domingo, 8 de septiembre de 2013

Los Tres Estilos Primarios de Comunicación

Un texto del libro “El Camino del Poder”, de Lena Stevens y José Stevens.

Los distintos estilos de comunicación, aunque apenas son percibidos por la persona media, crean grandes diferencias en la claridad y eficacia de la comunicación. Los chamanes de todo el mundo reconocen que las personas son muy distintas en sus formas de comunicar e interactuar unos con otros. Por eso diseñan estrategias muy variadas para tratar con personas de distintos estilos.

Un modo simple y llano de designar los tres principales estilos de comunicación es decir que la persona está centrada en la cabeza, en el corazón o que es un individuo visceral, dependiendo de si el estilo viene caracterizado por la intelectualidad, la emocionalidad o está orientado hacia la acción.

La Persona centrada en la Cabeza

Esta es la persona intelectual que piensa con palabras, se ocupa de los detalles y prefiere usar la lógica y el razonamiento para resolver los problemas. Las personas centradas en la cabeza procesan la información más lentamente porque tienen que reflexionar las cosas para llegar a conclusiones. Son muy buenos a la hora de separar las ideas en sus partes componentes a fin de clasificarlas, compararlas y ordenarlas. Este tipo de personas dirigen los sistemas educativos del mundo occidental, controlan los medios de comunicación y, en general, la forma de hacer las cosas en el mundo empresarial de nuestros tiempos.

La Persona de Corazón

La persona de corazón, en cambio, es el más conciente de la totalidad del campo perceptual. Mientras que la persona centrada en la cabeza se enfoca más en los detalles y en una cosa cada vez, la persona de corazón entiende muchas cosas al mismo tiempo y puede recibir una impresión general de lo que está ocurriendo. La gente de corazón obtiene información de la sensación que le producen las cosas y es capaz de sentir formas, texturas, colores, sonidos y emociones. Como Einstein, muchas veces tienen la respuesta antes de entender los pasos lógicos que llevan a ella. A menudo se sienten en desventaja en el mundo occidental porque su estilo de comunicación no es tan respetado como el de la gente centrada en la cabeza. En otras partes del mundo, como Brasil, esta orientación tiene más aceptación e influencia.

La Persona Visceral

La persona visceral es diferente de las anteriores, y prefiere comunicarse mediante la acción – haciendo cosas – y mediante pequeños signos indicativos, como el jugador de baloncesto que con un gesto informa a sus compañeros de la jugada que va a realizar. Un movimiento con la cabeza, una acción repentina, un gesto descendente de la mano son maneras rápidas y brillantes de comunicar mucha información.

La gente visceral suele evitar la palabra y cree que las emociones son un obstáculo para la acción eficaz. Otro ejemplo de este tipo humano es el piloto de combate que, en el fragor de la batalla, no tiene tiempo de elaborar un detallado plan de acción ni de considerar la estética del avión enemigo: el piloto sobrevive mediante la acción instintiva e inmediata.

Comunicación entre los distintos estilos

Cuando personas de los tres estilos se encuentran, las probabilidades de que se produzcan desencuentros son enormes. Los malos entendidos son habituales, y cada tipo humano tiende a pensar que su estilo de comunicación es el correcto y el de los demás está equivocado. La persona centrada en la cabeza tiende a pensar que la persona de corazón es demasiado sentimental y torpe, y que al tipo visceral le falta coordinación verbal y tiene pocas luces. La persona de corazón podría tachar a la persona más mental de ser fría, distante y desapegada, y considerar que la persona de acción es abrupta y desvinculada de sus sentimientos. La gente visceral puede pensar que los tipos mentales son unos aburridos que complican las cosas innecesariamente, y las personas de corazón son excesivamente emocionales e impenetrables. El resultado suelen ser desacuerdos y enfrentamientos entre los estilos, lo que evidentemente no es beneficioso. Si estamos dispuestos a aprender sobre los distintos estilos y apreciar la validez y las complejidades de cada uno de ellos, la comunicación y la cooperación pueden mejorar drásticamente. Esto requiere cierta atención y un estudio objetivo de uno mismo y de los demás.

Secuencia de Estilos

Si bien cada individuo tiende a usar principalmente uno de los estilos, los tres operan en todos nosotros constantemente, aunque cada persona suele usarlos en un orden distinto.

Algunos de los que se centran en la cabeza pasan en segundo lugar al corazón y, por último, a la acción, mientras que otros pasan a la acción y, por último, al corazón. Estos dos tipos humanos son muy diferentes entre sí, lo mismo que los tipos que forman otras combinacionesde estilos. Para explicar las diferencias, hemos descubierto dos leyes que determinan si un estilo particular de comunicación es eficaz o no.

Primera Ley: El segundo estilo es una trampa

Cuando la persona comunica con su segundo estilo, no consigue afrontar los desafíos ni resolver los problemas y se queda atrapada en ese estilo secundario sin realizar progresos.

En función de la cultura, del condicionamiento infantil y de sus inclinaciones naturales, las personas tienden a moverse mejor en un estilo determinado, el que usan preferentemente; el siguiente estilo que mejor dominan viene en segundo lugar, y el más flojo viene en tercer y último lugar. La gente tiende a usar bien su estilo primario por razones evidentes. Sin embargo, no suelen usar tan bien el segundo estilo. De hecho, la persona sólo echa mano de él cuando está bajo tensión. Una persona acostumbrada a usar la cabeza puede emprender una acción visceral estando bajo presión. Pero, como ése es su estilo secundario, comete errores al usarlo. El error más común es poner el segundo estilo al servicio del primero. Por ejemplo, digamos que una persona pensadora se siente bajo presión y pasa a la acción. En lugar de actuar productivamente, lo más probable es que esa persona aplique la acción a su pensamiento y se quede dando vueltas y vueltas en su cabeza, atrapada obsesivamente como un hámster en una rueda. Lo que parece acción en realidad no lo es. Esta persona ya no piensa con coherencia ni actúa productivamente.

Veamos un segundo ejemplo: una persona de corazón pasa a la cabeza cuando se siente bajo presión. Entonces intenta usar su pensamiento para cuestionar sus sentimientos y se queda atrapada ahí. Este proceso suele acabar en desastre, porque ahora la persona ni tiene sentimientos definidos ni piensa con claridad. Así pues, cuando la persona entra bajo presión en su estilo secundario, pierde la capacidad de usar el estilo primario y también el secundario.

Recuerda que en circunstancias normales la persona puede usar los tres estilos productiva y eficazmente, especialmente si usa los estilos equilibradamente. En el mejor de los mundos, la persona sana piensa cuando tiene que pensar, siente cuando lo apropiado es sentir y actúa eficazmente cuando necesita hacerlo. El problema surge cuando la persona se siente considerablemente más incómoda con su estilo secundario y cuando está bajo presión.

Segunda Ley: El tercer estilo es el equilibrador

El tercer estilo es el que puede devolver el equilibrio a una situación y liberar al individuo de la trampa en que se convierte el segundo estilo.


Si una persona centrada en la cabeza opera secundariamente desde el corazón, recurrirá finalmente a una acción drástica que le equilibrará y solucionará el problema. Curiosamente, el tercer estilo, el que la persona usa en último lugar, es el que mejor suele funcionar cuando por fin se recurre a él. Por eso funciona como elemento equilibrador; es el estilo que vuelve a poner las cosas en su lugar.


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