Fragmento
del Capítulo 15 del libro “La
Astrología y la Psique
Moderna ”, de Dane Rudhyar.
Cualquier
persona que esté ligeramente familiarizada con el psicoanálisis o la
“psicología analítica” de Jung, sabe que
en estos enfoques sobre la comprensión de la naturaleza humana mucho está hecho
a Imagen de la Madre
y a Imagen del Padre. Sin embargo, es
relativamente raro hallar a un no profesional que tenga una idea muy clara de
lo que estas imágenes significan real y básicamente. En realidad, muchos
psicólogos con diplomas oficiales carecen de una captación vital de estos
asuntos. La astrología puede arrojar muchísima luz sobre este tema
importantísimo. A la inversa, cuando se entiende lo que estas imágenes
significan en términos de la actitud de una persona hacia la vida cotidiana, se
revelan bajo una nueva luz el valor psicológico y el significado de la
astrología misma y la razón del interés humano largamente sostenido y fervoroso
hacia ella.
Los
psicólogos emplean el término IMAGEN de varios modos y con diferentes matices
de significado. Para mí, una imagen psicológica es la forma que alguna función
básica de la naturaleza humana toma en una persona particular, y también,
colectivamente hablando, en una sociedad y cultura particulares. De esta
manera, lo que llamo Imagen de la
Madre es una expresión de la función fundamental de
adaptación a la presión y los cambios de la vida cotidiana en un medio ambiente
particular. Todo organismo vivo debe adaptarse a su medio ambiente mientras
actúa de modo tal que satisfaga las necesidades básicas de sus órganos. Cada
uno deberá comer algún género de alimento que lo sustente, evacuar materias de
desecho, hallar medios para mantener su temperatura corporal mediante ropas (en
la mayoría de los climas) y protegerse dentro de algún género de envoltura.
Tarde o temprano, deberá satisfacer el impulso reproductivo. Las personas son
impulsadas desde dentro (por la vida misma, podríamos decir) a satisfacer tales
necesidades funcionales primarias. La satisfacción produce una sensación de
bienestar; la frustración lleva a la incomodidad, al dolor y al deterioro. La
vida de todos los días, en el sentido más básico, se ocupa del negocio de
obtener este bienestar orgánico y evitar la incomodidad, el dolor y
eventualmente la muerte. Este negocio es lo que he llamado la adaptación. Si
bien todo ser humano tiene inherentemente la capacidad para tal adaptación, el infante recién nacido
no tiene esta capacidad desarrollada al nacer. En realidad, está totalmente
desamparado y deberá depender por entero de su madre para que le proporcione la
satisfacción de sus necesidades inmediatas.
A medida
que el infante gana el conocimiento conciente de sus necesidades orgánicas y el
medio que las satisfaga, empieza a formarse en su mente cerebral una imagen de
ese medio. Es muy probable que, al principio, esta imagen esté apenas separada
de la sensación de vida de ese infante. Probablemente, el recién nacido siente
como dos partes de un todo lo que necesita, tiene dolor y es satisfecho, y lo
que proporciona la satisfacción. Sin embargo, gradualmente, deberá agudizarse
la sensación de distinguir entre el cuerpo que necesita y la madre que atiende
a esa necesidad. En la conciencia del infante se construye una clara imagen de
la madre como la que satisface las necesidades. Evidentemente, su carácter
depende del modo particular en que la madre logre o no hacerle al infante
cómoda la vida. La imagen es afectada por los incomprensibles (para el infante)
cambios de disposición anímica de la madre, sus desapariciones repentinas, el
modo en que responde a las intrusiones en la relación infante-madre (o sea, la
actitud de ella hacia otras personas), y así sucesivamente. Cuanto más grande
sea la familia y más sean las demás personas que compartan con la madre la aptitud
para hacer que el infante esté satisfecho y cómodo, la Imagen de la Madre tiende menos a llenar
con exclusividad el campo de la conciencia del infante, en lento desarrollo.
Empero, si las otras personas son desconcertantes, no confiables o
perjudiciales y la madre salva la situación repetidas veces, entoces la Imagen de la Madre reviste el carácter de
salvador o intermediario entre el infante y las fuerzas extrañas o terribles
–personas o animales, elementos, peligros de todo género-. A medida que el niño
crece, entiende palabras y aprende a hablar, recuerda y espera actos
repetitivos, y se enfrenta con el NO inexplicable al principio y aparentemente
arbitrario, la Imagen
de la Madre se
vuelve cada vez más clara. El niño adquiere un sentido más definido y mentalmente
formulado de cuánto necesita que su madre cuide de él o se queda frustrado si
la madre no es capaz de realizar en su favor una adaptación positiva.
Gradualmente,
por imitación, y luego por explicación, el niño aprende normalmente a
desarrollar la capacidad de adaptación que, al comienzo, la inviste totalmente
la madre. Este puede ser un proceso prolongado y doloroso. Tal vez la madre
sobreproteja al niño; o sea ineficaz, preocupada e irritable, demasiado colmada
con su ego y demasiado atareada en cosas y personas. La relación madre-hijo
puede ser demasiado ceñida o interrumpirse demasiado temprano por una variedad
de factores (un nuevo hermano o una nueva hermana, un castigo injusto, ira,
etc). Todos estos factores afectan el desarrollo de la capacidad del niño y del
adolescente para adaptarse a la vida cotidiana y dar a la Imagen de la Madre resultante (en la
conciencia del joven) una calidad particular, una forma y un sabor emocional.
La
trillada frase “mamá es la que mejor sabe” demuestra sencillamente que si el
jovencito enfrenta dificultades y conflictos en la satisfacción de sus impulsos
orgánicos básicos (y los derivados y patentes tendencias emotivas-intelectuales
de éstos), acude normalmente a su madre en procura de consejo sobre cómo obtener
goce o triunfo y evitar el dolor o la derrota y la frustración. Si la madre
real le hubiera abandonado o se hubiera marchado, el niño, incapaz todavía de
emplear satisfactoriamente su capacidad de adaptación, tiende a transferir su
dependencia a otra mujer. Esta mujer se convierte en madre sustituta y el niño
proyecta sobre ella su Imagen de la Madre.
Sin embargo, no es menester que sea otra mujer. Por ejemplo, la Imagen de la Madre se transfiere a una
iglesia, si se cree que el consejo eclesiástico y el de sus ministros más o
menos impersonales suministran todas las respuestas a cualquier problema
desconcertante que se suscite en la vida cotidiana. La Imagen de la Madre se puede transferir
también, muy eficientemente, a la astrología. Se la transfiere de este modo
siempre que una persona no da un paso importante (o inclusive baladí) sin
consultar a un astrólogo, sin mirar la efemérides o levantar un horóscopo para
ese problema.
Toda
transferencia de esa índole de ningún modo es necesariamente mala. Si hace unos
siglos hubiéramos viajado al Tibet, recibiríamos de muy buen grado la guía de
un lama que pudiera hablar nuestro idioma y estuviera familiarizado con
nuestras costumbres para que nos adaptáramos positivamente a las modalidades
tibetanas. A cada paso que conduzca a condiciones que no sean completamente
familiares, todos necesitan guía de
alguna índole si la adaptación ha de ser positiva y relativamente suave. Pero
tal guía debe ser solamente temporaria. Hay otra guía disponible una vez que se
está familiarizado con las nuevas condiciones: la guía de un “mapa”. Una
confianza en los mapas, los principios de organización (físicos, sociales,
cósmicos), un sentido de la estructura, y un reconocimiento de la propia
ubicación en estructuras de una Imagen de la
Madre. A este tipo de confianza el niño la
asocia normalmente, al principio, con su relación con su padre.
En
astrología, la Luna
significa tradicionalmente la madre y Saturno el padre. La razón de este
simbolismo es clara. La Luna
es nuestro único satélite, y como tal gira constantemente alrededor de
nosotros; de modo parecido, la madre atiende sin cesar al infante y está
alrededor de él. En la antigua astrología geocéntrica y en la alquimia, lo que
ahora llamamos la órbita de la
Luna se denominaba la esfera sublunar. A esta esfera se la
concebía como un vientre cósmico, la placenta vitalizadora de nuestro planeta
Tierra, que a menudo se juzgaba que aún estaba en el estado embrional (incluso
en la actualidad, los ocultistas dicen que la Tierra no es un planeta sagrado). En los modernos
mapas astrológicos, la función esencial de la Luna debe definirse como la de adaptación al
quehacer de la vida diaria. A partir de ese personaje central se suceden todos
los demás significados secundarios. Por ejemplo, el tipo de mentalidad que se
asocia con la Luna
en los mapas natales es el género de mente que se consagra cabalmente a la
faena de hacer de la vida en el propio medio ambiente un triunfo y un placer.
Es la mente astuta, oportunista y dúctil; la mente camaleónica siempre
dispuesta a ajustar, contemporizar y comprometerse en procura del triunfo
práctico. La Luna
también representa las disposiciones anímicas personales, los sentimientos,
etc., pues todos estos son modos más o menos pasivos de adecuarse, de responder
a situaciones internas o externas como se desarrollan todos los días.
Por el
otro lado, a Saturno se lo ha conocido recientemente como el planeta más
externo. Incluso hoy, con el simbolismo de sus anillos, se lo puede considerar
marcando los confines reales del sistema solar como una totalidad orgánica
limitada y bien definida. Los planetas más distantes (Urano, Neptuno, Plutón)
se refieren a la zona menos tangible que rodea al cuerpo bien definido –al
aura, a las funciones que relacionan al organismo estrictamente físico con la
totalidad cósmica más vasta, digamos la galaxia-. Saturno representa no sólo al
padre real, sino más generalmente todo lo que define nuestra estructura
permanente de ser y nuestro sitio dentro de un más vasto esquema de la
existencia. Físicamente, Saturno se refiere al esqueleto que establece la forma
básica de nuestro organismo; intelectualmente, a la lógica; psicológicamente, a
nuestro ego con sus pautas fijas de respuesta a los impactos sociales; y, en
general, a nuestro “lugar” potencial dentro de cualquier “totalidad mayor”. En
realidad, en sociedades más antiguas, el status del padre establecía casi
irrevocablemente el “lugar” social de sus hijos, su casta, clase, profesión, o
consorte potencial. Hoy en día, el padre da su nombre al hijo, aunque
socialmente nada más.
Saturno
significa estructura y dónde todo encaja en una estructura, o sea, el sitio de una
cosa en un hombre o un plan y un proceso definidos, rítmicos. Debido a esto,
toda la astrología se basa realmente en la función de Saturno, pues lo que la
carta natal hace es sencillamente establecer el lugar de uno en el desarrollo
espacio-temporal del sistema solar. Muestra dónde uno encaja y la propia
adecuación para cuanto le suceda. Pero no dice qué hacer. No guía, salvo
mostrando un mapa de lo que es posible según la estructura de las cosas en el
lugar y el tiempo en que uno vive.
Estas
últimas frases tienen importancia muy básica para todos los que se interesen
por la psicología y la astrología. Implican la existencia de dos enfoques
esenciales del uso práctico de la astrología: el tipo de Imagen de la Madre y de Imagen del Padre.
Si usted acude a un astrólogo (o a su efemérides) esperando que le contesten a
“¿Qué debo hacer?”, esto significa sencillamente que se precipita sobre una
madre celestial en procura de una guía real, en la creencia de que “mamá es la
que mejor sabe”. Repito que esto no está “mal”, pues si a usted lo invitaran
para que visitara al Dalai Lama o al Papa, tendría excelentes razones para pedir
que le guíen sobre cómo comportarse con exactitud. De modo parecido, si debe
afrontar un problema que no es familiar y que implica optar ante una
alternativa, cuya naturaleza y resultados finales (por lo que usted conoce) no
tiene modo de evaluarlos por sí mismo, entonces puede ser valiosísima la guía
astrológica de un tipo concreto. Sin embargo, tal vía externa podrá ser valiosa
solamente si se entiende que es temporaria.
…
Entonces la Imagen de la Madre o la Imagen del Padre no existen
más. Los dos ancestrales símbolos del pasado –la Luna y Saturno- se absorben
dentro de un presente solar. Se es lo que uno necesita ser en todo momento, sin
miedo al futuro ni pesar por el pasado. Este es un estado dificilísimo de
alcanzar. Empero no es difícil porque signifique cumplir algún acto
espectacular sino, por el contrario, porque exige que nos liberemos de
esfuerzo, de actividad tensa y de expectación precisa. Lo que se necesita es
que subyuguemos nuestra dependencia de toda imagen, sea ésta la Imagen del Padre o de la Madre.
¿Qué
significa esto en términos de nuestra
actitud hacia la astrología? Sencillamente esto: vemos a la astrología como un
medio hacia un fin, como una técnica valiosísima para desarrollar ciertas
capacidades en nosotros, tal como los ejemplos y las relaciones con nuestra
madre y nuestro padre (o sus sustitutos posteriores) no son sino el medio para
desarrollar nuestra capacidad de
adaptación a la vida y nuestro propio sentido de adecuación a un orden superior
estableciendo nuestro lugar de destino y nuestra individualidad fundamental.
Cada generación presta ese servicio a la venidera. Empero, lo que cada
generación recibe de sus padres es sólo instrucción, y jamás debe producir una
sensación de esclavitud o identificación. De modo parecido, lo que la
astrología puede hacer por nosotros es disciplinar nuestra aptitud para sondear
el mejor modo de responder a los nuevos problemas y exigencias de situaciones
siempre nuevas, y nuestra aptitud para
percibir el orden cósmico y el desarrollo estructural de todos los procesos
naturales, incluso donde la vida parece más caótica.
Se puede
mirar el propio mapa natal y decir: Esto es lo que soy, mis posibilidades
seminales, lo que debo convertir en un hecho real y concreto. Pero la finalidad
esencial de este estudio del propio horóscopo es poder olvidarlo mientras se
retiene el conocimiento de que, de hecho, uno es un sistema solar ordenado de
manera individual.
1 comentario:
Invitación - E
Soy brasileño.
Pasei acá leendo , y visitando su blog.
También tengo un, sólo que mucho más simple.
Estoy invitando a visitarme, y si es posible seguir juntos por ellos y con ellos. Siempre me gustó escribir, exponer y compartir mis ideas con las personas, independientemente de su clase Social, Creed Religiosa, Orientación Sexual, o la Etnicidad.
A mí, lo que es nuestro interés el intercambio de ideas, y, pensamientos.
Estoy ahí en mi Simpleton espacio, esperando.
Y yo ya estoy siguiendo tu blog.
Fortaleza, la Paz, Amistad y felicidad
para ti, un abrazo desde Brasil.
www.josemariacosta.com
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