sábado, 13 de septiembre de 2025

El amor como estado de conciencia

En todos los lenguajes simbólicos que utilizo en las sesiones que brindo se habla del amor.

En la  Astrología, está simbolizado por el planeta Venus, aunque yo prefiero decir que Venus representa la condición previa a la existencia del amor: la receptividad y la apertura, ya que éstas son imprescindibles para que se produzca el encuentro y la unión. Luego nacerá (o no) el amor.

En Diseño Humano, la Puerta 25 ubicada en el centro G (centro de energía que se refiere al amor, la dirección y la identidad) también se refiere al amor. En el Calendario Maya (según el método de José Argüelles) tenemos al sello del Perro.  

El  amor no solo concierne a los vínculos y las relaciones: es infinitamente más amplio. Ejemplo de ello es el amor a todas aquellas tareas vocacionales que desempeñamos, en las que canalizamos nuestros talentos y habilidades, dando lugar a la materialización de nuestro propósito de vida.

Me gusta ver al amor como un recurso interno que puede ser ubicado en diferentes destinatarios a lo largo del tiempo. Lo mismo aplicaría al sentido o propósito, al deseo, a la seguridad, a la confianza y tantos otros recursos internos con los que contamos los humanos. Esta visión implica reconocer que cualquiera de estos recursos nos pertenece, que vamos hallando dónde ubicarlos y cuando cerramos un ciclo, los recuperamos hasta que volvemos a hallar nuevos destinatarios donde volver a ubicarlos. Esta mirada ofrece una vivencia de libertad y no dependencia - es un tema que da material para escribir otro post -.

Decía al comienzo que el amor es un estado de conciencia. Y lo es antes de poder transformarse en un sentimiento. Por eso considero que es imprescindible desarrollar la conciencia del amor.

Cuando esto se logra, descubrimos que el amor es algo que se construye día tras día. Recién entonces se convierte en un sentimiento que necesita ser alimentado con una dosis considerable de realidad para que pueda resistir el paso del tiempo y los desafíos que inevitablemente llegarán para ponerlo a prueba. 

No se trata del amor del enamoramiento (Neptuno desde la Astrología) que es un espejismo, sino del amor del compromiso y la responsabilidad (Saturno desde la Astrología), alimentado desde una actitud que requiere tener los pies en la tierra y desarrollar esa madurez que consiste en aprender a vivir en armonía con la realidad.

La estructura que sostiene al amor es la conciencia del amor.

Me refiero a experimentar ese estado de conciencia en donde reconocemos (y, por lo tanto, podemos sentir en cuerpo y alma) que vivimos en unidad con todo lo que nos rodea, porque somos parte de todo aquello que nos rodea. Hay que reconocer que su naturaleza es efímera y nos impone tomar la decisión de volver a ella voluntariamente.

Hago una diferencia entre amor universal (que sería lo que acabo de describir) y amor incondicional.

El primero no es interpersonal: no se limita a las personas. El segundo sí lo es.

Muchas veces me he preguntado por qué se espera que una madre sienta un amor incondicional por un hijo. Podría no ser siempre así… Si el hijo fuese un asesino serial y la madre – en un amor incondicional mal entendido – lo protegiera y encubriera, estaría demostrando que no es capaz  de amarlo realmente. 

El verdadero acto de amor incondicional, sustentado en el amor universal, sería denunciar al hijo para que pueda evolucionar cortando con su accionar  y pagando por su falta. De esa forma se restauraría la conciencia del amor universal que siempre es inclusiva e impersonal mientras que el amor incondicional puede no serlo.

Sé que muchos de mis lectores no estarán de acuerdo con esta mirada, pero si reflexionan quizás se den cuenta de que existe un Orden superior que no puede ser quebrantado. El amor universal está por sobre el amor incondicional y ese Orden del que hablo debe ser respetado para que todo funcione en armonía.

Termino esta reflexión invitando a los lectores a que se pregunten: Creo en mi capacidad de amar de esta manera?

Anímense a recorrerse internamente contactando esos espacios de vulnerabilidad inexplorados. Les garantizo que una respuesta honesta les abrirá nuevos horizontes y tal vez se vean impulsados a seguir una nueva dirección. 

Sean valientes!!