Texto de Stephen Arroyo.
Para comprender y practicar la astrología de la
mejor manera posible, tenemos que poseer una clara filosofía y un sentido más
claro de nuestra finalidad. Si no poseemos eso, entonces, evidentemente es muy
difícil diferenciar entre ideas, teorías y técnicas. Entonces no tenemos base
y, con facilidad, nos hacen salir por innumerables tangentes.
En primer lugar, tengo que recalcar que no
puede sustituírse la captación intuitiva del mapa integral, lo cual equivale a decir, una captación intuitiva de la persona integral. Esto sólo puede
desarrollarse con el tiempo, a partir de muchísima experiencia con muchísimas
personas y mapas. Sin importar cuántos métodos o mediciones usemos, esta
captación intuitiva de la totalidad de un mapa y de una persona sólo podrá
provenir del tiempo y de la experiencia. Algunas personas nacen con la aptitud
para desarrollar de modo comparativamente rápido esa capacidad; eso no lo
negaré. Otras personas necesitan muchos años de práctica consciente y desarrollo personal antes de que (a
menudo, muy repentinamente) se asiente una visión totalizadora. Pero, sin
importar qué clase de persona seamos, ningún escogido enfoque analítico sobre
aislados y específicos factores del mapa podrá reemplazar ni igualar una
comprensión de la totalidad de la naturaleza y la pauta energética de un
individuo. Y esta comprensión total por lo común puede ocurrir solamente en persona con un cliente, a menos que
uno tenga muchísimas dotes psíquicas. Y aunque tuviéramos suficientes dotes
psíquicas como para sintonizarnos con una persona la que nunca vimos, tan sólo a través del
mapa (como en las “lecturas” que, a
vuelta de correo, muchos efectúan), para hacer eso habrá que poner en juego
una tremenda cantidad de energía psíquica. Observen esto: no digo que sea
imposible lograr a distancia esta comprensión total y sintética de una persona
en su mapa. Sin embargo, digo que es mucho más difícil, mucho más agotador,
mucho más peligroso y, con frecuencia, más engañoso e inexacto; y poquísimas
personas pueden realmente hacerlo bien y con coherente precisión. Muchas
personas dedicadas a la astrología son, al menos, poseedoras de cierta
sensibilidad psíquica, pero, ¿por qué agotarse? ¿Qué estamos tratando de
conseguir? ¿Por qué no tener físicamente presente a la persona, siempre que sea
posible, para que ella pueda aportar la energía necesaria mediante un diálogo
genuino y minucioso?
Mientras amontonemos un análisis sobre otro,
tratando de conjeturar toda clase de minúsculos pormenores de la vida, y
descuidemos la facultad intuitiva, no podremos sintetizar. Más valioso sería –y
más útil- prestar atención a las raíces y a la savia del árbol de la vida, que
pasarnos todo el tiempo tratando de contar y clasificar cada hoja de ese árbol,
el cual es un trabajo que nunca podrá terminarse. Pero si comprendemos respecto
de ese árbol sus energías fundamentales, sus necesidades nutritivas, la
corriente de su savia y la estructura de sus raíces, entonces, sus hojas se
cuidarán solas; las hojas estarán sanas si las raíces y la savia están sanas.
Por eso recalco siempre los cuatro elementos,
que constituyen las energías de la vida, la savia del árbol. Pero la mente
humana es tal que puede reunir una cantidad infinita de lindas triquiñuelas
para entretenerse y permitir que la mente se felicite por ser tan perspicaz.
Sin embargo, la perspicacia nada tiene que ver con la comprensión ni con el
hecho de ver el gran cuadro de la vida. En el nivel arquetípico, adviertan cómo
Geminis es siempre opuesto a Sagitario: la perspicacia sin contexto,
contrastada con sistemas que examinen en gran escala el significado y la
creencia. Si tan sólo utilizamos la perspicacia y el análisis, y la disección
mental de un mapa, desde luego los métodos, hechos, correlaciones y
seudo-hechos resultantes no tienen fin, como todos lo podemos apreciar por la
proliferación caótica y sin dirección de “nuevas técnicas” astrológicas en años
recientes. Pero proseguir con ese enfoque limitado jamás conducirá por sí solo a una comprensión ni
siquiera a descubrimientos útiles.
Mientras prosigamos atribuyéndole a la
astrología más de lo debido, no podremos sintetizar. Mientras sigamos
atribuyéndole a la astrología un alcance más vasto de su aplicación que el que
ella puede útilmente cumplir, inducimos malos entendidos, desorientamos a
nuestros clientes prometiéndoles más de lo que podemos cumplir y prestamos un
mal servicio a la grandeza y la potencialidad verdaderas de la astrología. Si
en el mapa lo buscamos todo, no podremos sintetizar jamás. Si tratamos de
explicarlo todo a través de pormenores astrológicos, olvidamos mirar la vida
misma en procura de revelación e inspiración. Sencillamente, tenemos que
reconocer que la astrología tiene sus límites, como cualquier herramienta,
cualquier invento, cualquier sistema de pensamiento.
Con cuanta asiduidad seguiremos en nuestra
interpretación el camino equivocado si no contamos con la constante prueba de
la realidad, consistente en relacionar repetidamente los símbolos con las
intenciones, los sentimientos, las necesidades, los temores y los ideales del
individuo; en otras palabras, con la vida interior y la experiencia interior de
la persona. Si carecemos de esta comprobación de la realidad, efectuaremos toda
clase de conjeturas sobre la vida, los valores y las preferencias de la
persona, que resultarán erróneas.
Al tratar de captar la totalidad de una persona
con la herramienta astrológica, es preciso concentrarse en los temas mayores
del mapa porque reflejan los temas
mayores de la vida de la persona. A la hora de lograr una evaluación significativa de los principales
problemas de la vida de la persona, el hecho de que en un mapa se pongan
demasiados factores hace más difícil discernir entre los temas importantes y
los pormenores periféricos. Puesto que, a través del mapa natal podemos
racionalizarlo casi todo, y cuanto más es esto así, más puntos, métodos y
planetas menores usamos, mi opinión es que deberíamos usar una mínima
proporción de factores mayores y
confiables a fin de ver con claridad a un cliente y su situación. De lo
contrario, proyectaremos confusión sobre el cliente, y no orden.
Los astrólogos que usan demasiados factores
celestes hallarán cada vez más difícil discernir entre lo que es importante y
lo que no lo es, Las personas no acuden a los astrólogos para hallar confusión
o recoger un millón de pormenores y especulaciones insignificantes; acuden para
encontrar en sus vidas un poco de claridad y dirección. Aunque quisieran que
les efectuáramos predicciones, ese es el modo que esas personas tienen de pedir
claridad.
Tal como con un microscopio, todos los
profesionales de la astrología usan variadas lentes. Según el campo especial de
estudio que el individuo tenga, o sea, según lo que tenga que ver, elige
ciertas lentes sobre otras, lo cual equivale a decir que se inclina hacia
diferentes métodos y sistemas. De allí que a todos los diversos métodos,
procedimientos, enfoques, técnicas y puntos de vista podríamos considerarlos
meramente como diferentes lentes del macroscopio astrológico. Todos usamos
ciertas lentes, y si encontramos que una lente nos ayuda sustancialmente a ver
el nivel de realidad que queremos ver,
entonces, sin duda, empezamos a valorizarla y seguimos usándola.
Me parece que los principios fundamentalísimos
de la astrología son lentes extremadamente pulidas, finísimas: los signos, los
planetas, los significados primarios de las casas, los aspectos mayores, etc.
Miles de astrólogos usaron estos factores quién sabe durante cuánto tiempo. Y,
mediante observación, comprobación y equivocación, pulieron reiteradamente esas
lentes hasta que podemos confiar en la claridad y agudeza que esas lentes
pueden revelar.
Un astrólogo debería, en consecuencia, pulir
una lente continuamente durante muchos años antes de pasar a otra. Usemos un
sistema solo y quedémonos con él por un tiempo; usemos sólo lo fundamental;
usemos un solo sistema de casas por largo tiempo, a menos que empiece a
parecernos malo para nuestro trabajo, en cuyo caso deberíamos cambiarlo y usar
entonces el nuevo sistema durante largo tiempo. Pero tenemos que pulir esa
lente, porque la astrología es un modo de ver, y por esa
razón depende tanto de cada profesional y de la personalidad y del nivel de
consciencia de éste.
Lo que queremos es calidad, no cantidad.
Tenemos que dominar, en primer lugar, un modo de ver las cosas, y una vez que
hayamos hecho eso, entonces no sólo sabremos qué podremos hacer sino también
cuáles son sus límites. Tenemos que conocer para qué son adecuadas nuestras
herramientas, nuestras lentes, y sobre qué clases de análisis, sobre qué clases
de conocimiento y sobre qué niveles de la realidad se enfocan. En otras
palabras, es útil y aconsejable definir
los parámetros y el alcance dentro de los cuales nuestras lentes particulares
son más eficaces y se enfocan con más nitidez y claridad. Definir esto nos
ayuda a discernir y ayuda a nuestro cliente a saber si somos la clase de
consultor que aquél quiere ver.
Repito: especialmente en los primeros años de
estudios astrológicos, me parece que lo mejor –y sé que algunos de ustedes, que
son maestros, han descubierto esto- es usar la cantidad mínima de factores mayores confiables necesarios para que
nos permitan ver con claridad a un cliente y su situación. Y luego… seguir
a partir de allí.
Concentrarse en lo que es importante en la
naturaleza y la vida de la persona, y en qué clase de persona es ésta. Este es
el camino hacia la “síntesis horoscópica”. El mapa natal está realmente
sintetizado y plenamente comprendido dentro de cada individuo y dentro de la
textura de su vida. Aunque evacuemos una consulta por teléfono de larga
distancia, obtengamos primero algunos antecedentes. Preguntemos a la persona
qué es lo que quiere, qué la confunde, qué opciones ve y qué decisiones mayores
exigen su atención.
¡Si los astrólogos se concentran en lo trivial,
en realidad están trivializando la astrología!
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