miércoles, 5 de febrero de 2014

El Hallazgo Fortuito y Afortunado

En esta ocasión comparto una reflexión extraída del libro “La misión de tu alma”, de Linda Brady y Evan St. Lifer, Ediciones Urano.

No es raro que nos desalentemos en la búsqueda de nuestros objetivos y sueños cuando no conseguimos los resultados que hemos previsto. Cuando las cosas no salen, dejamos de esforzarnos, abandonando sin más ceremonias lo que habría podido ser un viaje satisfactorio y lleno de sentido. Hacemos oídos sordos al reino de las posibilidades.

A menos que aceptemos el hallazgo casual y afortunado como nexo valioso para nuestro potencial, estamos muy presionados a vivir con brío, a celebrar nuestras respectivas misiones y revelarnos en ellas. Las cosas buenas parecen pasarles a los demás, mientras nosotros seguimos sentados en el banquillo. Pero ¿quiénes son esas personas que consiguen lo que verdaderamente desean?  Son las que tienen fe en que algo bueno resultará de los hechos fortuitos, ya sea una experiencia de aprendizaje o un giro positivo del destino. Sin embargo, cuando estamos paralizados por nuestro miedo al fracaso, limitados por nuestras propias reglas internas, exudamos energía negativa y nos obsesionamos preguntándonos por qué las cosas no salen como las habíamos planeado.

Esos hallazgos son un resultado inesperado que aparece al tomar una medida. La única forma en que podemos adoptar la posibilidad del hallazgo fortuito y afortunado como un credo personal es comprometiéndonos emocionalmente con un solo resultado deseado. El resultado que esperamos viene de nuestro intelecto, de nuestra mente consciente. Con mucha frecuencia estamos restringidos por la miopía del intelecto, por su disposición a captar sólo un escenario anticipado. Contemplar el espectro de opciones con nuestra alma nos permite diversificar nuestras expectativas, darnos cuenta de que la posibilidad de lo inesperado –con algunos ajustes- puede ser mejor que cualquier cosa que hayamos imaginado.

Estoy de acuerdo con quienes dicen que necesitamos fijarnos objetivos y llevar a cabo acciones decisivas a través de la visión y el compromiso. La clave para garantizar el éxito no está, sin embargo, en el resultado exacto en sí, sino en nuestra capacidad de aprender y de permanecer flexibles durante el proceso, al margen del resultado. La gente que triunfa lo hace reedificando, poniéndose al día y reconfigurando. Podemos considerarlas personas afortunadas, pero han estado ocupadas construyendo sobre su propio hallazgo, aprovechándolo como un trampolín para el logro. Por eso, recuerda: permanece receptivo a otras posibilidades.

He aquí tres preguntas que te ayudarán:

  • ¿Para qué mi  alma ha creado esta situación y qué puedo aprender de ella?
  • ¿Cómo me ayudará esta experiencia a realizar la misión de mi alma?
  • ¿Cuál es el posible hallazgo afortunado oculto en este desafío?