martes, 19 de diciembre de 2023

Urano, una reflexión sobre el condicionamiento

Nacemos y ya estamos sujetos a condicionamientos. Vamos creciendo, viviendo, y cada vez la cantidad es mayor. Hasta que llega un momento – puede ser un tránsito de Urano o el ciclo de edad conocido como “la oposición de Urano” –que se produce durante la mediana edad, entre los 38 y 44 años- en que sentimos la urgencia de arrancar de nuestra vida todo aquello que ya no responde a lo que sentimos que somos.

Hay dos verdades innegables respecto a este tema:

1.- El condicionamiento es inevitable. Mientras dure nuestra permanencia en este mundo estaremos sujetos al mismo. Sin embargo, siempre podemos discernir para separar el condicionamiento que nos enriquece y nos ayuda a crecer de aquel que nos empobrece porque nos limita, impidiendo que se exprese nuestra autenticidad.

2.- Existen individuos a quienes les es fácil o natural no dejarse condicionar.  En mi experiencia como consultora astrológica, son aquellos en cuyas cartas natales Urano ocupa una posición destacada por casa o aspecto.  

Somos seres tribales: nos condiciona la familia, la cultura, la sociedad, la educación, la religión, la situación económica, las experiencias traumáticas pasadas, etc.

Pero en lo personal, a veces nos condicionamos a nosotros mismos mediante nuestras expectativas. También el miedo y el prejuicio ocupan un lugar relevante en la construcción de condicionamientos.

En otro orden de cosas, la Astrología podría funcionar como condicionamiento especialmente en su enfoque predictivo. Esto podría ser válido para cualquier disciplina que fuera utilizada con fines predictivos. Lo habían pensado?

Entonces, sabemos dónde puede estar el origen del condicionamiento que no es saludable. Pero… qué hacer para transitar el proceso de descondicionamiento?

Primero: reitero lo dicho anteriormente en cuanto a discernir para separar aquello que nos limita y empobrece de aquello que nos ayuda a crecer y nos enriquece. Es válido para situaciones, actividades y relaciones.

Segundo: reconocer cuáles de nuestras creencias, valores, hábitos de vida y expectativas constituyen un condicionamiento. A veces sostenemos por inercia estilos de vida desactualizados. Despertar  conciencia es el primer paso para romper las cadenas.

Tercero: cuestionar e indagar para encontrar fuentes de inspiración que nos ayuden a modificar todo aquello que nos lleva a la repetición de lo que ya no sirve más. Como he mencionado en otro posteo de este blog, la repetición puede ser un espejismo del orden.

Cuarto: aprender a cerrar ciclos, reciclando y/o resignificando, atreviéndonos a dejar atrás las exigencias de la tribu y la necesidad de pertenecer o encajar.

He mencionado el ciclo de edad que se conoce como “la oposición de Urano”, que caracteriza el período de la vida llamado “la mediana edad”.

Me gustaría destacar que esta etapa de la vida no necesariamente es un período de crisis, como se suele decir. Puede ser transitado en armonía siempre y cuando no nos hayamos alejado tanto de nuestro propósito de vida que “necesitemos” la crisis para volver a nuestro camino. En este caso, sí podría ser un período doloroso que –mediante una crisis vital- nos obligue a romper con todo aquello que anula la expresión de nuestra singularidad.


No hay comentarios.: