Hoy comparto un fragmento del Capítulo 11 del libro “Astrología, Psicología y los
Cuatro Elementos”, de Stephen Arroyo. Recomiendo la lectura de este libro a quienes sientan el deseo de iniciarse en el conocimiento de la Astrología.
Los cuatro elementos son particularmente útiles
para entender la naturaleza esencial de la característica psicológica de cada
individuo. A fin de enfocar este tópico, limitémonos aquí a considerar el
elemento del signo del Sol solamente, pues éste es habitualmente el dominante
al tratar la psicología total de la persona, y ello de tal manera porque revela
la armonización de nuestra vitalidad y nuestro poder de auto-protección básicos,
lo mismo que el reino de la experiencia que la persona vive cada día y la calidad fundamental de su consciencia. (Sin
embargo, en un mapa particular puede considerarse más de un elemento como
potencialmente activo).
El elemento
del signo del Sol, muestra muchas cosas: revela dónde está arraigada nuestra
conciencia, con qué reino de la experiencia estamos armonizados, y de qué campo
de actividad y ser deriva nuestro poder. El elemento del signo del Sol muestra
también qué es “real” para el individuo, pues la suposición inconsciente de lo
que es particularmente real y lo que no lo es, es la que determina cómo la
persona concentrará su energía.
Como ejemplo, los signos de aire viven en el reino abstracto del pensamiento, y para ellos un
pensamiento es tan real (en realidad, más real, como lo evidencia su conducta)
como cualquier objeto material. Los signos de agua viven en sus sentimientos, y es su estado emocional el que
determina su conducta más que todo lo demás. Los signos de fuego viven en un estado de actividad muy excitada e inspirada; y
mantener ese estado del ser es crucial
para que los signos de fuego estén sanos y felices. Los signos de tierra se afirman en el mundo material.
El mundo material y sus consideraciones de sobrevivencia y producción se
consideran mucho más reales que cualquier otro aspecto de la vida.
Otro modo de expresar esta misma diferenciación es
decir que el elemento de nuestro signo
del Sol revela la fuerza interior básica que motiva todo lo que hacemos.
Los signos de aire
son motivados por sus conceptos
intelectuales, los signos de agua
por sus anhelos emocionales más
profundos, los signos de fuego por
sus inspiraciones y aspiraciones, y
los signos de tierra por sus necesidades materiales. Si los
psicólogos, psiquiatras y consejeros de varias clases tan sólo aprendieran esta
clasificación básica de tipos de personalidades, darían un gran paso hacia adelante
en sus esfuerzos por desentrañar las interminables fuerzas complejas en funcionamiento
en la motivación y la conducta humanas.
El elemento del signo del Sol
nos da también una intuición de cómo
todo el individuo ve la vida (o
sea la calidad de su percepción total) y qué expectativas tiene de la
experiencia de la vida.
En su Enciclopedia de Astrología Psicológica,
C.E.O. Carter expresó concisamente la tendencia psicológica de cada elemento en
palabras que son dignas de repetir aquí.
Respecto de los signos de fuego, dice que el yo se siente como “una proyección del Principio
de la Vida
dentro de la Naturaleza
y que actúa sobre ella” y que estos signos procuran “experiencias de índole
positiva en el campo de la acción”.
Respecto de los signos de agua, el yo, proyectado dentro de la naturaleza, se concibe como
“probable de sufrir y necesitar protección”. Señala que los signos de agua
ayudan a preservar la vida “entrando en los sentimientos de los demás” y que
esta aptitud para armonizarse con los sentimientos de los demás puede ser un
“guardián útil” o un “enemigo artero”.
Respecto de los signos de tierra, Carter sostiene que ven la naturaleza como “un campo para
la manifestación de la vida” y, a través de su armonización instintiva con el
mundo material, pueden ayudar a sostener la vida a través de la utilización y
el dominio de los procesos materiales.
Respecto de los signos de aire, la naturaleza se percibe como “algo que ha de entenderse, lo
mismo que utilizarse, siendo la comprensión la condición para la utilización
completa y correcta”. El principio
mental aéreo se usa, por tanto, para mejorar la vida, dándole a uno una
perspectiva sobre los procesos naturales espontáneos.
Cuando la armonización sólo se enfoca en el nivel
de la energía, nos encontramos con algunas intuiciones más bien sobrecogedoras
de la naturaleza del elemento del signo del Sol. Existe la necesidad de que
cada uno de nosotros tenga que “alimentar” su campo de energía. Si descuidamos recargar nuestra energía básica del signo
del Sol (lo mismo que las energías indicadas por la ubicación elemental de
los otros planetas y ascendente), nos encontramos agotados, irritables y más
vulnerables a los trastornos físicos y psicológicos. Podemos realizar esta
alimentación en una cantidad de modos: a través de una relación intensa (de la
que nos ocuparemos después), a través de una armonización consciente con las
energías requeridas, o a través de tipos específicos de actividades y
compromisos de la vida cotidiana. El
elemento del signo del Sol representa el requisito más importante para una
recarga, puesto que es la energía primordial la que constantemente
agotamos. Se pueden generar graves consecuencias al permitir desvitalizarnos de
nuestro necesario elemento combustible.
Todos hemos oído hablar de una persona que está
“fuera de su elemento”, en otras palabras, alguien que se ocupa de un reino de
actividad que es ajeno a su verdadera naturaleza, por ejemplo, una persona de
aire que trata de negar sus necesidades intelectuales y se gana la vida como
obrero es probable que esté fuera de su elemento. Si esta persona no compensara
comprometiéndose en actividades sociales o intelectuales cuando tiene tiempo
libre, gradualmente se agotará porque su elemento aire no se recargaría. En
otras palabras, el elemento del signo del Sol es el combustible que necesitamos
para sentirnos vivos. Es la fuente de nuestra vitalidad básica y la energía que
nos permite revitalizarnos a fin de imponernos a las tensiones y exigencias de
la vida diaria. Aunque teóricamente uno
pudiera compensar por gastar la mayor parte del tiempo en un tipo de trabajo
que estuviera “fuera de su elemento”, todo
individuo debe hallar un tipo de trabajo que sea verdaderamente de su elemento si
esa vocación se va a cumplir durante un largo período de años.
De modo genérico, podemos recargar nuestras
baterías comprometiéndonos en actividades que nos suministren el combustible
necesario. Por ello, los signos de agua
necesitan trato con otras personas de agua o intenso compromiso emocional con
cuanto están haciendo. Estas personas no pueden apartarse de su experiencia,
ésta es tan importante que escogen actividades y trabajo que les permitan
expresarse emocionalmente con plenitud. Los signos de fuego requieren compromiso con otras personas de fuego, con metas y
aspiraciones de promoción e inspiración, o con un tipo de trabajo que sea
físicamente exigente y activo. Los
signos de tierra necesitan asumir
deberes y obligaciones materiales, pues los desafíos para imponerse al mundo
estimulan a la larga sus mejores energías y alimentan su necesidad de
expresarse a través de la realización práctica. También pueden recargarse
tratando íntimamente a otros tipos de personas de tierra. Los signos de aire sienten la necesidad de una
relación regular con otras personas de mentalidad afin, de compromisos sociales
que les permitan canalizar la expresión de sus ideas, o un tipo de trabajo que
les dé libertad y estímulo intelectuales.
Uno puede también armonizarse conscientemente con
la energía necesaria cultivando íntimo contacto físico con ese elemento; pues,
de un modo real, los signos de tierra
toman energía de la tierra, los de aire
tomar su energía del aire, los de agua
del fluir de los sentimientos y del contacto con el agua misma, y los de fuego lo hacen del sol y de la
actividad física. Quienquiera que ponga en duda la verdad de esta declaración
no experimentó evidentemente su realidad en su propia vida. Clarividentes de
percepción especialmente refinada me dijeron que podían ver la raigambre en la
tierra de Tauro, la terrenalidad como de roca de Capricornio, un suave fluir de
sensitividad sentimental como cascada en Cancer, el repentino cambio de
polaridad semejante a tormentas eléctricas en Acuario, y así sucesivamente. Por
tanto, uno puede aprovechar el contacto con el propio elemento del signo del
Sol con el fin de rejuvenecer y recuperarse del impacto desvitalizador de las
exigencias de la vida.
A fin de hacer esto, los signos de tierra necesitan naturalmente poner los
pies en el barro una vez cada tanto, estar cerca de la naturaleza y
sintonizarse con el poder de crecimiento de árboles y plantas. Para dar un
ejemplo de esto, conocí una vez a una persona con Sol y Ascendente Tauro que
nada sabía de astrología pero que había descubierto que obtenía la mayor paz y
tranquilidad yendo cerca del río a jugar en el barro durante horas.
Los signos de aire
necesitan aire limpio, sutil y muy eléctrico para recuperarse, una cualidad de
la atmósfera que nunca se encuentra en nuestras ciudades o llanuras húmedas o
valles agrícolas. Este tipo de aire está disponible particularmente en las
montañas, donde no sólo es limpio sino también más bien seco y refrescante. Un
amigo médico con Sol en Acuario, me dice que cree que la mejor altitud para los
signos de aire es por lo menos de una milla y media sobre el nivel del mar y él
mismo vive en tal altitud por esa razón.
Los signos de agua
sienten habitualmente que vivir demasiado lejos de un río, lago u océano es
como vivir en un desierto yermo. Están a sus anchas psíquica y emocionalmente
cuando tienen la oportunidad de sumergirse regularmente en agua que corre, o al
menos estar en presencia de agua. Algunos lectores tal vez recuerden que Edgar
Cayce, el gran clarividente norteamericano, descubrió que sus facultades
psíquicas funcionaban más eficazmente cuando vivía cerca del agua, hecho que le
indujo a mudarse cerca del océano a Virginia Beach. El Sol de Cayce estaba en
Piscis, y sus lecturas psíquicas rebosaban referencias a los efectos
beneficiosos de estar cerca del agua para el trabajo psíquico o metafísico.
Los signos de fuego
necesitan estar al aire libre, bajo el sol, impregnándose del fuego radiante
del sol. Necesitan también permanecer físicamente activos a fin de conectarse
con su energía ardiente. Un signo de fuego que tenga que permanecer enjaulado
durante mucho tiempo o que no tenga la oportunidad de movimiento físico
vigoroso empieza pronto a sentir como si muriera. Esta es la razón de que una
enfermedad debilitante o un accidente tenga tan a menudo graves consecuencias
psicológicas para los signos de fuego. Muchos lectores han notado probablemente
que todos los signos de fuego parecen tener su energía máxima cuando el sol
está en lo alto, mientrs que no saben qué hacer de sí tras el ocaso. Esta
energía del fuego puede también almacenarse durante los meses estivales, para
usarla después, durante el tiempo más frío. Recuerdo a una mujer con el Sol en
Leo que me contó que nunca se enfermaba en invierno si el verano anterior había
estado al sol mucho tiempo. Sin embargo, durante un verano tuvo que quedarse
dentro virtualmente todo el tiempo debido a su trabajo y en el invierno
siguiente estuvo enferma constantemente.
El psicólogo Ralph Metzner es uno de los pocos en
su especialidad que estudió los elementos en su relación con los tipos de
personalidades. Estando en la
Universidad de Stanford, Metzner ideó pequeñas sesiones en
las que se reunían personas de varias combinaciones de elementos. Tras algunas
pruebas con estos experimentos y luego de estudiar las correlaciones
astrológicas con los elementos en alguna profundidad, Metzner concluyó que los
cuatro elementos simbolizan tipos de personas que “metabolizan la experiencia
en diferentes proporciones” y de distintos modos. Estos diferentes enfoques de
experiencia inducen a estos cuatro tipos de personas a que en sus vidas traten
los conflictos y obstáculos de modos diferentes. Los signos de aire tienden a elevarse sobre el
conflicto y a flotar alrededor de él. Aunque después se ofendan con la persona
que les puso el problema en el camno, raras veces dejan luego de encararlo
airosamente. Los signos de agua también
detestan toda forma de conflicto (con excepción de algunos Escorpios). Tienden
a fluir alrededor del conflicto, debajo o sobre él, o –si falla todo lo demás-
a desgastar lentamente a la persona o cosa que está en su camino. Sin embargo,
Escorpio busca a menudo desafíos y problemas, comprendiendo subliminalmente que
tales desafíos ponen de manifiesto su fuerza y recursos más grandes. Empero,
Escorpio mantendrá la mayor parte del tiempo un silencio total, sin querer
causar un conflicto innecesario. Los signos de tierra, más bien sólidos por naturaleza, tienden a desdeñar el
conflicto, prefiriendo absorber el más fuerte embate del problema. Sin embargo,
si los ponen contra la pared, son capaces de golpear duramente al obstáculo con
todas sus fuerzas. Esto es particularmente cierto de Tauro, la tierra fija, que
nunca buscará conflictos pero que es capaz de una potencia y una ira
sorprendentes si lo acosan demasiado. Los signos de fuego tienden a superar los obstáculos, a incendiarlos o amedrentarlos
mediante despliegue de fuerza. Raras veces evidencian una conducta que pudiera
denominarse discreta.
Los elementos constituyen un medio para entender
cómo diferentes personas enfocan la solución de un problema. Los signos de fuego responden a las situaciones con
intensidad, deseando una acción directa en la solución de los problemas y tendiendo
más al impulso que a la deliberación. Los tipos de tierra son motivados por el deseo de resultados prácticos y útiles.
Habitualmente, tienen un sano sentido común, ya sea que lo empleen o no. Las
personas del signo de aire gustan
razonar las cosas y, por lo general, piensan antes de actuar. Los signos de agua son impresionables, sensibles e
intuitivos. Se inclinan a aguardar las circunstancias en procura de guía en la
solución de los problemas.
Como vimos, comprender los elementos podrá
contribuir de muchos modos a autoconocernos, mostrándonos cómo podremos vivir
mejor con nosotros mismos, satisfacer nuestras necesidades y revitalizar
nuestro campo de energía. Paracelso, el médico y astrólogo medieval, a quien
Jung consideró un precursor de los psicólogos modernos, atribuía un específico
espíritu de la naturaleza a cada uno de los elementos. Estos espíritus, o sus
variaciones, se encuentran en todas las mitologías del mundo y simbolizan
gráficamente cómo operan los elementos. No es este sitio para detenernos sobre
la cuestión de cuán “reales” son esos espíritus, pero hacer aquí una breve
referencia a los escritos de Paracelso derrama luz sobre cómo podemos trabajar
con estas fuerzas.
A las ondinas
se las consideraba los espíritus del agua,
y Paracelso expresaba que se las debía controlar con firmeza. De allí que
podamos aprender que las personas de agua necesitan ser firmes consigo mismas
y, asimismo, que esa firmeza es con frecuencia el mejor modo de tratar a este
tipo de persona, especialmente cuando sus emociones están fuera de control.
Se decía que los espíritus de aire eran los elfos y
que se los podía controlar mediante constancia. Está claro que un enfoque
definido y coherente de la vida es algo que los signos de aire bien podrían
cultivar. Para los signos de aire es difícil concretar un compromiso con una
resolución determinada, pero es un paso importante en su evolución.
Los espíritus de fuego son las salamandras
y se las puede controlar principalmente mediante la placidez. En otras
palabras, los signos de fuego pueden domeñar los usos extremos de su energía
cultivando conscientemente un estado tranquilo y plácido de contento. Si los
signos de fuego pueden aprender este arte de aceptar con calma la vida aquí y
ahora, evitarían muchas tensiones y derroche de energía.
Los espíritus de la tierra son los gnomos, a
los que se los ha de cotrolar mediante jovial generosidad. Evidentemente, la
jovial generosidad no es una cualidad que se encuentre por lo común en los
signos de tierra, y es por ello que todos pueden beneficiarse algo
aprendiéndolo. Y yo podría añadir, la fuerza y la radiación máximas de los
signos de tierra resplandece cuando asimilaron esta cualidad en su naturaleza.
1 comentario:
Muy bueno. Yo soy una mezcla de fuego y tierra y siempre he dicho que soy como un volcán en erupción ;)
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