Fragmento del libro "La Práctica de la Astrología", de Dane Rudhyar.
El tema principal
de la Astrología
es la persona humana individual, considerada como un organismo íntegro que
incluye actividades físicas, psíquicas, mentales, sociales y espirituales, de
muchas clases y a varios niveles.
Los términos
cuerpo, mente, sentimientos, alma, definen muy superficialmente estos diversos
tipos o categorías. Todas estas actividades son actividades «humanas» porque a
pesar de que algunas puedan parecer muy similares a las que aparecen en los otros
reinos de la vida (animal, vegetal, etc.) están sin embargo subordinadas a un
patrón y a un propósito característicos del reino humano y son exclusivas de
éste. Puede que el hombre digiera sus alimentos como otros mamíferos, pero, al
ser consciente de su proceso digestivo y poder intervenir en él –para bien o para mal- la digestión en
los hombres es «humana».
El campo de la
interpretación astrológica se extiende a cualquier grupo de personas humanas,
relativamente permanente, o a cualquier situación dentro del flujo de la
experiencia humana.
Grupos o series de
fenómenos naturales -como por ejemplo los
relativos al clima- también pueden analizarse y su desarrollo se puede
interpretar por medio de cartas astrológicas, pero esencialmente, sólo en la
medida en que son parte de la experiencia colectiva de los seres humanos.
El propósito
básico de la astrología es brindar un poco de orden al aparente caos de la
experiencia humana. Y así ayudar al individuo o al grupo a conseguir un mayor
grado de integración, salud y juicio. Constituir un acercamiento más consciente
a la vida humana y una comprensión más profunda de las características estructurales
y del comportamiento cíclico de todos los organismos. Es grande su importancia
ya que el hombre tiene el privilegio y la obligación espiritual de hallar el
«Camino de la Consciencia ».
Sin embargo, la
astrología no ofrece ningún atajo, por ser la integración de cualquier conjunto
orgánico un proceso gradual que depende, por una parte, de la intensidad del
sentimiento de «orden» y de la realización del «centro» en las diferentes
partes del conjunto y, por la otra, de la apropiada disposición del Principio
espiritual, conectado con este organismo en evolución, para animar e iluminar
los esfuerzos de éste hacia una completa y armónica organización.
Además, cada
factor de la carta astrológica puede contribuir a la integración o a la
desintegración personal.
La carta natal
presenta de una forma especial los datos informativos que los psicólogos y los
médicos usan en sus terapias. El carácter de esta presentación, sin embargo,
arroja una luz nueva sobre las partes componentes, funciones, estímulos y potenciales
de la persona individual. Mediante el uso de esta nueva luz, una persona que
comprende bien su valor y la forma de manejarla, puede ser más objetivo
respecto a sí mismo. Puede plantear gráficamente el curso de su desarrollo
orgánico, elaborar la curva de sus poderes vivificantes, y verse a si mismo
reducido a la esencia. Bajo la confusión de su experiencia diaria, llega
a entrever un patrón de orden. Todas sus tendencias conflictivas se revelan
como componentes complementarios de su personalidad integral. Se ve a sí mismo
completo, en estructura y función.
Lo que ve, sin
embargo, no es una imagen o retrato gráfico. Es tan sólo un símbolo. La carta
natal es sólo un símbolo: el «nombre» de la persona. Pero si aprende a
deletrear este «nombre», el individuo puede descubrir -si es sabio- cómo esforzarse, a su manera, hacia una integración
real y demostrada día tras día. El astrólogo-psicólogo sólo puede señalarle el camino.
Sólo el individuo puede pronunciar el «nombre», símbolo de la conciencia
íntegra de uno mismo. Lo pronuncia viviendo plenamente lo que él es, dentro del
amplio marco de la sociedad y la humanidad.
El pronóstico
viene como consecuencia de un desarrollo ordenado. Si en el universo existe un
orden, entonces se puede predecir cuál va a ser la fase que seguirá a la
presente. Si la predicción fuera una ilusión no habría ciencia, ni
generalización, ni ley. Al ser la astrología una ciencia, debe, por tanto,
incluir la predicción.
La astronomía es
un sistema para predecir los fenómenos celestes. La astrología, sin embargo, no
trata sobre la determinación de los fenómenos celestes, sino sobre su interpretación en
términos de carácter y conducta humanas. Cuando a un planeta se le da un
determinado significado en astrología, este significado está condicionado por
los aspectos astronómicos en el sistema solar y por lo que representa en
relación a la persona humana (o a la situación que afecta al individuo).
Cualquier significado planetario presupone la existencia de personas completas como marco
de referencia para tal significado. La astrología trata de la totalidad de la
naturaleza humana, según se expresa en un individuo.
Ningún significado
o juicio astrológico se expresa plenamente si no tiene en consideración al ser
humano completo. Decir que dos planetas estarán en conjunción en un determinado
momento, es astronomía. Añadir que la vida de un hombre, nacido en un
determinado momento y lugar, experimentará una crisis en una fecha que puede
averiguarse, es una afirmación astrológica. En esta afirmación el punto de
partida es «la vida de un hombre». Cualquier predicción que no tome a esta
entidad, «la vida de un hombre», como base o marco de referencia es, como
mínimo, incompleta. En la mayoría de los casos es desorientadora, en algunos,
realmente destructiva. Sólo tiene valor en relación al individuo completo y a lo que contribuye al desarrollo de
esta persona, a un nivel u otro.
La astrología no
predice «sucesos» sino sólo fases en el desarrollo
de una persona. Cada individuo se desarrolla en unas líneas que en primer
lugar son «genéricas», esto es, que son el resultado del simple hecho de que es
un ser humano, miembro
de este género, homo sapiens, en una época concreta de la evolución de
la humanidad. Estas líneas de desarrollo determinan el patrón general del área
de vida de cada hombre. Asimismo cada hombre posee unas características
bio-psicológicas que determinan su estructura
genérica. A este respecto la naturaleza humana, las razas y los
individuos producen muchas clases de variaciones. Un hombre es en primer lugar
humano, luego blanco, luego americano, californiano, de ascendencia
anglofrancesa, metodista, demócrata, etc.; finalmente es un individuo nacido a
una determinada hora en lugar específico.
El libre albedrío es la medida de la
capacidad del hombre de ser y actuar como un individuo. El destino es la medida
de su dependencia de las normas colectivas y genéricas como estructuras determinantes.
La astrología
trata en primer término de la naturaleza humana en un sentido genérico. Es por
esto que, al ser el cliente un ser humano, experimentará de una forma más o
menos aproximada el orden conocido de fases del desarrollo humano, y esto le da
al astrólogo una base para la predicción. Pero ningún astrólogo deberla quedarse
aquí. Debería llegar a definir y comprender la «ecuación individual» de su cliente;
la forma en la que el cliente reacciona o puede esperarse que reaccione como individuo ante los básicos puntos clave de su
vida.
Esto sólo puede
hacerse considerando la carta natal y su desarrollo en el tiempo como un conjunto. El
individuo es el hombre completo, la persona integral. Y nadie puede determinar por adelantado las acciones y reacciones de una
persona integral que ha llegado a individualizarse verdaderamente, ya que dicha
persona ha llegado a ser libre, dentro de los límites de sus estructuras
genéricas.
La astrología
puede definir los límites, pero sólo puede sugerir la libertad. Cada momento de
la vida de un individuo es una mezcla de ambos factores.
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