella.

 
Ser objetivos hacia las cosas que uno gusta y hacia el propio ego implica un proceso de SEPARACION que, a su vez, exige (casi inevitablemente) sufrimiento y la experiencia del mal o la contradicción.

En sus primerísimas manifestaciones, lo “mejor” asume a menudo la apariencia del mal, porque se lo saca de la perspectiva correcta y su ocurrencia lo desvía dentro de una inadecuada estructura de referencia. Esto produce miedo en las mentes y almas atadas todavía a esta estructura de referencia actualmente obsoleta; reaccionan violenta e insensatamente, dando así a las primeras manifestaciones vacilantes e iniciales de lo nuevo el carácter del mal. En realidad, la naturaleza mala de todo nuevo desarrollo de la vida coherente con el crecimiento humano es una expresión de la resistencia y los miedos de esas fuerzas (en la sociedad o el individuo) cuya posición privilegiada depende de la preservación del viejo orden.

 
En astrología esta resistencia y esta lucha necesaria para vencerla son representadas por las cuadraturas planetarias. Una cuadratura entre dos planetas ocurre a mitad de camino entre la conjunción y la oposición de estos mismos planetas. Generalizando los nombres asociados con las fases de la Luna (o sea, los aspectos entre el Sol y la Luna), puede decirse que el tipo del “primer cuarto” de cuadratura (de la conjunción a la oposición) representa un rechazo del ego y la voluntad de ajustarse a los resultados inevitables del nuevo comienzo evolutivo que ocurrió cuando los dos planetas estaban en conjunción. Por el otro lado, el tipo del “último cuarto” de cuadratura (después de la oposición) representa el rechazo de la mente conciente a dejarse fecundar por la nueva visión que ocurrió durante la oposición (el tipo de “Luna llena” de la iluminación). Estos rechazos alcanzan su apogeo para el tiempo de los aspectos en cuadratura, y este clima libera una Sombra, cuando el pasado a la sazón cristalizado bloquea contumazmente a la nueva voluntad o a la nueva luz, gesticulando contra el triunfo inevitable (aunque, por desgracia, a menudo trágicamente demorado) del Poder creador en el individuo o en la sociedad. El único modo de disipar esta Sombra y el miedo que ésta inspira es absorber y asimilar el Poder creativo que es la Luz. Esto es “teosíntesis”, un proceso que es el centro vital de toda autoeducación real de la personalidad; que transmuta el miedo en fe, los soplos de tragedia en bendiciones de Gracia que fluye desde el corazón de los seres divinos en quienes la compasión y la omniabarcancia se convirtieron en la Ley irrevocable de su naturaleza.

No hay comentarios.: